Ya hay más casos y muertes de coronavirus que en todo 2020

La pandemia sigue presionando fuerte sobre la salud pública. En las últimas semanas del mes pasado, empezó a trepar otra vez, levemente. Junio fue el segundo mes en cantidad de muertes en toda la pandemia. La progresión de casos local es menor a la del país.

Ya hay más casos y muertes de coronavirus que en todo 2020

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

¿Cuánto de todo esto se podría haber evitado, o aunque fuere mitigado, con una apropiada gestión de las vacunas? Cerró el primer semestre de 2021, y la cantidad de casos y muertes por la pandemia en Mendoza supera a los producidos en los largos nueve meses desde que empezaron las infecciones en marzo del año pasado, hasta diciembre. En el primer semestre totalizamos 60.957 casos, contra los 57.496 que se produjeron el año pasado. Lo mismo con las muertes. Fueron 1.250 desde marzo a diciembre de 2020, cuando ocurrió el primer deceso de un paciente que había llegado del exterior. Este año, en seis meses ya ocurrieron 1.360 decesos.

Como se ve, aunque Mendoza acaba de convertirse en el primer distrito en avanzar con su plan de vacunación hasta los mayores de 18 años sin comorbilidades, la pandemia está dejando dolorosos jirones de muerte, y de recuperados que aún circulan meses enteros en clínicas y hospitales buscando la sanación total. Pocos la consiguen. Las lesiones que provoca la neumonía bilateral que endurece, daña y "plastifica" los pulmones por dentro, duran meses enteros y la evolución siempre es muy lenta. Es la consecuencia más letal del coronavirus.

Una de las jornadas de vacunación docente.

La temida variante Delta que infecta con sólo diez segundos de exposición no ha llegado a la provincia, y hay menos de diez casos en el país. Aun así, el coronavirus hizo estragos pese a que la progresión mensual de casos de Mendoza es menor a la del promedio del país. Argentina terminó 2020 con 1,6 millones de contagios confirmados. Y en los primeros 6 meses de 2021, vamos por los 4,4 millones. Quiere decir que 2,8 millones son de este año. Lo mismo con las muertes. Según datos oficiales, terminamos 2020 con 43.245 muertes. En seis meses de 2021, se produjeron otras 51.059.

Hasta ahora, mayo hay sido el peor mes del año y de toda la pandemia respecto de cifras y de muertes en nuestra provincia. Junio fue levemente "mejor". Las comillas son porque no hablamos de números, sino de gente que se enferma y eventualmente muere. Durante junio la pandemia arrancó alta, se aplanó a mitad de mes, y llevamos dos semanas con la progresión de casos en leve alza. El punto mínimo fue de 0,70 hace dos semanas, y ahora trepamos a 0,91. A partir de 1,20 Nación nos cataloga en zona de alerta epidemiológico con restricciones, que de todos modos Mendoza no asume. La política sanitaria nacional y la de Mendoza fueron un tironeo político constante desde que empezó la pandemia. Las cifras actualizadas por semana epidemiológica pueden verse en este cuadro:

La incidencia de casos cada cien mil habitantes bajó un poco más. Ello, a pesar de la suba de contagios en la semana epidemiológica 26 que terminó con las cifras del jueves. La explicación es estadística. Desde el jueves 1, es mayor la base de población que el Indec calcula para Mendoza. Hasta el 1 de julio del año próximo nuestra población está proyectada en 2.030.061 habitantes.

Como se puede ver, aunque con una curva relativamente plana y alta, la pandemia sigue manteniendo en jaque al sistema sanitario, con alta ocupación de camas, especialmente, y una gran cantidad de casos y de muertes diarias. Por eso es importante mantener los cuidados, y además, vacunarse, para ir mitigando poco a poco este virus y llegar lo mejor posible al verano. El futuro es una incógnita. Cuidarse e inmunizarse para seguir viviendo, es la única vía posible, de momento. Y rezar para que la ciencia logre ir a una velocidad aceptable, tanto como para emparejar la facilidad con que el coronavirus se reproduce en nuevas cepas, cada vez más peligrosas.

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Nota del autor. Comparto estas historias, incluso la propia, para que entendamos que el coronavirus no es una estadística. Y que la recuperación es muy trabajosa. Es preferible no enfermarse, para que podamos seguir funcionando.

Me infecté entre el 19 y el 24 de marzo de este año luego de un año de cuidados. Un día bajé la guardia, o estuve en contacto con un positivo de coronavirus, y me enfermé. El 27 de marzo me determinaron positivo. El 29 me diagnosticaron neumonía bilateral. Estuve 8 días aislado en casa con tratamiento. Al octavo día, el sábado 3 de abril, colapsé. Fiebre, mucho dolor, y dificultades para respirar. Terminé ganándome 11 días de internación en el Hospital Santa Isabel de Hungría, donde -literalmente- me salvaron. Desde entonces volví una media docena de veces al hospital para diversos controles: clínica, neumonología (dos veces), cardiología, neurología, tomografía, resonancia, y análisis de anticuerpos (altos, por suerte). Tres meses después del alta, no tengo secuelas graves. Al menos, no han aparecido. Sólo el cansancio, agitación, y que el neumonólogo aún no me permite actividades intensas. Mis pulmones aun muestran un grado de lesión apreciable.

El oxímetro, ese aliado indispensable.

Una mañana, después del Covid, me enviaron un mensaje a la radio pidiendo por una persona: Sergio Consoli. No lo conocía. Estaba muy mal y en terapia intensiva. Di el mensaje al aire y le deseé que se recupere. Días después en una visita al hospital, lo vi en recuperación post terapia. Aún estaba dormido y con oxígeno. El Dr Leonardo Barbato, director del Santa Isabel de Hungría, me presentó a Mariana, la esposa de Sergio. Estaba demacrada, agotada, pero entera. Hice un recorrido, conocí la terapia, y vi gente muy joven... muy grave. Entubados hasta los ojos. Así como en la madruga del 7 abril, boca abajo y con oxígeno  en la habitación 9 había hecho fuerza para respirar, esa tarde hice otro esfuerzo, esta vez para no llorar. El jueves, hace dos días, me alegró encontrarme con Sergio y Mariana en la sala de espera del hospital, donde nos cruzamos los convalecientes. Me alegró mucho verles bien. Esperaban, igual que yo, al neumonólogo Héctor Videla. Sergio estuvo en terapia semanas enteras, y pasó cincuenta días internado. La enfermedad, como a muchos, lo golpeó durísimo. Está saliendo.  Lo había visto casi muerto. Pero por suerte, la vida sigue.