El día que Aníbal "se preocupó" por el vuelco de un patrullero con cocaína

Ocurrió en 2004, pero viene a cuento por las acusaciones de su ex ladero Martín Lanatta. Una historia real.

El día que Aníbal "se preocupó" por el vuelco de un patrullero con cocaína

Por:Christian Sanz
Secretario Gral. de Redacción (click en autor)

El 8 de mayo de 2004, cuatro efectivos de la Policía Federal -entre ellos el entonces tercer jefe de la Delegación Salta- fueron detenidos en Jujuy con 116 kilos de cocaína, luego de volcar la camioneta oficial en la que viajaban.

Entonces, la Federal sostuvo que la droga que tenían los agentes había sido incautada durante un procedimiento realizado en la ciudad fronteriza de Salvador Maza y que los uniformados la estaban trasladando desde esa ciudad hasta la capital salteña.

Pronto se supo que eso no era verdad y el juez federal jujeño Mariano Cardozo, ordenó detener a los policías hasta que todo se esclareciera.

Quien finalmente aclaró todo fue otro magistrado, Raúl Reynoso -de la localidad de Orán-, quien contó que él mismo había ordenado realizar peritajes sobre esa droga y solicitó a los uniformados que le enviaran el sumario con el cargamento de cocaína, lo cual nunca sucedió.

Aníbal, siempre en el lugar equivocado en el momento equivocado

En lugar de ello, la comisión policial partió desde Salvador Maza, en Salta, por la ruta 34 y, lejos de dirigirse a Orán, siguió viaje a través de la provincia de Jujuy, en dirección a la capital salteña. A partir de ese momento, funcionarios judiciales que intervinieron en la causa comenzaron a evaluar la posibilidad de que los policías estuvieran traficando esas drogas.

Los implicados directos fueron el excabo Javier Aguilera, el entonces subcomisario Daniel Dionisio Ferreyra, el exsubinspector Dante Callave y el entonces cabo primero Daniel Guzmán, quienes viajaban en el vehículo que volcó con los estupefacientes.

A nivel superior, fueron relevados de sus cargos el jefe y subjefe de la Delegación Salta de la Policía Federal, comisarios Carlos Díaz y Guillermo Osler, respectivamente.

Maldita cocaína

En ese marco, sucedió lo inesperado: Aníbal Fernández, en su cargo de ministro del Interior de la Nación, envió al entonces director de Delegaciones de la Policía Federal, comisario José Darío Mazzaferri para apoyar a los policías detenidos, lo cual fue interpretado por los jueces -junto a varios llamados del hoy jefe de Gabinete- como un "acto mafioso".

Según consignó en esos días Revista Veintitrés, habría habido presiones para que el juez de Orán "inventara un operativo para justificar el origen de la droga".

"Tengo la absoluta tranquilidad respecto al proceder de los efectivos", aseguró Mazzaferri en referencia al proceder de los uniformados que llevaban la droga.

Aníbal supera todas las probabilidades del azar

Días después, el 8 de junio del mismo año -2004-, fue citado a declaración indagatoria por el juez federal de Salta, Miguel Medina, acusado de entorpecer la labor judicial al manifestar públicamente que el secuestro ilegal de cocaína había sido "exitoso" y defender la labor de los efectivos que estaban detenidos.

Una vez más, la mano de Aníbal Fernández había logrado su objetivo, como cuando -en octubre de 1994- la Policía bonaerense allanó Estadio Chico de Quilmes y encontró medio kilo de cocaína de mediana pureza, una balanza de precisión y elementos para el fraccionamiento. La mercadería estaba ordenada en pequeñas bolsas plásticas y tenían una etiqueta que indicaba el destinatario: bares y colegios secundarios de la zona.

En el 94, Aníbal fue un prófugo de la justicia

La droga y la balanza fueron encontradas entre miles de boletas -de la reforma constitucional de la provincia- por el Si, sobrantes de la consulta popular que se había realizado el 2 de octubre de ese año. Estadio Chico llevaba tres años como local de la Liga Federal.

En esa oportunidad y como siempre, Fernández -entonces intendente de Quilmes- pudo salir airoso del oscuro episodio. Aún faltaba mucho para el episodio del triple crimen de General Rodríguez y mucho más aún para que Martín Lanatta e Ibar Esteban Pérez Corradi lo expusieran públicamente.