Valentía pura: “Con una sonrisa y el puño apretado, pero es el final”

La historia de una arquitecta internada en fase terminal de cáncer es conmovedora. Sus enseñanzas sobre el dolor, la vida y el optimismo.

Valentía pura: “Con una sonrisa y el puño apretado, pero es el final”

Por: Mendoza Post

María Vázquez, una arquitecta porteña esposa y madre de un niño de tres años, era conocida en el mundo Twitter, pero últimamente conmovió en las redes sociales y su historia  fue publicada hoy por la periodista Florencia Cunzolo en Clarín. Y a partir de allí saltó a medios de habla hispana en todo el mundo.

María eligió Twitter para partir.

“Con una sonrisa y el puño apretado, pero es el final” posteó María en su cuenta de Twitter (@kireinatatemono) hace horas. Está internada, ya sin chances de recibir terapia alguna, esperando la muerte con humor ácido y enseñanzas sobre la vida. Hace un rato posteó que respondería mensajes en otro momento, ya que debía terminar un libro, por las dudas.

A María le diagnosticaron apenas el año pasado, en setiembre, cáncer con metástasis en sus ovarios. Y aunque la operaron y debió someterse a quimioterapia, la enfermedad siguió avanzando. Desde entonces, decidió contar todo por Twitter: los dolores del cuerpo y los otros, siempre echando mano al humor y a la ironía. Esta semana su cuadro empeoró: “Las cosas tomaron un rumbo hacia lo peor y no hay mucho más qué hacer salvo esperar. Cuestión de días” posteó.

María enfrentó a la enfermedad contando todo. Sus terapias, sus dolores, la quimio,. Y fue subiendo fotos de los estragos que hizo el cáncer en su cuerpo, pero no en su espíritu divertido, ácido, de humor negro, por momentos.

María, en una foto días atrás.

Vale la pena repasar su historia en una nota que ella misma escribió hace un mes y medio para La Agenda.

Ilustración de la propia María cuando contó su enfermedad en La Agenda.

“En el sanatorio no tenía wifi, prendí el 3g un par de veces para mandar mails a mis amigas y nada más. Cuando volví a casa ya habían pasado cinco días de la operación y le di varias vueltas al asunto de contar o no contar. Me decidí por contar. Tener cáncer es como tener gripe: nada vergonzoso, sólo mil veces peor. No contar es ponerse del lado de los que titulan 'una larga y penosa enfermedad'. Sentir vergüenza, ¿de qué? Salvo que creas en 'las piruetas culpabilizadoras que achacan a los enfermos responsabilidad por su enfermedad' (eso dijo Susan Sontag, ojalá fuera mía la frase)”. Así explicó la decisión de hacer pública su vida a partir del cáncer.

Sus tuits hablan de vómitos, náuseas, morfina. Pero también de su hijo (“una especie de tuitstar sin tuiter”) y de su marido, aunque siente que no cuenta bien “el trato a cuerpo de reina” que le dispensa (“No sé si alguna vez en mi vida presencié acto de amor semejante”), de lo bien que la atienden en el Sanatorio de la Providencia, de los días en que se siente mejor y sale a caminar 15 cuadras, en los que cocina o pasa un buen rato con su “pibe”. Y le dedica espacio a los cambios de looks forzados por la enfermedad: “Porque, pese a que se me cayeron las pestañas, qué cosa horrorosa, a que no tengo más culo, a que perdí 12 kilos y tengo menos tonicidad muscular que Jabba The Hut, yo me quiero sentir (y me siento) linda, así rapada y esquelética. La vanidad no se la lleva el cáncer. O yo no soy tan noble”.

La historia de María está por llegar al final, incluso desde su propio punto de vista. Es atea, y no cree en el alma ni en la vida después de la vida.

Pero cada uno de sus posteos, representan una enseñanza ante la adversidad más dura, la de la propia muerte.