El día que Cristina volvió a querer a Mendoza

El peronismo debe estar conforme con la visita de la presidenta. Con su apoyo, están en la pelea electoral. Sin ella, el destino era el abismo seguro.

El día que Cristina volvió a querer a Mendoza

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

La aman. Sin condicionamientos ni razones sencillas de explicar. Porque no se rinden cuentas por el afecto. Fueron a estar casi seis horas de pie por ella. Para verla, escucharla, tocarla, y agradecerle. Es cierto que la enorme movilización del peronismo y el kirchnerismo juntos en una demostración de fuerza contundente tuvo mucho de aparato. Había dos kilómetros de fila de autos, traffics y colectivos. Pero quienes hicieron vibrar el solitario descampado en las afueras del Hospital Alfredo Metraux este mediodía en Fray Luis Beltrán, Maipú, no tenían mucha cara de estar allí obligados. No fueron por el chori ni a punta de pistola. Fueron a escuchar y a ponerle el hombro a Cristina.

¿Por qué?

Posiblemente, sientan que ella les dio más derechos que ninguno antes. Les dio inclusión. ¿Por qué iba a ir la gente por el Acceso Este, sin banderas, arrastrando sillas de ruedas y carritos de bebé? Sienten que aunque les falta mucho, están más “adentro” que antes: la Asignación Universal por Hijo, el PROCREAR para la vivienda aunque fuere por sorteo, el Progresar para terminar la secundaria, las asignaciones familiares, la movilidad jubilatoria de dos aumentos al año, las jubilaciones de amas de casa, los precios cuidados con los que los más pobres ahorraron un peso (aunque no resuelve la economía), y muchos otros avances sociales que la presidenta se preocupó de enumerar uno a uno en un discurso potente. Difícil de empardar por una oposición dispersa que tiene que estar explicando todo el tiempo “No, no les vamos a sacar la AUH, ni el trabajo, ni la jubilación”, como amagó a acusar un enfervorizado Paco Pérez en su propio discurso hoy, antes que Cristina. 

El PJ facturó bien la visita de CFK.

Cristina les dio lugar a los jubilados, a los abuelos, a las mujeres, a los jóvenes... Es claro que su estilo divide y por eso existe la grieta con la otra parte de la sociedad, la que no la vota. Como también divide la corrupción. Es un problema endémico de este país. Los postergados tienen preocupaciones más urgentes que Lázaro Báez, el lavado, Fariña, los bolsos de dinero, la causa Hotesur, la máquina de hacer plata de Boudou, las obras megalómanas o -bien cerquita- un intendente muy millonario acusado de enriquecerse a costa de los pobres, que estaba en el escenario. 

La presidenta es una experta en el manejo de las escenas. 

Después del ninguneo político y las peleas, les habló a los mendocinos de esta tierra maravillosa, del malbec, del afecto que le tiene a esta provincia.

En el acto en que la presidenta vino a reforzar a un peronismo que salió derrotado de las PASO, estaban los que estaban porque querían estar. Desde los incondicionales de Cristina de toda condición social (los había hasta en el corralito de los periodistas) hasta Enrique Pescarmona, quien también estuvo en primera fila. La presidenta incluso le tiró “un centro” -aunque sin nombrarle-, cuando dijo que obras como Los Blancos servirían para salvar empresas mendocinas de tecnología de punta y en problemas. La presidenta tal vez no recordó que justamente Impsa perdió la licitación de Los Blancos en 2012 aunque entrará por el lado de las turbinas. Y Pescarmona se la pasó casi toda la década atravesando el desierto con un puñado de sal en cada mano. Su empresa pasa dificultades gravísimas. Puede que "El Enrique" sea el ícono de los emprendedores mendocinos, pero estaba ahí, igual que el hipercrítico empresario Hugo Bianchi, de San Rafael. El dueño de Plastiandino consiguió 20 millones de pesos en un plan y se fundió en un abrazo con la presidenta, y luego con Paco. Bianchi fue uno de los promotores de la lucha contra la promoción industrial, pocos años atrás. No era un amigo del gobierno.

Enrique Pescarmona, en la desconcentración.

Es cierto que el palco de invitados estaba repleto de funcionarios, a reventar. Y que hubo muchísimas oficinas públicas vacías -sobre todo en la OSEP, Vías y Medios de Transporte, y algunas más- y que hoy fue el Día Nacional de los vales de nafta, sobre todo de Guaymallén. Pero así son las movilizaciones políticas. Antes del kirchnerismo lo hacía la Alianza, y antes, el menemismo. Y mucho antes en la historia argentina, San Perón.

Cristina devolvió más en gestos que en discurso el amor que la gente le brindó. Fue una presidenta afectuosa, que se subió a las barandas a abrazarse con la gente. Habló de una Mendoza maravillosa, firmó el financiamiento nacional de Los Blancos, reconoció especialmente a los que diseñaron el hospital Metraux en 1966 y que estaban ahí llenos de canas y orgullo, prometió un gasoducto para Malargüe, y probablemente le hayan hecho “Cruzar el río con botas” con el anuncio de la “Reapertura del registro para el rescate del excedente de vinos”, algo así como llamar a los productores a que se anoten a un plan que ya rechazaron en forma mayoritaria porque el precio no les convino, ni a ellos, ni a los concentradores que ya compraron. De un vino que además no tiene calidad de exportación. Cristina suele cometer errores cuando habla de la industria madre de Mendoza. Midió de punta a punta el crecimiento del Malbec desde 2003 -gran mérito de la industria y de los años de crecimiento- pero nada dijo que desde 2008 hay dificultades serias y que el último año fue desastroso. Gran parte de la crisis es por el tipo de cambio atrasado y la inflación. A su lado, Axel Kicillof ponía cara de “yo no fui” en el escenario mendocino.

Cristina, llegando al predio.


El peronismo jugó muy bien la ficha de Cristina. Adolfo Bermejo y Diego Martínez Palau pueden darse por satisfechos. Aunque ella no les nombró especialmente, han conseguido decenas de fotos y abrazos con la jefa de Estado. ¿Les suma? Sí. Tienen garantizado el voto peronista y el del kirchnerismo. No habrá fugas hacia la izquierda ni hacia Cambia Mendoza. Hay que reconocerle a la diputada camporista Anabel Fernández Sagasti que asfaltó el camino al que hoy se subieron todos. Es el nexo de Cristina con Mendoza. 

¿Suma voto independiente la visita de Cristina? Es imposible decirlo ahora. Pero al tipo común alejado de los grandes temas de la política le va a costar cambiar. Sergio Massa está más afuera de las PASO que adentro. Ernesto Sanz es el mendocino presidenciable que compite con Macri, con la cabeza más puesta en la construcción de un nuevo poder que en ser realmente presidente. Y el jefe de gobierno porteño recién en el último viaje a Mendoza dijo algunas cosas concretas. Frente a ese panorama, Cristina es sólida. Tanto, que Pérez se animó a tres provocaciones públicas, dos contra Alfredo Cornejo y una contra Julio Cobos.

Es cierto que muchos de los números que dieron tanto la presidenta como Pérez podrían ser motivos de debate. Todo el mundo sabe que Mendoza ha sido una de las provincias más castigadas en el reparto de recursos federales “y hagan las cuentas como quieran", como dijo la presidenta. Y Pérez habló de un festejado 98,5 % de alfabetización, palabra que habría que redefinir. ¿Son alfabetizados los chicos que terminan el secundario sin comprender un texto y con serias dificultades para operaciones matemáticas simples? De todos modos, no fueron estos aspectos más importantes que lo político, donde el PJ mendocino se mostró unido ante una presidenta afectiva y contenedora. Y que tiene avances para mostrar, sobre todo en lo social. Es tal vez el capítulo más complejo de resolver para una oposición que pide cambios y que ha quedado encerrada en el discurso de “no es cierto que queremos ajustar” o “no es cierto que les vamos a quitar las asignaciones”.

Cristina aprovechó su visita a Mendoza para proponer a sus posibles sucesores el desafío de decir qué quieren hacer con el Estado. Es la segunda vez que lo hace en cadena nacional. Se ve que le divierte. Sería interesante ese debate. Macri, con todo lo liberal que parece, ha puesto mucho “Estado” en la CABA.

Es cierto que en la visita hubo mucho del folclore de siempre. No faltaron unos “tetra”, algunas trompadas al fondo, los empujones, las peleas con la seguridad. Pero fueron anécdotas. La multitud se concentró y desconcentró en orden. Lo único que querían era estar con su “jefa”.

No será un catador profesional, pero se las arregla...


Pasó la visita rutilante de Cristina a Mendoza, después de dos años, con un saldo favorable al peronismo, al menos en galvanizar a la militancia y fortalecer a la tropa propia. ¿Es suficiente para ganarle a quien ya les ganó en las PASO? Es difícil decirlo, pero la meta es más alcanzable con Cristina que sin ella. La presidenta abrazando y hablando de Mendoza suma más que con el ninguneo. Sin ella, hubiesen estado realmente al horno. Con CFK, el peronismo está en la pelea. Es mucho más de lo que se podía pedir hasta hace apenas unas semanas.

Fotos: Gerardo Gómez.