Experto en sismos: "Se  espera para Mendoza otro terremoto como el de 1861"

El vicedecano de la UTN Regional Mendoza, Miguel Tornello, habla del futuro sísmico que nos espera.

Experto en sismos: "Se espera para Mendoza otro terremoto como el de 1861"

El 20 de marzo de 1861, Mendoza vivió el peor terremoto que haya conocido. La ciudad se desplomó en el primer segundo de ese gran sismo. No quedó una casa en pie y murió más de la mitad de la población.

Según los expertos en sismología, este gran terremoto volverá a ocurrir. Tendría que haber sucedido hace unos 60 años, pero, está retrasado. La diferencia con 1861, es que las normas de construcción de hoy se armaron para aguantar un terremoto como el de aquel año.

El último terremoto importante de Mendoza, fue el del 26 de enero de 1985. En menos de un mes se cumplirán 38 años de aquel acontecimiento que causó muertos, arrasó una popular barriada de Godoy Cruz y dejó miles de damnificados en la calle.

Los mendocinos de 40 años o menos no tienen memoria de ese terremoto, ni de nada similar ni parecido que haya ocurrido después.

Con el ingeniero civil Miguel Tornello, vicedecano de la Regional Mendoza de la Universidad Tecnológica Nacional, abordamos este tema, siempre tabú para la mendocinidad. ¿Qué nos espera? ¿Estamos preparados para aguantar un sismo como el de 1861? ¿Cuánto le pareció el de 1985? ¿Hay una solución definitiva para salvarse de los terremotos?

Tocando madera, que no hayamos tenido hasta el día de hoy un terremoto como el de 1985, ¿es bueno o es malo?

Primero tenemos que destacar que el sismo de 1985 no es el terremoto máximo esperado en Mendoza. El terremoto de referencia histórica que puede ocurrir otra vez en la provincia es el del 20 de marzo 1861. A partir de 1985 se sucedieron algunos eventos sísmicos de menor magnitud, pero no es el máximo esperado en la región. Que no haya ocurrido un evento parecido a la fecha no es ni bueno ni malo.

Sabiendo que todas las construcciones eran de adobe, aquel año de 1861 toda la ciudad colapsó, murió el 60% de la población, la mayoría de la alta sociedad, porque eran los que tenían viviendas construidas con las técnicas del adobe. Se estima que la intensidad en la escala Mercalli, fue de 9. Dicho esto, después del terremoto de 1861 no se ha vuelto a repetir un terremoto de características similares.

¿Y estamos esperando un gran terremoto como aquel, de ese calibre?

Sí. Tenemos un retraso sísmico en la región que nos lleva a esperarlo. Sin embargo, los reglamentos de construcción están calculados en base a la intensidad del terremoto de 1861.

¿De qué hablamos cuándo hablamos de retraso sísmico? ¿Cuál es el protocolo técnico? ¿Ya tendría que haber ocurrido?

En nuestra zona tenemos un periodo de recurrencia de 100 años. Si lo tomamos como referencia, ese plazo se cumplió en 1961, por lo que tenemos un retraso de 60 años para ese terremoto en particular.

Pero hubo otros terremotos entre 1961 y la actualidad. ¿Eso no ayudó a evitarlo? Se habla siempre de que si la Tierra va liberando energía progresivamente se evita un gran sismo.

Si bien hubo otros menores, y hubo una disipación de energía, no quiere decir que en algún momento no se vaya a producir un gran terremoto. Los periodos de recurrencia de un sismo también surgen de procesos estadísticos que se hacen a lo largo de muchos años.

Evidentemente, la falta de información que ha existido antes de 1960, que fue cuando el INPRES (Instituto Nacional de Prevención Sísmica), comenzó a instalar instrumental sísmico, hace de que tengamos una cierta incertidumbre en estos periodos de recurrencia.

En el caso de Chile, por ejemplo, ellos tienen periodos de recurrencia mucho más cortos, porque tienen terremotos más seguidos y sus datos por lo tanto son más confiables. Los nuestros, por el hecho de no tener información histórica, hacen que no sean tan precisos. Estamos hablando de un periodo de recurrencia de 100 años, pero podría ser de 120 años, de 150 o de 80, porque esos valores surgen de procesos estadísticos y si la información base no es precisa podemos tener ciertas incertidumbres.

Desde el punto de vista de lo que es el desprendimiento de energía de la corteza terrestre, hay un retraso sísmico en la región, fundamentalmente en la zona de Mendoza y no tanto en la zona de San Juan donde hay mayor disipación de energía y mayor movimiento de la corteza terrestre. Pero aquí sí tenemos un retraso sísmico. Concretamente en la zona norte de Mendoza y zona sur de San Juan.

Es muy parecido a lo que ocurrió en 2010 en Chile, donde ellos habían detectado algunas regiones, sobre todo las de la zona Central, donde tenían un retraso sísmico en función de los periodos de recurrencia de los terremotos. Así que ese terremoto de 2010 lo estaban esperando, pero lógicamente no sabían dónde ni cuándo iba suceder. Había algunos estudios previos que determinaban que había un desplazamiento acumulado y podía ocurrir.

Y es lo que está pasando en Mendoza. Los que trabajamos en esto, sabemos que hay un retraso sísmico en la región y que en algún momento puede ocurrir un evento de una magnitud equivalente al terremoto de 1861.

Ver: Suba de casos: dónde acudir ante la aparición de síntomas de Covid

¿Cuál sería la referencia más cercana al de 1861?

Ninguna, porque si bien en aquel tiempo no había registro instrumental, por los relatos históricos podemos reconstruir lo que aconteció. Hay relatos muy interesantes, entre ellos el de Wenceslao Díaz, donde uno puede determinar las características del terremoto, y en función de esa descripción, cuál fue la intensidad, no la magnitud. La intensidad del terremoto de 1861, en la zona de la Plaza Fundacional Pedro del Castillo, está estimada en 8 o 9 grados. Y hay que decir que de esa intensidad no hemos tenido ningún tipo de evento de aquel año hasta hoy.

¿Qué intensidad tuvo el de 1985?

Podemos decir que, en Villa Marini y Villa Hipódromo, por ejemplo, que fue la zona más afectada de Godoy Cruz, puede haber llegado a una intensidad de 6, no más que eso.

¡Lejísimo de los valores de 1861! ¿Cuándo hablamos de intensidad nos referimos sólo a la Escala Mercalli?

Exactamente. Y la comparo con esa medición porque el terremoto de 1861 no tuvo registro instrumental y por lo tanto no se puede evaluar la magnitud, que es lo que mide la Escala Richter.

Recuerdo que después de aquel terremoto de 1985, los medios de comunicación y los especialistas hablaron de una intensidad de 7,9 en la Mercalli, pero usted me dice que fue 6.

Mire, la intensidad es una escala subjetiva y depende fuertemente de quién la valora y quién mira los daños. Puede darse que en un sector puede haber llegado a 7 y en otro a 6, por eso es mucho más precisa la magnitud, que sale de un registro instrumental.

Puede darse lo que usted comenta, de que en su momento se haya informado una intensidad del orden de 7,9. Para mi es muy alta, puede que, en 1985, en algunos sectores haya llegado a 7 pero no a más de 7.

Si la Mercalli se mide a partir de los efectos sobre las cosas, y el terremoto tira una casa de adobe, pero no una de ladrillo: ¿cómo se determina la intensidad?

La intensidad de la Escala Mercalli está escrita y a lo largo del tiempo ha sido modificada. De hecho, nosotros hoy usamos la Mercalli modificada que surge de una escala mucho menor, de 6 grados, pero esta no habla de si la construcción es de adobe o de ladrillo, en realidad habla de colapso de la construcción, sin mayores detalles.

Porque podríamos tener los dos casos en una misma manzana.

Si, si, eso es muy habitual, por eso digo que la intensidad es muy subjetiva y depende mucho de quien la valora. Inclusive, para los mismos especialistas, mirando los efectos de un terremoto a su alrededor, por ahí lo pueden cuantificar de una manera distinta.

Pero, volviendo al terremoto del 20 de marzo de 1861, algunos estudios realizados por el profesor Carmona, de San Juan, estimaron una intensidad de 9. ¿Podrá ser 8?, seguramente, en algunos sectores, pero bueno, estamos allí.

¿Qué rol jugó la calidad de la construcción en 1985 en Villa Marini y Villa Hipódromo, que fue donde hubo más destrucción?

El terremoto del 85 afectó fuertemente a las construcciones de adobe, que medianamente tenían ya una prescripción sísmica. Las que habían sido construidas de acuerdo a los códigos, sufrieron daños menores y las viviendas pudieron seguir siendo utilizadas, pero no fue así con aquellas cuya construcción no era reglamentaria y fueron las más afectadas.

Aquel año se dijo que el epicentro fue en Barrancas. ¿Por qué golpeó tan fuerte al oeste de Godoy Cruz?

Efectivamente, el epicentro de este terremoto está informado en la falla de Barrancas, en Maipú. Allí tenemos dos fallas, una es la este y la otra la oeste, pero sin embargo, la zona más afectada fue Villa Marini, a más de 20 kilómetros de la zona epicentral.

De hecho, muchos investigadores de afuera se interesaron por el terremoto de 1985, entre ellos, algunos de Francia y llegaron aquí con la ubicación del epicentro en otra zona y cuando vieron Villa Marini, pensaron que el epicentro había sido allí y no en Barrancas.

¿Se supo el motivo de esta diferencia?

Lo pudimos entender después de varios años, unos 15 años después del terremoto, cuando se comenzó a instalar instrumental sísmico en Mendoza porque en 1985 teníamos muy poco y era muy básico.

Pero después de transcurrido los años y gracias al instrumental sísmico se pudo establecer que en la zona de Villa Marini hay un manto de suelo blando que provoca amplificación de onda sísmica, aún con epicentros un poco más lejanos. Así que allí pudimos entender por qué había ocurrido este efecto tan atípico, donde el epicentro está en un lugar y la destrucción mayor se produjo a más de 20 kilómetros.

Algo muy parecido a lo que ocurrió en el terremoto de la Ciudad de México en 1986, que fue muy destructivo también.

Efectivamente, la capital mexicana tiene un problema de suelos donde los terremotos que vienen de la zona de subducción, de contacto de placas, transmiten las ondas principales y secundarias y llegan al Distritos Federal de México, amplificadas, porque el manto de suelo superior es blando que hace que las ondas sísmicas se amplifiquen. Entonces los terremotos medidos en el propio Distrito Federal tienen aceleraciones mucho más altas que el de la zona epicentral donde se produce el terremoto.

Nosotros eso no lo pudimos verificar en ese momento porque no teníamos el instrumental sísmico, pero si pudimos detectar a lo largo del tiempo que los registros sísmicos en esa zona de Godoy Cruz son más elevados que en donde está la Municipalidad de Godoy Cruz, por ejemplo, o donde está la UTN.

De todas formas, la diferencia de esos efectos respecto de la situación de México es muchísimo menor aquí. Por lo tanto, es bueno aclarar que eso no quiere decir nada. Es tener información para tomar los recaudos y que los códigos de edificación tengan presentes estos efectos.

No estoy diciendo y no quiero que se malinterprete, que en esa zona no se podría construir. Al contrario, esa zona ya está urbanizada, como muchas zonas de Mendoza. Tenemos que aprender y convivir con ese efecto y si ya sabemos que determinada zona tiene amplificación de onda tendremos que tomar algunas herramientas de ingeniería estructural sismo resistente para asegurar la construcción.

Ver: Año Nuevo: así funcionará Mendoza en la víspera y el primer día del año

Bueno, la prueba de que esta situación del oeste que usted indica que no debería alarmar, es que antes de 1985 hubo muchos sismos importantes en Mendoza y nunca sucedió en Villa Marini y Villa Hipódromo lo que ocurrió ese año en esta zona.

Evidentemente, y después del 85, tuvimos eventos importantes, uno de ellos en 2006, o hace algunos meses, uno que también fue significativo, menores en relación aquel, pero la zona siguió conviviendo y las construcciones, con algunas prescripciones adecuadas no tuvieron inconveniente. De todas formas, siempre digo que el que fundó la ciudad de Mendoza equivocó el lugar.

¿Por qué?

Por supuesto que en esa época no tenían los conocimientos suficientes para saberlo, pero debió haber sido en lo que hoy es Maipú, porque allí zona tiene un suelo mucho más adecuado para fundar construcciones nuevas.

En una entrevista reciente al presidente de la Junta de Estudios Históricos, Raúl Romero Day, él contó que después del terremoto de 1861 hubo una polémica pública y política muy grande por la ubicación de la nueva ciudad. Una opción era la zona de Maipú y la otra, lo que hoy es la Plaza Independencia. Y se eligió esta última.

En realidad, equivocaron la dirección. En vez de haber sido para el oeste, tendría que haber sido para el este, pero bueno en esa época no tenían los conocimientos necesarios.

Aprovechando que mencionó a Chile le pregunto: ¿nada que ver la problemática sísmica de Chile con la de Mendoza respectos a las causas y la violencia con que se manifiesta?

No, no. La zona de Mendoza y la zona oeste de Argentina está sujeta a tres tipos de terremotos.

Los primeros son los de subducción, que son los contactos entre la placa de Nazca y la placa Sudamericana. Estos son fuertemente sentidos en Chile y casi son los que ellos sienten con exclusividad. Aquí los sentimos mucho más atenuados y por lo tanto no son dañinos para nosotros, salvo el susto, por el tipo de onda, que son de periodos largos, parecido a cuando uno viaja en un barco.

Después tenemos los segundos tipos de terremotos, que son los de la zona de venio, que son clasificados de profundidad, en una zona de contacto entre las dos placas, donde se va fundiendo la corteza, pero esos tampoco ocasionan mucho daño en la zona oeste de la Argentina.

Y después tenemos los terremotos intraplaca, que son del tipo del que ocasionó los terremotos de 1861 y 1985, o el de 1944 de San Juan, que están asociados a fallas locales, como la falla de La Cal, la falla del Cerro de la Gloria, la falla de Calingasta, que son todas paralelas a la Cordillera de Los Andes, por este efecto de compresión que ejerce la placa de Nazca sobre la Sudamericana y que produce rupturas de la corteza terrestre que hace que estas fallas estén activas.

Estos terremotos intraplacas, no solo son distintos a los de subducción que sentimos aquí, sino que además son más dañinos para nosotros, para los que vivimos en Mendoza y el oeste argentino. Usted recordará el terremoto de 1985, que fue muy rápido y de muy corta duración.

Claro, fue de golpe, como una explosión y terminó en 8 o 9 segundos que fueron eternos.

¡Exactamente! En el relato histórico de Wenceslao Díaz sobre el terremoto de 1861, él cuenta que la ciudad desapareció en un segundo, por lo tanto, nosotros también allí decimos que tuvo características de una falla intraplaca muy cercana y son los que hoy conocemos como terremotos de falla cercana. Esos terremotos son los que deben preocuparnos y los que afectan a nuestras zonas urbanas.

¿Está preparada Mendoza a nivel constructivo? Se lo pregunto porque han cambiado los tipos de construcción en los últimos años.

Estamos mucho mejor que con respecto a años anteriores. La aplicación de reglamentos y el control de proyectos y ejecuciones ha hecho que mejore la situación de la construcción sismo resistente. Igualmente tenemos que tener cuidado sobre la calidad de los materiales y de la mano de obra, porque a veces uno invierte en una construcción sismo resistente pero después fallan otros parámetros porque son variados los elementos que se conjugan para obtener una edificación de este tipo.

Estamos mejor respecto del último informe que hizo el Unicipio, en el que se establece en general que las construcciones son aceptables. Más del 50% son sismo resistente, desde una perspectiva macro, pero todavía tenemos otro 50% que no cumplen los reglamentos actuales por el tipo de material, o bien que, aunque sean de ladrillos, no cumple el requisito de sismo resistente. Está claro que hay mucho más por hacer, pero comparado con el terremoto de 1985, estamos mejor.

¿Los simulacros sirven? ¿Deberían hacerse más seguidos o no?

Desde la Universidad hemos trabajado mucho tiempo con escuelas y haciendo protocolos de prevención para colegios y edificios públicos y entiendo que se ha mejorado en relación a hace 30 años porque se ha logrado instaurar en esas instituciones la decisión de tener un plan de contingencia, un área segura, de ubicar a los ocupantes para ver cómo se tienen que comportar antes, durante y después del evento sísmico

Acá tenemos incorporado que con un sismo grande se corta la luz preventivamente para evitar males mayores, pero he visto imágenes del terremoto de Japón de 2011, desatando una violencia cataclísmica y las luces seguían prendidas. ¿Por qué no se corta la electricidad allá?

Bueno, Japón tiene dos terremotos muy importantes: el que usted me menciona y el de Kobe de 1995. Estos marcaron un punto de inflexión en la ingeniería sismo resistente, sobre todo en los países avanzados, porque en aquel tiempo se pensaba que los terremotos era un problema los países subdesarrollados, hasta que ocurrió el terremoto de Northridge en 1994, en California, Estados Unidos, y el de Kobe, en 1995 en Japón.

A partir de allí, se tomó conciencia de que se trata de una problemática que no pasa por ser un país desarrollado o subdesarrollado. Les pasó a ellos, donde aplicaban códigos de construcción de última generación, con profesionales altamente capacitados y sin embargo tuvieron daños y pérdidas tremendas.

Hoy se ha evolucionado muchísimo en lo que refiere a protección sísmica y eso incluye la electricidad. En la UTN tenemos líneas de edificación en ese aspecto y tenemos edificios aislados sísmicamente y la técnica del aislamiento se aplica para centrales eléctricas donde hay que garantizar el suministro. Hablo de equipos que hacen transformación o recepción de energía, son montados sobre dispositivos especiales que lo aíslan de la onda sísmica y garantiza su funcionamiento.

Esto se aplica también a construcciones y en Mendoza ya tenemos dos edificios con aislamiento sísmico, uno en construcción y otro próximo a construirse. Es una técnica que a nivel mundial ya no se discute. En Chile no se discute si un hospital va sobre aislamiento sísmico, se hace. Tampoco se discute si un edificio público donde se tienen que tomar decisiones post terremoto va con este tipo de construcción. Y en Argentina, tenemos un retraso tecnológico al respecto, pero ya se ven algunos proyectos con esta técnica que yo diría que es el futuro de la ingeniería sísmica en el mundo.

¿De qué estamos hablando al referirnos al aislamiento?

Se puede aislar sísmicamente cualquier cosa. Un edificio, un puente, una obra de infraestructura, una vivienda. Voy a simplificarlo de esta manera. Cuando se aplica aislamiento sísmico, el edificio, la estructura no está apoyada sobre el piso, no está apoyada sobre el suelo natural.

Piense que el edificio está suspendido porque va apoyado sobre un dispositivo sísmico que tiene la función de disipar energía. Estos dispositivos nos permitirían, por ejemplo, volver a hacer construcciones de adobe sin que corran peligro. De hecho, estoy trabajando en un proyecto en ese sentido ya que hoy en día, hay toda una arquitectura que está orientada a rescatar nuestros orígenes, y entre ellos están los sistemas constructivos con tierra y no podríamos hacerlo si no pusiéramos la construcción sobre este tipo de dispositivos.

Hoy, una escuela, un hospital y otros edificios de este tipo deberían estar montados sobre estos dispositivos sísmicos, porque son los que tienen que funcionar en el evento.

¿De qué hablamos, de cimientos más profundos, de una platea sobre la que va la estructura?

No. Para que tenga una idea, la construcción se apoya sobre tacos de goma. Hay distintas variantes y características. Uno son los elastoméricos, que no son todos de goma; después están los aisladores friccionales, que son de simple o doble curvatura; y los que nosotros tenemos instalados en la UTN, que funcionan como en un auto. Es un paquete de resortes que son aisladores y después tiene un amortiguador, que es un eje vertical que se mueve sobre una masa viscosa de aceite.

Esto permite que la construcción se comporte como uno quiera y no como el terremoto quiera. De esta manera se puede robotizar el movimiento del edificio y esperar la respuesta que previamente se diseñó. Esto es introducir tecnología a las construcciones, porque en Mendoza venimos construyendo con los conceptos de hace 100 años. La ventaja de esto, no es solo que se protege la construcción sino todo su contenido y salva vidas humanas.

Cuando hablo de estos dispositivos, la primera pregunta que me hacen es cuánto cuesta. Y por supuesto que cuesta más caro, porque se trata de introducir tecnología en la construcción, pero yo respondo: ¿cuánto cuesta una vida humana?

De todas formas, los efectos, daños y pérdidas de un gran terremoto pueden liquidar cualquier ahorro que se haya hecho años antes y además paraliza el crecimiento porque el lugar no puede retomar su ritmo hasta que no se ponga al día nuevamente.

Naturalmente. Afecta incluso el Producto Bruto Interno de los países. En algunos casos, en países avanzados, esos daños han llegado hasta el 10% del producto bruto.

Tuvimos en el siglo XXI cuatro acontecimientos sísmicos casi apocalípticos, todos terremotos con tsunamis: el de Indonesia que desató un tsunami a nivel mundial, los dos grandes terremotos de Chile y el de Japón. ¿Es normal esta secuencia?

Estos acontecimientos ocurrieron en zonas catalogadas como sísmicas y que están dentro del Cinturón del Pacífico, por lo tanto, esto que ocurrió está dentro de un parámetro normal respecto a las causas y las regiones donde ocurrieron.