Un análisis a las preguntas y problemas que deben resolver los chicos para el examen que mide internacionalmente la calidad educativa. Interrogantes para tener en cuenta.
Alumnos argentinos, ¿brutos o con mala instrucción académica?
El estudio internacional PISA se realizó por primera vez en el año 2000, se repite cada tres años y participan más de 70 países. La edición 2015 se centró en las ciencias e incluso se dispuso una instancia de resolución de problemas en grupo, utilizando el chat y la computadora. Argentina quedó muy abajo en la lista con más del 50% de alumnos que no tienen el conocimiento básico que esta prueba internacional asegura deben tener.
Sin embargo, viendo un poco cómo son los ejercicios, cabe preguntarse si la falla está en el nivel de pensamiento de los chicos, o en los contenidos que se enseñan y hasta qué punto la política educativa de Argentina y de Mendoza en particular, preparan a los adolescentes para este nivel de pruebas.
Ver también: "Argentina reprobó las pruebas PISA... de Nuevo"
¿Cómo se realiza el examen?
El estudio se hace con niños de 15 años y se realiza en dos etapas, una donde se eligen las escuelas donde se harán las evaluaciones (mínimo de 150 por país) y luego se eligen unos 35 alumnos de 15 años en cada colegio. El número de alumnos evaluados por país debe ser superior a 4.500.
PISA siempre evalúa tres competencias: lectura, matemáticas y ciencias, pero en esta edición se hizo hincapié en el pensamiento científico.
El estudio también recoge importante información de contexto de los propios alumnos y de los directores de los centros educativos. Esta información contextual, puesta en relación con los resultados de las pruebas de rendimiento, ofrece una rica comparación de los rasgos que caracterizan a los sistemas educativos de los países participantes y es por eso que, dentro del análisis final de la prueba, los expertos sacan conclusiones respecto de las políticas educativas.
¿Chicos burros o educación defectuosa?
Un repaso por las pruebas nos da una idea del conocimiento que tienen que tener los chicos para resolver los problemas que les ponen como desafío.
En las distintas áreas hay una gran diferencia que salta a simple vista y que cualquiera que conozca a un adolescente común de 15 años se da cuenta de que hay problemas que necesitan de un razonamiento demasiado complejo para lo que están preparados.
Por ejemplo, en la prueba de grupo, donde se les plantea un problema a resolver investigando las distintas opciones para elegir la mejor, los chicos deben utilizar un chat para intercambiar sus opiniones. Sin embargo, este chat tiene las respuestas preestablecidas, no son las de los alumnos sino que deben elegir entre una serie de opciones cuál sería la “correcta”. Los chicos deben proponer adónde llevar de visita a unos estudiantes de intercambio).
Lo llamativo es que hay respuestas como “pero eso es muy aburrido” que sería normal en un chico y se considera incorrecta simplemente porque no se ciñe a resolver la cuestión en vez de opinar. Un poco fuerte pedirle a un adolescente que no opine. ¿Eso es sinónimo de que no entiende cómo se resuelve un problema o de adolescente común y corriente?
Otra respuesta errónea es cuando alguien plantea una nueva opción, se considera incorrecto porque el problema se basa en tres alternativas ya establecidas: la fábrica, el mercado o el museo.
Comprender el texto... ¡y las preguntas también!
En cuanto a las preguntas relacionadas con la capacidad lectora requieren un análisis que difícilmente se pueda hacer si la escuela pública en los dos primeros años les da a leer, como mucho, un libro por ciclo lectivo.
“En primer año no nos dieron nada para leer, en segundo en el primer cuatrimestre nos dieron un cuento largo y después una novela mendocina ‘La Fuerza de los Monterrey’, pero como quedaba poco tiempo para terminar, no lo tomaron”, dijo Ariana, alumna de tercer año de la escuela “Carlos Varas Gazzari” de Ciudad.
Así, el texto de PISA que los alumnos tienen que leer y sobre el que luego les toman preguntas para evaluar la comprensión, corresponde a una campaña de vacunación antigripal que dice que “debe vacunarse cualquiera que esté interesado en no engriparse” y luego aclara que "deben hacerlo los mayores de 65 años y cualquiera que tenga una enfermedad crónica de tipo cardíaco, pulmonar, bronquial o diabético”. Más tarde explica que no deben vacunarse los que tengan alguna enfermedad que produzca fiebre alta ni las embarazadas.
Y para evaluar si comprendieron el texto se les pregunta quienes de los siguientes empleados "deberían" consultar con la encargada de la vacunación.
A) Ramón, del almacén, que no quiere vacunarse porque prefiere confiar en su sistema inmunológico natural.
B) Julia, de ventas, que quiere saber si el programa de vacunación es obligatorio.
C) Alicia, de recepción, que querría vacunarse este invierno pero dará a luz dentro de dos meses.
D) Miguel, de contabilidad, al que le gustaría vacunarse pero tiene que salir de viaje la semana del 17 de mayo.
¿Vos qué responderías?
Mirá los criterios de evaluación de la comprensión lectora
Aquí los alumnos debían responder si la campaña les pareció efectiva.
Lo que queda claro es que el examen se basa en estándares internacionales que, además, están quedando obsoletos. Por un lado evalúan la capacidad de colaboración en grupo pero por otro no aprueban el aporte de una idea nueva. Las opiniones son irrelevantes y las respuestas concretas son tomadas en muchos casos como "imprecisas" por falta de detalles.
La educación está haciendo agua por todos lados en los países que aún no cambiaron de paradigma. La muestra está en Finlandia, que durante años fue primero en las PISA y luego comenzó a decaer porque cambió el modelo de enseñanza y los chicos tal vez no respondan quién debe o no vacunarse, pero de sus cabezas salen las ideas que hacen que los celulares hagan cada vez más cosas.
¿Es necesario cambiar el paradigma educativo?



