La médica que escuchaba con las manos y cambió la historia del corazón infantil

Pionera de la cardiología pediátrica, Helen B. Taussig desafió su sordera y un sistema que discriminaba a las mujeres para salvar miles de vidas con la primera cirugía correctiva para bebés cianóticos. Su método clínico, la empatía y su lucha contra la talidomida dejaron una marca imborrable en la medicina moderna.

La médica que escuchaba con las manos y cambió la historia del corazón infantil

Editó: Santiago Montiveros

En un hospital de Baltimore, una mujer sorda colocaba sus dedos sobre el pecho de un bebé al borde de la muerte. Sin estetoscopio ni monitores, Helen Brooke Taussig confiaba en su instinto y su experiencia. Con cada latido sentido a través de la piel, rompía las barreras impuestas por su sordera y por una época que negaba el lugar de las mujeres en la medicina. Así nació la cardiología pediátrica, una disciplina que ella misma inventó con su tacto.

Nacida en 1898 en Cambridge, Massachusetts, Helen B. Taussig enfrentó desafíos desde pequeña: su madre murió cuando tenía once años, padeció tuberculosis, dislexia y una sordera que empeoró con los años. Para muchos era una "niña rota", pero su padre, profesor de economía en Harvard, le inculcó disciplina y amor por el conocimiento. Esa educación, unida a su carácter decidido, la empujó a soñar con ser médica. Harvard no aceptaba mujeres y le cerró la puerta. "No seré yo quien los decepcione", dijo al decano antes de marcharse.

En Johns Hopkins, Taussig logró ser admitida. Su discapacidad auditiva la obligó a innovar: aprendió a "escuchar" los corazones con las manos, interpretando cada vibración como un lenguaje secreto. Este método, radical y empírico, la llevó a ocuparse de los bebés que nacían con malformaciones cardíacas: los "bebés azules", condenados hasta entonces a morir.

Una observación clave: Taussig notó que algunos bebés con un conducto arterial abierto lograban sobrevivir más tiempo. Esa simple conexión le inspiró la idea de crear un puente quirúrgico para salvarlos. Con la ayuda del cirujano Alfred Blalock y el técnico Vivien Thomas -un afroamericano sin título formal pero con un talento inigualable-, desarrollaron la primera cirugía correctiva para cardiopatías congénitas. El 9 de noviembre de 1944, operaron a Eileen Saxon, una bebé de apenas 15 meses. Al terminar, su piel azulada se tornó rosada. Había nacido la derivación Blalock-Thomas-Taussig, un hito que transformó la cardiología infantil y la vida de miles de niños.

Sin embargo, el racismo institucional opacó el papel de Vivien Thomas, que fue invisibilizado por años a pesar de ser clave en los ensayos y la técnica. Taussig siempre reconoció su contribución, aunque el sistema tardó en hacerlo.

Más allá de la cirugía, Helen Taussig transformó la relación médico-paciente. En su consultorio del hospital Harriet Lane, combinaba precisión y calidez. Conservaba cartas de niños operados como trofeos de vidas recuperadas. En 1947 publicó el tratado Congenital Malformations of the Heart, la obra que fundó la cardiología pediátrica moderna.

Retirada de la clínica, Taussig combatió otro mal: la talidomida. Viajó a Europa, recogió datos y presionó a las autoridades para que Estados Unidos no aprobara el fármaco que provocaba malformaciones. Su voz influyó para que la FDA vetara la droga, evitando una tragedia sanitaria.

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Helen B. Taussig falleció en 1986, a los 87 años, en un accidente de tráfico mientras iba a votar. Fue la primera mujer en presidir la Asociación Americana del Corazón y dejó más de 120 publicaciones científicas. Recibió distinciones como el Lasker, el Blackwell y la Presidential Medal of Freedom. Pero su mayor legado no son las medallas, sino las vidas salvadas y su forma de ver la medicina: con empatía, con coraje y con las manos abiertas para escuchar lo que otros no podían.

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