Julio Totero: "San Juan tomó la decisión de cuidar el agua mejor que Mendoza"

El referente de la metalmecánica local dijo que Mendoza no crece por falta de recursos y gestión.

Julio Totero: "San Juan tomó la decisión de cuidar el agua mejor que Mendoza"

Todo pasa por el agua en Mendoza. Agua para generar energía, para la agricultura, para el desarrollo y para sobrevivir en el desierto. Casualmente, la obra del siglo que estaba a punto de concretarse y ya no es, Portezuelo del Viento, tenía que ver con el agua.

La actual falta de infraestructura del agua, ha dejado renga a la provincia en energía, crecimiento agrícola, urbano, y desarrollo. Es la visión que transmite Julio Totero, actual secretario y ex presidente de Asinmet (Asociación de Industrias Metalúrgicas), del crucial sector de la metalmecánica mendocina.

Para Totero, urge que la clase política y dirigente de Mendoza fije cuanto antes el rumbo del desarrollo de la Provincia para los próximos 50 años, para la salud de su gente, su economía y sus motores productivos, rumbo en el que el agua, como siempre, jugará un papel central.

Gestión y recursos es la clave, según Totero. Una fórmula que, se aplica aquí nomás, en San Juan, donde "cuidan el agua mejor que nosotros". Destacó San Juan crece, a diferencia de Mendoza y explicó, por qué ellos sí y nosotros no.

¿Cuál es la foto de hoy de la metalmecánica mendocina?

El nivel de actividad está en un 60% de su capacidad instalada ¿Por qué pasa esto en Mendoza, cuando en otras regiones del país hay mayor capacidad de producción ocupada? Porque en nuestra provincia no hay grandes vectores de crecimiento. Si las otras actividades no traccionan, nuestra única opción, en el sector metalúrgico, es la exportación.

¿Que tampoco ayuda?

Lamentablemente no. Con las dificultades que tenemos para exportar y con lo mal que nos tratan a los argentinos en el mundo, se nos hace muy difícil llegar a los mercados internacionales. Nos queda el mercado interno: el 90% de la producción metalúrgica nacional va al mercado argentino.

En cuanto a Mendoza, no hay un tractor económico como puede ser la soja en la Pampa Húmeda, que se sirve de la metalmecánica comprando maquinarias para el campo; o la industria automotriz, que compra autopartes; o la industria del petróleo en Neuquén. Hay regiones que tienen estos vectores económicos, en cambio Mendoza, hace muchos años que no tiene uno que genere esa tracción sobre el resto de las actividades.

¿Cómo hace el sector para manejarse con sus empresas?

Es muy complicado. Sufrimos la falta de materiales que son producidos en el país por la escasez de insumos básicos, y la falta de los que son importados porque no existen los dólares suficientes para que se puedan traer.

Esperemos que haya alguna solución inmediata porque la industria metalúrgica depende del acero, y la actividad se está quedando sin stock, por lo que va a ser imposible producir y cumplir con lo que uno se comprometió a fabricar.

¿El mercado interno mendocino no influye en nada?

Está súper deprimido. Mi empresa, en Mendoza, no creo que llegue a facturar el 10% de lo que produce, el resto va a todo el país, pero es muy poco el volumen de trabajo que tenemos aquí. Las industrias de la provincia están con un muy bajo nivel de inversión.

Acá, si no hay una fuerte inversión de YPF, todo el sector de empresas de servicios petroleros se queda prácticamente sin trabajo. La agroindustria, es otro tractor de nuestra economía y también está con muy bajo nivel de inversión, retrayéndose en la mayoría de los casos, por lo que no queda mucho.

Dijo que el mercado metalúrgico en Mendoza está muy deprimido ¿Cómo se revierte?

Hay dos caminos. Uno es la inversión pública, que podría haber sido el caso de Portezuelo del Viento. Esta obra, habría motorizado un poco la economía provincial y permitido desarrollar un encadenamiento con otras obras que Mendoza necesita imperiosamente en los próximos 20 años: hay que hacer sí o sí, cinco o seis represas sobre nuestros ríos si queremos cuidar el agua. El próximo verano vamos a tener problemas en el río Mendoza, va haber un gran deshielo y no vamos a tener donde almacenar esa agua.

Me parece que un gran vector de crecimiento tiene que ser la inversión pública, pero con retorno, con producción de energía, que permite represar el agua y a la vez generar energía eléctrica, que nos daría la capacidad de repago para hacer otras obras.

Este es un círculo virtuoso que Mendoza debe impulsar y en los últimos 20 años no se hizo. Mientras nuestra vecina San Juan hizo 4 represas en las últimas dos décadas, nosotros no hicimos ninguna.

¿Por qué San Juan pudo hacer cuatro represas y Mendoza no?

Porque ellos tomaron la decisión política de cuidar el agua mejor que nosotros.

Creo que a la Provincia le ha faltado gestión al respecto. Recién ahora, Emesa (Empresa Mendocina de Energía S.A.) tiene los proyectos para avanzar sobre las represas de El Baqueano, sobre el río Diamante, en San Rafael; y Uspallata, sobre el río Mendoza, en Las Heras.

Lo que le pasó a Mendoza fue que se quedó sin Portezuelo, que era la razón por la cual iba a tener fondos garantizados por la generación de energía, para decirle a los organismos de crédito internacionales que le prestaran dinero para hacer El Baqueano o Uspallata, préstamos que pagaría con lo que generara Portezuelo. Lamentablemente cortamos la cadena al no hacerlo.

Y si bien defendimos Portezuelo porque, aunque no fuera la mejor obra, era la posible, al final no se pudo hacer porque no nos pudimos poner de acuerdo, primero entre los mendocinos y después con el gobierno nacional, ni con las provincias vecinas, con las que tenemos cero diálogos.

No está bueno que así sea. Mendoza tiene que tener más diálogo con San Juan, La Pampa, San Luis y Neuquén, pero como tenemos signos políticos distintos, no nos hablamos y las políticas de desarrollo regional quedan truncas.

¿En cambio, San Juan si avanzó con sus proyectos?

Así es. La gestión de San Juan es peor que la nuestra, pero tienen recursos y Mendoza no los ha tenido. Ellos utilizaron los recursos de la minería y después, los de la generación de las centrales hidroeléctricas que fueron construyendo. Tuvieron una política, una gestión y fueron obteniendo los recursos para llevarla a cabo.

Nosotros tenemos ahora los recursos de Portezuelo del Viento y espero que no se despilfarren, como ocurrió hace muchos años con lo cobrado por las regalías mal liquidadas. Ya quemamos 1.000 millones de dólares en los años ‘90.

San Juan ha ido mucho más allá y además ha desarrollado de modo muy fuerte la agroindustria. Hace 20 años, casi no exportaba productos agroindustriales y hoy exporta de todo, muchísimos productos elaborados con alto valor agregado.

¿Y pudieron desarrollarla a la par de la minería?

Por supuesto, porque la minería les ayudó a tener la infraestructura que hacía falta para desarrollar otras industrias. San Juan exporta casi 800 millones de dólares en productos agroindustriales, cuando hace 20 años no llegaban a los 200 millones, mientras que nosotros, hace 20 años, exportábamos 1.000 millones de dólares y seguimos exportando la misma cifra.

San Juan es un tractorcito que viene subiendo la cuesta bastante bien. Hace dos décadas no tenían para pagar los sueldos, el ex gobernador José Luis Gioja tenía la casa de gobierno rodeada por los maestros porque no podía pagarle los salarios. Ellos han ido saliendo de una crisis muy profunda que lograron resolver, encaminarla, siguen con muchos problemas aún, porque por ahí no hay buenas gestiones, pero han dado pasos importantes.

Mendoza, por su parte, va a tener que replantearse sus políticas y su modelo de desarrollo, La clase dirigente de la provincia va a tener que ponerse de acuerdo de una vez por todas y hacer una especie de Pacto de la Moncloa mendocino, como hizo España después de la salida de Franco (retorno a la democracia). En esa ocasión, los españoles se pusieron de acuerdo en dos cosas: en cómo iban a desarrollar la economía y cómo iban a garantizar la seguridad jurídica de las inversiones, del ciudadano y de la vida de toda la población. Lo hicieron y llevan 45 años de crecimiento ininterrumpido.

¿Ve posible algo así en Mendoza?

La clase política debería trazarse un esquema de acuerdo, de desarrollo, definir para dónde va a ir la provincia en los próximos 50 años. Nosotros decimos que ordenar las cuentas públicas es una condición necesaria pero no suficiente para que la gente viva mejor.

Es necesario tener las cuentas ordenadas, pero en función de los ingresos, no en función de las deudas. Es decir, multiplicar los recursos económicos que tenemos en la provincia para que esos recursos enriquezcan las arcas y tener una política de distribución de los mismos porque si se hace mal, se cae en el mismo problema.

¿Cuánto le deja a San Juan la minería? ¿Duplicó su presupuesto? ¿Aumentó sus ingresos?

Hay muchos datos al respecto. Por ejemplo, en los últimos 15 años, los departamentos de Iglesias y Jáchal recibieron unos 400 millones de dólares por la actividad minera. Eso les permitió tener caminos, luminarias, una planta nueva de agua potable, un acueducto nuevo con el cual desde hace unos años se provee a la población de Jáchal. La minería en San Juan deja muchos recursos, se han hecho muchas obras en infraestructura de caminos, de alta tensión eléctrica. Allá hay energía en todos lados y Mendoza, por su parte, se ha quedado mucho en ese sentido. De hecho, cuando viene una gran empresa a radicarse a nuestra provincia, tiene muchas dificultades porque no consigue lugares donde pueda haber energía eléctrica suficiente.

¿En serio?

Si, sí. Simplot (la planta fabril de papas fritas congeladas, sobre la ruta 7) tuvo muchísimos problemas para radicarse en Mendoza por el tema de los servicios, porque la Provincia no tenía posibilidades de ofrecer energía eléctrica y gas suficiente para la radicación de industrias.

¿Y esto por qué pasa?

Porque falta infraestructura. Faltan líneas de conducción de gas y electricidad porque no hay recursos para hacerlas. En el caso de San Juan, si las hizo.

A ver. ¿Las obras de infraestructura de gas y electricidad las tienen que hacer las operadoras o la Provincia?

La provincia tiene que elaborar los proyectos y hacer los pedidos que correspondan en función de su estrategia política y de desarrollo. Si Usted no va a la Nación a decirle que quiere hacer una línea de alta tensión, en tal lado, porque va a desarrollar un parque industrial y va a necesitar llevar un gasoducto de tal punto a tal otro para proveer a sus industrias, de la Nación no lo van a hacer espontáneamente, si el tema no está en la mesa para discutirlo. Mendoza no tiene proyectos. No tiene proyectos en aquellos casos que puede financiar la Nación y tampoco en los que podría afrontar la Provincia.

Veamos lo que nos ha pasado con Portezuelo. Se nos cae la obra y no sabemos qué hacer con 1.000 millones de dólares. Todavía estamos discutiendo si vamos a hacer una plaza, un canal para llevar el agua. Hoy, los únicos proyectos que hay en la provincia son las represas de El Baqueano y Uspallata. No hay otros proyectos importantes. Hay muchas ideas, pero con las ideas nadie viene a poner el financiamiento, este aparece después que esa idea se transforma en un proyecto y ese proyecto se convierte en algo factible.

Hace falta que en Mendoza nos pongamos a pensar cuales son los ejes de desarrollo para generar las obras de infraestructura necesarias.

Nosotros, desde Asinmet, teníamos expectativas de que el Consejo Ambiental, Económico y Social fuera el ámbito, pero después de dos años de funcionamiento, no ha salido un proyecto como la gente de ese Consejo.

¿Cómo se formó ese Consejo?

Fue un pedido que le hicimos desde el sector empresario a los candidatos a gobernadores en 2019. El gobernador Rodolfo Suárez lo tomó, una vez que asumió, y envió el proyecto a la Legislatura. ¡El tema es que los legisladores le pusieron 84 miembros a ese Consejo!

¿¡84 miembros!?

Si, si, 84. Entonces, aquello que tenía que ser un espacio en el que se discutieran los temas estratégicos de la Provincia, en función de su desarrollo, se convirtió en un lugar en el que están desde los ex gobernadores; que me parece importante su presencia como hombres de consulta a partir de su experiencia; hasta asociaciones que no tienen que ver con la producción. Yo me puedo sentar a discutir con un músico, pero yo de música no entiendo nada. Pero cuando un músico se pone a hablar de economía o desarrollo estamos en problemas.

Les metieron prácticamente dos legislaturas enteras al Consejo.

Podríamos decir que son dos legislaturas, pero ninguna de las dos funciona, porque la Legislatura tampoco es un órgano donde se evalúen o planifiquen proyectos que tengan que ver con el desarrollo de Mendoza. Esto no se discute ahí.

Hace varios meses, le presentamos a la Legislatura un pedido conjunto, desde distintas cámaras empresarias, para que nos inviten a discutir políticas de desarrollo, a ver que vamos a hacer con el agua, con la energía, el petróleo, la minería, la agroindustria, el comercio, los servicios, pero no nos llaman, no nos tiran ninguna línea y cuando uno ve los proyectos que ahí se discuten, se da cuenta porque la Provincia está como está. La Legislatura no genera políticas de desarrollo. Ahí estamos en un problema.

Desde la metalmecánica se reclama mucho por la minería. ¿Por qué creen que la gente no la acepta?

Creo que ha habido fallas en la comunicación y eso tiene que ser responsabilidad del Estado provincial, que es el dueño de los recursos mineros y el encargado de difundir sus beneficios, pero el Estado no lo hace. Las empresas lo intentaron en algún momento y no tuvieron demasiado éxito en su comunicación. Se conformaron dos espacios de diálogo en dos gobiernos distintos y los sectores que estaban en contra de la actividad nunca se arrimaron a discutir.

¿Por qué insisten en que es necesaria la minería?

Nosotros estamos a favor porque sin la minería no seríamos nada porque en la actividad metalúrgica dependemos del acero y hoy tenemos problemas de provisión de acero debido a que no hay dólares para importar el hierro de Brasil. Y en Mendoza tenemos minas de hierro que no podemos explotar.

¿Por qué no se pueden explotar?

Porque hay una ley que obliga a que cada proyecto tenga que pasar con su declaración de impacto ambiental por la Legislatura y los proyectos llegan y se quedan años sin que puedan pasar. Sucedió con el proyecto de Hierro Indio, en Malargüe, que califica dentro de los límites de la ley 7722 porque no usa ácido sulfúrico ni ninguno de esos productos, la separación del hierro es magnética, pero bueno...

Pero no tiene nada que con las restricciones de oro, plata y cobre.

Claro, no tendría ningún tipo de restricción. A este proyecto se le pidió la declaración de impacto ambiental para exploración, que se está haciendo, pero el inversor es muy claro. Cree que una vez que presente la declaración de impacto ambiental para construir la mina se la van a tener frenada seis o siete años como ya pasó con Potasio Río Colorado, que se terminó cayendo, porque cuando finalmente arrancó la construcción el potasio había bajado de 900 dólares a 400 dólares, entonces ya no le cerraban los números a los inversores y se fueron. Con Hierro Indio pasa lo mismo, el inversor tiene que pensar en volcar 10 o 20 millones de dólares y después esperar seis o siete años en la Legislatura para que se lo aprueben. Mientras los proyectos sigan pasando por la Legislatura no va a haber inversión minera posible en el marco de la 7722. Por lo que una modificación de la ley sería importante.

¿Pero para qué modificarla si no es una limitante para el hierro?

Sí, pero el paso por la Legislatura es inevitable y ahí no se garantiza que se apruebe la declaración de impacto ambiental. Por eso pedimos que se apruebe una reforma de la ley y en el marco de la reforma, se ejecute la creación de una Agencia de Protección Ambiental en la que participen las universidades, el Conicet, los organismos de investigación, el Inta, el Inti, todos los organismos públicos que pueden técnicamente tomar una decisión. Me parece que el camino tiene que ser ese, que tenga independencia y autonomía y permita el desarrollo de una actividad en condiciones de sustentabilidad social, económica y ambiental, como se hace en tantos países del mundo que la han desarrollado de esa manera como Noruega, Finlandia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica.

¿Cuánto crecería Mendoza en 20 años si se habilita la minería?

Estimamos que puede crecer a razón del 3 o 4% de su producto geográfico, con el desarrollo de seis o siete proyectos mineros, que no trataría de megaminería sino de proyectos pequeños como San Jorge, Paramillos, Cerro Amarillo.

En un solo proyecto, del tamaño del de San Jorge, por ejemplo, el sector metalúrgico crecería en 6 mil o 7 mil puestos de trabajo y en las explotaciones mineras, en unos 700 empleos en planta permanente y otros 3 mil en la construcción.

Pero, además, el impacto que tiene un trabajador minero se multiplica por siete hacia afuera, en proveedores, prestadores de servicio y alto nivel salarial que hoy está como mínimo en 300 o 350 mil pesos. Es un impacto importante de mano de obra, servicios y salarios. No es la salvación para Mendoza, pero sí es una herramienta que no debemos dejar pasar, igual que en petróleo, que hay mucho todavía por hacer, en energía, que va asociado al cuidado del agua, y en la agroindustria, que es la que nos permite radicar mucha gente en el territorio y evitar que migre a las grandes ciudades y conglomerados urbanos.

Dijo al inicio de la entrevista que es difícil exportar porque a los argentinos los tratan cada vez más mal en el exterior. ¿Por qué ocurre eso?

Y, porque la Argentina se ha encargado de desprestigiarse internacionalmente por la falta de una política de comercio exterior, de promoción, la costumbre del país de no pagar sus cuentas, de siempre estar al borde de un default y una labor incoherente de la Cancillería argentina.

¿Usted va afuera y qué pasa?

Hay cada vez más resistencia a comprar productos argentinos porque uno no sabe si va a poder entregarlos, si la aduana los va a dejar salir. Es una complicación permanente, agravada por esta política de alianzas que Argentina tiene con el mundo, que parece que fuera más importante Irán que Alemania. Eso nos genera problemas, porque cuando alguien en Europa tiene que comprar un bien, que venga de la Argentina o de Brasil, prefieren comprar el brasileño. La política de nuestro propio país no nos acompaña.

¿Influye en la concreción de una operación exportadora que el gobierno diga que le gusta Venezuela e Irán?

Si, totalmente. Estuve en España a finales del año pasado y la verdad que se siente esa resistencia del mundo hacia el país cuando ellos ven que la Argentina toma caminos como apoyar a Nicolás Maduro o seguir sosteniendo la política cubana. No nos hace bien. No confían en nosotros.

¿Qué peso tiene hoy la metalmecánica mendocina en la matriz productiva provincial?

Desde Asinmet estimamos que la metalmecánica representa el 4% del Producto Bruto Geográfico. El sector metalúrgico factura alrededor de 500 millones de dólares por año en Mendoza y emplea unos 15 mil trabajadores directos.

¿El mucho o es poco?

Es poco, en cuanto a la facturación podría ser un 30 o 40% más si tuviéramos la capacidad instalada trabajando a pleno y con factores de crecimiento en la provincia. Podríamos facturar 200 o 300 millones de dólares más, lo cual nos llevaría a generar mayor cantidad de empleos. Para que tenga una idea, en la década del ‘70, la metalmecánica mendocina daba trabajo a 40 mil trabajadores.