El padrastro que mató al niño, y la madre, ¿nunca advirtió maltrato?

Para decirlo clarito: un caso de mierda, una historia feroz.

El padrastro que mató al niño, y la madre, ¿nunca advirtió maltrato?

Por:Mauro Szeta
Periodista-Policiales

 El teléfono sonó en el 911. Del otro lado de la línea, estaba Leandro Sarli, de 33 años. "Vengan rápido. Agustín se cayó en la bañadera. No responde a estímulos, no reacciona".

 El mismo relato lo replicó en una llamada a su pareja Bárbara, madre del nene, y también al Same.

Luego, con la llegada de los expertos y el traslado del nene al hospital Piñero, Sarli amplió: "El nene tiene una cardiopatía congénita. Se descompuso, vomitó, y lo metí en la bañadera. Se cayó y no reaccionó más".

 En el hospital, determinaron la muerte del nene, pero el médico que lo intentó salvar fue contundente: "El nene está muy golpeado".

 Leandro Sarli

Lo que se supo después, es un caso descomunal, brutal, con los peores indicadores de la violencia de género, que mata mujeres y mata niños.

Con ese dictamen, el padrastro del nene quedó detenido. La historia recién empezaba.

 Yerbal 2745 PB 3, Flores. Ese fue el escenario del crimen bestial. Y decimos crimen bestial porque la autopsia no dejó dudas: el nene murió por politraumatismos y tuvo estallido de hígado. La versión de la caída en la bañadera, para la jueza, cae por completo.

Como siempre pasa, los vecinos empezaron a hablar, tarde. Entonces, de pronto, todos fueron testigos de todo, pero nunca hablaron. Una mujer dijo sin ponerse colorada: "Este era un crimen anunciado. Al nene le faltaban dientes de los golpes que le daban". A esa señora hay que decirle: "Si fue un crimen tan anunciado, ¿por qué no habló antes?

Entonces apareció en escena la familia de Bárbara González Bonorino, la madre de Agustín, de 5 años. Todos sin dudar empezaron a asociar hechos que habían pasado desapercibidos.

Sarli y Bárbara estaban en pareja desde hace 10 meses. Ella, antes vivía en Gesell con Agustín y Valentina, de 7 años. Se había separado de Marcos. El sospechoso Sarli tiene otro hijo de 8 años, Gabriel. Ese menor es eje de un dramático conflicto de familia.

El tema es así. La madre de ese nene fue denunciada por abuso y malostratos hacia el menor. Sarli, logró la tenencia de su hijo una semana antes de quedar preso por el crimen de su hijastro. Tremenda paradoja.

 La familia de Bárbara entendió entonces por qué un mes atrás, el nene tenía tres dientes menos y Bárbara un moretón en la cara. Y ahí está parte del eje de esta historia.

 Bárbara nunca dio señales a su familia del tormento que vivía puertas adentro. Para la justicia, Sarli la aisló, la dominó y la empezó a separar de su familia que vive en Gesell , a 400 kilómetros de Flores.

 Cuando le preguntaron a Bárbara por el ojo morado dijo que la habían asaltado. Cuando le preguntaron por los dientes que le volaron al nene, repitió el relato de Sarli: "el nene se cayó".

Hoy, para la justicia, Bárbara es una víctima más. Hoy, Bárbara empieza a caer, a reconocer el calvario de violencia de género en el que vivía "engrillada".

Hay gente que la condena igual, que la culpa a ella, que no le perdona ser víctima.

En el medio, está el aterrador relato de Valentina en Cámara Gesell. La nena no dejó dudas. "Leandro le pegó a mi hermanito. Se enojó porque se puso el pantalón al revés. Cuando empezó a pegarle me tapé y no quise ver más", declaró con valentía.

Ante la jueza, Sarli no declaró y pidió protección por temor a que otros presos lo ataquen.

 Como verán el caso tiene tres víctimas más: Bárbara que hasta hace 20 días antes del crimen, defendía en las redes sociales a su pareja de cualquier versión que circulara sobre agresiones en el departamento. Bárbara, una víctima que no pudo ver y que fue capaz de hasta legitimar al violento que tenía al lado.

 La otra víctima colateral es Valentina, la hermanita de Agustín que vio todo, que declaró todo, y que vivirá con esa imagen para siempre.

Y también está Gabriel, el hijo de Sarli, que no deja de ser víctima. Su mamá denunciada por abuso, y su padre, preso por matar a su hermanastro.

Para decirlo clarito: un caso de mierda, una historia feroz. Todas las violencias juntas. Un nene muerto, tres víctimas colaterales.