Quién fue Felipe de Edimburgo, el fiel compañero de la reina Isabel II

Estuvo casado con la reina durante más de 70 años y se convirtió en el consorte con más años de servicio en la historia británica.

Quién fue Felipe de Edimburgo, el fiel compañero de la reina Isabel II

Por: Mendoza Post

El príncipe Felipe, marido de la reina Isabel II del Reino Unido, falleció este jueves a los 99 años, informó el Palacio de Buckingham. El duque estuvo casado con la reina durante más de 70 años y se convirtió en el consorte con más años de servicio en la historia británica.

Llevó una vida de compromisos públicos reales muy intensa que abandonó recién en mayo de 2017. Su última aparición pública oficial había sido ese mismo año, durante un desfile de los Royal Marines en la explanada del Palacio de Buckingham.

Felipe asumió un rol difícil para cualquiera, quizá más para un hombre acostumbrado al mando naval. Pero, sin dudas, cumplió con darle a la reina el apoyo que necesitaba, lo que le permitió ganarse el afecto de buena parte del pueblo británico.

Felipe de Grecia nació el 10 de junio de 1921 en la isla de Corfú, pero como el país no adaptaba todavía el calendario gregoriano, su certificado de nacimiento dice que nació el 28 de mayo de ese mismo año. La historia de su familia es bastante convulsionada, según detalla la BBC.

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Su padre fue el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca, hijo menor de Jorge I, rey de los Helenos, y su madre, la princesa Alicia, hija mayor del príncipe Luis de Battenberg y bisnieta de la reina Victoria.

Tras un golpe de Estado en 1922, su padre fue desterrado de Grecia por un tribunal revolucionario. Su primo segundo, el rey británico Jorge V, envió un buque de guerra para rescatar a la familia, que se trasladó a Francia.

El pequeño Felipe, el menor de la familia y único hombre entre cinco hermanos, hizo el viaje en una cuna hecha con una caja de naranjas. A los 7 años, se mudó a Inglaterra para vivir con parientes.

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Para entonces, su madre había sido diagnosticada con esquizofrenia y estaba en un manicomio, por lo que tuvo poco contacto con ella.

Su formación estuvo marcada por el pionero educador judío Kurt Hahn, con quien estudió primero en Alemania y, cuando este tuvo que huir de la persecución nazi, en Escocia.

Su método, con énfasis en la autoconfianza, resultó ideal para un adolescente que, separado de sus padres, pasaba mucho tiempo solo.

El primer encuentro

Al aproximarse la Segunda Guerra Mundial, Felipe decidió seguir una carrera militar. Su primer deseo fue unirse a la Fuerza Aérea Real, pero terminó integrándose a la Marina por la tradición marinera de su familia materna.

En un recorrido por las instalaciones donde estudiaba que hacía el rey Jorge VI junto a su esposa y las princesas Isabel y Margarita, Felipe quedó a cargo de acompañar a las dos jóvenes.

Según testigos, el encuentro causó una profunda impresión en Isabel, de 13 años, cinco años menor que su futuro marido.

Muy pronto, el joven griego comenzó a mostrarse como un buen prospecto. Y para fines de 1942 era uno de los más jóvenes primeros tenientes de la Marina.

"Rudo y maleducado"

El romance entre Isabel y Felipe se inició con un intercambio regular de cartas y continuó con invitaciones a compartir con la Familia Real.

Fue después de una de esas visitas que la heredera puso en su tocador una foto de Felipe vestido en su uniforme naval.

Era toda una señal, y pese a que hubo oposición por parte de algunos cortesanos, uno de los cuales describió al futuro príncipe como "rudo y maleducado", en el verano de 1946 Felipe le pidió oficialmente al rey la mano de Isabel.

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Pero antes de que el compromiso pudiese ser anunciado, el novio necesitaba una nueva nacionalidad y un apellido. Fue entonces cuando renunció a su título griego, se hizo ciudadano británico y tomó el nombre de su familia materna, Mountbatten.

La boda se celebró en la Abadía de Westminster el 20 de noviembre de 1947. El entonces primer ministro Winston Churchill la describió como un "destello de color" en medio de la posguerra.

Desde ese día, Felipe fue reconocido como Su alteza real, duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón de Greenwich.

El duque retomó su carrera naval y fue enviado a Malta, donde por un tiempo vivieron en relativa normalidad.

Un año después nació su hijo mayor, el príncipe Carlos, y en 1950 llegó la princesa Ana (los príncipes Andrés y Eduardo nacieron en 1960 y 1964, respectivamente).

La primera gran prueba que tuvo que enfrentar Felipe como marido de Isabel se produjo cuando la salud de Jorge VI comenzó a deteriorarse y ella debió asumir más responsabilidades reales.

Para poder estar a su lado, se tomó licencia de la Marina en julio de 1951. Nunca volvió a tener un papel activo.

Y pese a que no era un hombre de arrepentimientos, en una ocasión admitió que lamentaba no haber podido continuar su carrera naval.

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En 1952, la pareja emprendió un viaje por África que originalmente harían el rey y la reina.

Estando en Kenia, llegó desde Inglaterra la noticia del fallecimiento de VI había por una trombosis coronaria.

Felipe fue el encargado de decirle a Isabel que su padre había muerto y ella era la nueva monarca.

Fuera de la Marina, se veía obligado a crearse un nuevo rol. La pregunta era cuál.

A medida que la Coronación se acercaba, se comunicó que si bien Felipe tendría prioridad después de la reina en todas las ocasiones, nunca ostentaría una posición constitucional.

El duque estaba lleno de ideas sobre cómo modernizar la monarquía, pero terminó desilusionado por la férrea oposición por parte de la vieja guardia de palacio.

Las fiestas y la familia

Durante los primeros años del reinado de Isabel, Felipe canalizó parte de sus energías manteniendo una intensa vida social.

Todas las semanas se reunía con un grupo de amigos en cuartos privados de un restaurante de Soho, en barrio bohemio del centro de Londres.

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Una de las pocas áreas en que el príncipe tenía libertad para ejercer su autoridad era la familia, aunque perdió la batalla por imponer qué apellido llevarían sus hijos.

Él quería que fuese Mountbatten, pero la reina eligió Windsor. "Soy el único hombre en este país que no puede darle a sus hijos su nombre", se quejó con sus amigos.

Proyectos propios

Con el paso del tiempo, Felipe fue encontrando su camino en proyectos ligados al bienestar de los jóvenes, uno de los problemas sociales que más le interesaban.

En 1956 lanzó el exitoso Premio del Duque de Edimburgo, que permitió que alrededor de 6 millones de jóvenes de todo el mundo se retaran física, mental y emocionalmente en una variedad de actividades al aire libre diseñadas para promover el trabajo en equipo, el ingenio y el respeto por la naturaleza.

También fue un gran defensor de la naturaleza y el medio ambiente, aunque estuvo envuelto en algunas controversias por su afición a la caza. Su decisión de dispararle a un tigre durante un viaje a India en 1961 es una de las más recordadas.

Eso no le impidió, sin embargo, dedicar energías y usar su influencia para respaldar la fundación del Fondo Mundial para la Naturaleza.

Fue además un gran deportista. Practicó vela, cricket y polo y fue presidente de la Federación Ecuestre Internacional.

La relación con Carlos

De acuerdo al biógrafo del príncipe Carlos, Jonathan Dimbleby, la relación entre ambos era compleja. Cuando el heredero era adolescente, Felipe insistió en que asistiera a la misma escuela en la que él se había educado, motivado por la creencia de que su filosofía podía ayudar a contrarrestar la naturaleza más bien retraída de su hijo.

Pero Carlos odió el lugar, extrañaba su casa y fue víctima constante de bullying.

A su padre le costaba entenderlo, y más de una vez redujo al joven a lágrimas con sus reprimendas públicas.

En la biografía de Dimbleby también se dice que el duque de Edimburgo empujó más tarde a su hijo a casarse con Lady Diana Spencer.

Sin embargo, Felipe fue más especialmente diligente con sus hijos durante los difíciles años de sus crisis matrimoniales.

Tomó la iniciativa para intentar comprender los problemas, impulsado quizás por sus propios recuerdos de las dificultades de casarse con un miembro de la familia real.

Y, aunque la ruptura de los matrimonios de tres de sus cuatro hijos -la princesa Ana y los príncipes Andrés y Carlos- le causaron una gran tristeza, siempre se negó a hablar de problemas personales.

"Hice lo que creo que fue lo mejor que pude"

Felipe fue un hombre con un temperamento combativo que con frecuencia se sentía incómodo con el tacto que requería su posición.

Esto fue reconocido por el entonces primer ministro David Cameron cuando rindió homenaje a Felipe por su 90º cumpleaños en 2011: "Siempre ha hecho las cosas a su manera inimitable, con un enfoque realista y sensato que los británicos, creo, encuentran entrañable".

Retiro de la vida pública

Después de décadas viajando junto con la reina en visitas de Estado al extranjero o para atender a eventos de las organizaciones que presidía, el duque de Edimburgo se retiró de la vida pública en agosto de 2017.

En enero de 2019, sobrevivió a un accidente de coche mientras conducía cerca de Sandringham, en el que dos mujeres que iban en el otro vehículo implicado resultaron heridas. Tras el incidente, entregó voluntariamente su licencia de conducir.

El Palacio de Buckingham calculó que, desde 1952, el príncipe atendió 22.219 compromisos en solitario.

Felipe jugó un rol importante ayudando a la monarquía a aceptar los cambios en las actitudes sociales a lo largo de los años.

Pero su mayor logro fue, sin duda, la constancia de su apoyo a la reina.

Él creía que su trabajo era, como le dijo a su biógrafo, "asegurar que la reina pudiera reinar".

En un discurso pronunciado en una celebración para conmemorar el aniversario de bodas de oro de la pareja, Isabel II le rindió homenaje.

"Es alguien que no se toma fácilmente los cumplidos, pero simplemente ha sido mi fortaleza y se ha quedado todos estos años. Yo, su familia y este y muchos otros países le debemos muchos de lo que él no admitiría y de lo que nunca sabremos".

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