Las paredes no mean a los perros

Vivimos un tiempo de "relato" y profusión de fake news funcionales a esos macaneos que circulan entre las feligresías y en las redes. Las ideologías para autoconvencerse de los catecismos están pobladas a más no poder por paredes meonas.

Las paredes no mean a los perros

Por:Jaime Correas

Google manda a mi celular infinidad de noticias que no me interesan. Pero esta semana me interesó una referida a Borges, por su cumpleaños. No me atrajo la efeméride, sino la foto del poeta concentrado frente a un mingitorio. La nota está muy bien, los videos son recomendables. Derrochan un humor imperdible para estos tiempos amargos e inteligencia, escasa casi siempre.

La foto me llevó a una nota titulada con el maravilloso verbo mear, tan familiar, tan humano. Encontré también una nota donde un sobrino de Borges le aclara al periodista que no lo vaya a cambiar por "orinar", pues el autor de Ficciones definitivamente usaba mear. Seamos borgeanos entonces.

Sumergido en estos devaneos urinarios recordé una vieja sabiduría criolla. Un gaucho increpa a un vecino porque su perro le mea a cada rato la pared del rancho. El aludido le dice que no puede ser y en ese momento ambos observan como el pichicho levanta la patita y comienza a hacer lo suyo. Los dos miran el mismo cuadro: un chorrito une al can con la pared. El dueño del animal, sin inmutarse, arremete con la convicción de los macaneadores: "Ve que no era como usted dice, la pared está meando a mi perro".

Ver: Quincho: ¿Cristina gana? el plan "Quilombo", y los efectos en Mendoza

Vivimos un tiempo de "relato" y profusión de fake news funcionales a esos macaneos que circulan entre las feligresías y en las redes. Las ideologías para autoconvencerse de los catecismos están pobladas a más no poder por paredes meonas. Los ejemplos afloran a rolete. El relato nacional y popular cuenta que durante los años k se defendió la educación pública. Mariano Narodowski en su libro "El colapso de la educación" (2018) da las cifras duras que muestran cómo durante la "década ganada", a partir de 2003, la educación privada ganó terreno sobre la escuela estatal por primera vez en la historia argentina. El fenómeno es complejo de explicar pero se puede sintetizar en que mientras antes de ese año crecían en paralelo ambos tipos de gestión, desde la hegemonía k la escuela estatal empezó a perder matrícula a manos de las privadas. La consecuencia fue una marcada privatización del sistema mientras se cacareaba en el relato con la educación pública. Mendoza fue una de las pocas provincias que desde fines de 2015 logró revertir esa tendencia. Cuando se planteó este fenómeno contradictorio con el dogma, la respuesta fue que los padres optaban por mandar a sus hijos a las escuelas privadas por el enorme bienestar económico. Pero ¿y la defensa de la escuela pública? La pared meando al perro. De más está decir que la presunta bonanza también era relato, como lo mostraban las cifras inalterables de pobreza estructural. ¿Cómo se puede explicar si no que la Argentina se transformó en un país que no medía los pobres porque era estigmatizante? Lluvias de orines desde las paredes hacia los perros.

Este modo factofóbico de ver los hechos, donde las evidencias y los datos no importan, ha llegado a un punto alto en estos día con el conflicto docente. Un sindicato pornográficamente partidizado mintió a sabiendas para conseguir adhesión al paro porque sus dirigentes creen que se lo hacen a un gobierno de otro signo. Por eso lo ven como un éxito. Se dijo que el Item aula había perdido incidencia y se hizo correr que iban a negociar y obtener el no descuento de los días. A la hora de la verdad los docentes se encontrarán con que los descuentos de ley serán importantes en los salarios. Por eso, además del daño a ellos, la gran derrotada de esta situación es la máxima dirigencia sindical. De ahí su reacción.

Ver: Sindicalistas fellinianos

En una típica operación de pared meando al perro el sindicato ha anunciado que "judicializará" los descuentos, ante la aclaración del gobernador de que se cumplirá la ley y se descontará. Me da la oportunidad para aclarar por enésima vez cómo funcionan estos mecanismos legales en la esperanza de que los docentes hagan circular la explicación y se vacunen contra los sindicalistas fabuladores. El Item aula está en una ley de la Legislatura que dispone un componente salarial por el cual se pierde un porcentaje del salario si se falta más de tres veces por mes y once veces acumulativas anuales. Las razones para faltar justificadamente siguen siendo las mismas de siempre y son muchas. Esta normativa llevó a que en las escuelas del estado haya el mismo ausentismo que en las privadas. Antes en las estatales se faltaba entre tres y cuatro veces más. ¿Alguien me puede dar una explicación convincente de esa diferencia? El Item fue cuestionado por el Sute y perdió un recurso de inconstitucionalidad en la Corte por 7 a 0, en un histórico fallo plenario. O sea que aunque un gobernador quisiera no descontar el Item por un acuerdo paritario no podría hacerlo salvo que cambiara la ley.

El sindicato docente pidió que no se descuenten los días de paro.

El segundo tema es el del descuento de los días no trabajados. La relación laboral es lo que se llama una relación sinalagmática, lo que implica que a una prestación, el trabajo, corresponde una contraprestación, el salario. Si no se cumple el primero, desaparece la obligación del segundo. Según las consultas que he hecho a abogados laboralistas, en la actividad privada a un sindicalista ni se le ocurriría pedir el pago de días no trabajados por paro. Se le reirían en la cara. Esto ha sucedido en el Estado, cuando algunos funcionarios han pagado a quienes hicieron huelga para salir de un conflicto. Lo hicieron con dineros que no les pertenecen. Ya sabemos que muchos son celosos con lo propio y desprendidos con lo ajeno. No es ilegal, porque la ley no dice taxativamente que no hay que pagar, pero la buena administración de los fondos públicos indica que no se debe pagar. Las razones son múltiples. ¿Qué diferencia a quien trabajó de quien no lo hizo si se le paga al que para y se los iguala? ¿Por qué el estado tiene que financiar con dineros de todos la militancia partidaria de un sindicato y la decisión individual de quienes deciden hacer huelga? ¿Qué pone de sí el que hace paro? Pregunten a los padres de los colegios de la UNCuyo si están de acuerdo con los paros financiados por el estado donde sus hijos no tienen clases. Ya lo planteé el domingo pasado: en lo privado el trabajador ofrece su pérdida de salario por parar y el empresario sufre el perjuicio de no producir y por lo tanto de no vender. En esa tensión se juega el conflicto. Puro sentido común.

En el trabajo estatal es distinto el esquema de perjuicios. El contribuyente no recibe un servicio por el cual pagó con impuestos y el empleado, docente, policía, enfermero no cobra su salario. El gobernante no debería financiar la decisión sindical e individual de parar (cuando hay infinitos modos de protestar) con dineros públicos. No corresponde, por eso es tan acertada la decisión del gobernador de no financiar las decisiones del Sute. El gobernante debe defender a su empleador, al ciudadano pagador de impuestos, al cual representa ante los empleados. Los sindicalistas saben además que hay un fallo de la Corte local que avala "día no trabajado, día no pagado". Los que más lo saben, por afinidad con el mundo de las leyes, y porque fue contra ellos esa sentencia, son los judiciales. Por eso suelen intentar hacer trampa marcando la tarjeta y luego hacen el paro. ¿Recuerdan cuando les precintaron los relojes? Fue para evitar ese engaño.

La judicialización de los descuentos que plantea el Sute es otra pared meando al perro. Simplemente no tendrá éxito, es otra nube de humo, porque no corresponde. Y los dirigentes lo saben. Deberían contener su deseo irrefrenable de mentir con su relato.

Para evitar dudas, interpretaciones, tentaciones, arbitrariedades y chicanas sería bueno que los legisladores, peronistas y radicales juntos, aprobaran una ley que prohiba a todo funcionario, provincial y municipal, pagar días de paro como prenda de cambio de un conflicto. Sería un tributo a esos docentes, que con bajos salarios, buscan otros modos de protesta, pero no dejan a sus alumnos sin clases. Y a los padres que con sus impuestos pagan esos salarios que muchos querríamos mejores.