Más de 50 personas fallecieron, en su mayoría niños, por un bombardeo sobre una escuela. Debieron trabajar durante horas para sacar los cuerpos sepultados bajo los escombros.
Fue después de los nuevos ataques contra Kiev y otras ciudades en la víspera de Año Nuevo que dejaron al menos un muerto.
Sasha quedó junto a su familia en medio de un ataque ruso, recibió un disparo y debieron amputarle el brazo.
Desde la Organización Mundial de la Salud y Unicef exigieron el cese de agresiones hacia el personal médico y hospitales en el país invadido.