Se trata de colorantes derivados del petróleo. Estudios científicos demuestran que son dañinos, sobre todo en niños.
Buscan reemplazar los colorantes sintéticos por naturales
El Gobierno nacional analiza prohibir una serie de colorantes sintéticos derivados del petróleo que se utilizan en golosinas, bebidas y otros alimentos ultraprocesados. El plan, impulsado por el Ministerio de Salud y en línea con una iniciativa similar que ya avanza en Estados Unidos, apunta a reducir el consumo de aditivos que la evidencia científica vincula con efectos negativos en la salud, especialmente en niños.
La iniciativa fue confirmada por el ministro de Salud, Mario Lugones, quien explicó que tanto su cartera como la ANMAT están trabajando en la identificación y evaluación de estos aditivos. El objetivo es definir cuáles podrían ser eliminados primero, teniendo en cuenta si están armonizados con los marcos regulatorios del Mercosur.
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Se trata de compuestos utilizados para intensificar colores en productos destinados al consumo masivo, especialmente por niños. Según estudios citados por organismos internacionales, como la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, hay al menos ocho colorantes alimentarios que presentan riesgos para la salud. Se destacan entre ellos el FD&C Rojo N°40, Amarillo N°5, Azul N°1, entre otros.
En Argentina, seis de estos ocho colorantes están permitidos por el Código Alimentario, y por eso el primer paso será una ronda de consultas con la industria para dimensionar el uso real de estos aditivos y sus posibles reemplazos.
Entre las alternativas que ya se evalúan están cuatro colorantes naturales: fosfato cálcico, extracto de Galdieria sulphuraria (una microalga), gardenia azul y extracto de la flor Clitoria ternatea.
Durante una exposición en la cumbre empresarial de AmCham Argentina, que reúne a compañías norteamericanas con operaciones en el país, Lugones trazó una crítica directa a la industria alimenticia. "La industria genera obesidad, y después necesitamos medicamentos para tratarla. Eso tiene que ser al revés", dijo.
El ministro también cuestionó el modelo farmacéutico actual: "Consiguieron que viviéramos más tiempo, pero nos hicieron enfermos crónicos. No nos curaron". La reflexión se enmarca en un planteo de fondo: menos enfermedad sería igual a menos presión sobre un sistema de salud colapsado.
Evidencia científica contundente
La decisión oficial está respaldada por una creciente cantidad de estudios que relacionan los colorantes artificiales con alteraciones en el comportamiento infantil, entre ellas irritabilidad, falta de concentración, problemas de sueño y cambios de humor.
Uno de los trabajos más citados es un informe de más de 300 páginas elaborado por el pediatra Mark Miller para la legislatura de California, que concluye que incluso dosis pequeñas de colorantes pueden tener efectos neuroconductuales.
En Argentina, el médico Jorge Dotto, formado en EE. UU. e Italia, advirtió recientemente en redes sociales sobre este problema. "Estos colorantes generan en nuestros hijos irritabilidad, falta de concentración, trastornos del sueño y cambios en el estado de ánimo", señaló en un video que se viralizó en Instagram.
El plan del Gobierno incluiría plazos de adecuación para las empresas, conscientes de que el uso de colorantes sintéticos es una herramienta clave para hacer más atractivos sus productos, aunque el cambio, dicen desde Salud, es urgente y necesario.
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