Nahuel Sotelo, secretario de Culto de la Nación y el intelectual Agustín Laje, expusieron en un evento libertario en Hungría y afirmaron que Milei ya es más popular que el Che. El rebelde inesperado y un giro en la trama.
Viva el Che y los Rollings Stones y el "milagro argentino" en Budapest
Nahuel Sotelo, secretario de Culto de la Nación y el intelectual Agustín Laje, expusieron en un evento libertario en Hungría y afirmaron que Milei ya es más popular que el Che. El rebelde inesperado y un giro en la trama.
Robert Waltner salió de su casa en Budapest. A mitad de camino paró a beber palinka y al rato sintió ganas de hacer pis. Se subió el cuello de la campera y fue a buscar algún sitio para ir al baño.
El húngaro, que supo vestir la camiseta de Boca allá por el 2002, dobló la esquina y vio un cartel que decía Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) y entró.
Lo primero que advirtió fue el acento porteño y sintió que los ojos se le enfriaban por las ganas de llorar. Se olvidó de ir al baño, en cambio, busco una silla cerca del escenario y prestó atención. Un hombre joven que parecía el cantante de una banda de folclore, hablaba de "batalla cultural", con un traje y pantalón celeste y una camisa blanca. Era igual a Harry Dunne
Nahuel Sotelo, al mejor estilo Harry Dunne.
Nahuel Sotelo, secretario de Culto argentino, fue presentado por Vajk Farkas, que dirigía un think tank español que hablaba de "Dios, Patria y Familia". Sotelo decía: "Hace tres años en una universidad o una escuela encontrabas frases del Che Guevara. Hoy vas a un colegio secundario y es mucho más fácil ver un león, la peluca de Milei o ya el Milei 2027. Hoy los chicos te saben explicar el daño que hace el Estado a los individuos".
Waltner se subió la manga de su remera y pasó la mano por el tatuaje del Che que tenía en el hombro. Se lo había hecho igual al de Maradona. En ese momento no tenía idea quién era Ernesto Guevara pero él quería ser como "el 10", en Argentina y en cualquier parte del mundo. Viva el Che y los Rollings Stones, dijo bajito. Después se puso de pie, con las mangas arremangadas, marcando postura. Sacó el celular y mandó un Whatsapp.
El húngaro Robert Waltner llegó a Boca en 2002 para ser el reemplazante de Martín Palermo, pero solo pudo jugar un par de partidos en la reserva.
La voz de Sotelo repetía que "las resoluciones de la ONU hablan de aborto, ideología de género y pueblos originarios, pero no hablan de la vida ni de la familia" sin embargo sus palabras se perdieron en un murmullo nuevo. Habían entrado tres señores, cada uno con un bombo, y ocuparon la última fila del auditorio. Sotelo continuó hablando del "fracaso de Occidente" y de que "Europa se había rendido". Dijo que "la culpa es interna, no externa" pero eso casi no se sintió porque el barrido de una trompeta ejecutada por un varón voluminoso que acababa de llegar, silenció todo lo demás. El Miles Davis woke vestía la camiseta Parmalat de Boca del 81´. Los otros señores que ya tocaban el bombo y el redoblante, también lucían las insignias xeneizes.
Es un honor para mí poderles contar que he sido invitado al CPAC Europa de este año que se hará en Hungría.
Quiero agradecer al @El_Centro_DF a @alapjogokert_kozpont y a @vajkfa por la invitación.
Todo era desconcierto. Los oradores liberales continuaban a pesar del desorden y los oyentes se repartían entre el asombro y el malestar por la interrupción. Robert Waltner seguía de pie, a un costado. Sonreía y se balanceaba con un tímido pasito de baile, hamacando el tatuaje del Che. Su gente, los de la filial húngara de La Doce, respondían siempre.
Los barras ya ocupaban tres cuartos del auditorio. Colgaron banderas en las ventanas, desplegaron una cortina de alambrado para colgarse y hasta un cocacolero serpenteaba entre la gente. Un reducto de civiles se arremangaba cerca del escenario, fascinados y horrorizados a la vez ante el espectáculo. La consiga fue seguir y un Agustín Laje con cara de susto subió al estrado, acomodó el micrófono y carraspeó tres veces pero su tenue hilo de voz no lograba imponerse al eco abrasador del cántico de la barra. Solo lo sostenía el envión anímico de haberse reunido un rato antes con Orban, el Primer Ministro de Hungría.
Un poco antes de que explotara la primera bengala azul y amarilla alcanzó a espetar una explicación acerca de su dinámica "opresor-oprimido" con la afirma que la izquierda impuso un cóctel ideológico para someter al hombre y su comunidad. "El Estado ya no es más la organización que monopoliza el uso de la fuerza sino el garante de los oprimidos. El globalismo acostumbra así a destruir la democracia porque su lógica es la contraria a la democracia, porque gobiernan las minorías y no las mayorías", pero justo en ese momento le aplicaron un chorro de gas pimienta desde una sábana blanca que sobrevolaba como "el fantasma de la B" y se acabó la perfo academicista liberal en Budapest para terminar corriendo por un pasillo lateral como un visitante en cualquier cancha del ascenso.
Waltner y la facción húngara de "la 12" terminó demorada, algunos con los dedos pintados. Sotelo y Laje fueron vistos en un café exponiendo a Friedrich Hayek para un par de desvelados. Después les repartieron stickers con la frase "el milagro argentino". Algunos googlearon al Che, otros a Milei y otros solo bromearon con que solo era una cuestión de raros peinados.
La expresidenta condenada debe pagar casi 700 mil millones de pesos antes del 13 de agosto. Si no lo hace, la justicia podría rematar propiedades de ella y de los hijos.