Vivir de subsidios

Vivir de subsidios

Por:Ángeles Furlani
Magister en Doctrina Social de la Iglesia

"....., queda claro que los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria. No se puede vivir de subsidios, porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo diversificadas que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el ingenio." Esta frase, pronunciada por el Papa Francisco en su videomensaje con motivo del 57° coloquio de la Fundación IDEA, da lugar a preguntarnos cuál es el lugar que tienen los subsidios, como ayuda, y cuál es su relación con la subsidiariedad, como principio que expresa el alcance de esa ayuda.

En otro videomensaje el Papa Francisco ha dicho que hay mucha ignorancia acerca de la Doctrina Social de la Iglesia. "Los principios que expongo son mesurados, humanos, cristianos, compilados en el Compendio elaborado por el entonces Pontificio Consejo "Justicia y Paz". Es un manualito de la Doctrina social de la Iglesia. Y a veces cuando los Papas, sea yo, o Benedicto, o Juan Pablo II decimos alguna cosa, hay gente que se extraña, ¿de dónde saca esto? Es la doctrina tradicional de la Iglesia. Hay mucha ignorancia en esto."[1] Por eso creo oportuno aportar al tema de los subsidios desde la subsidiariedad, uno de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia.

El compendio explica que "conforme a este principio, todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda (« subsidium ») -por tanto de apoyo, promoción, desarrollo- respecto a las menores. De este modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y sustituidos y por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital."[2]

Pero no se trata únicamente de ayudar sino de respetar la autonomía. El compendio también indica el doble aspecto de este principio: "a la subsidiaridad entendida en sentido positivo, como ayuda económica, institucional, legislativa, ofrecida a las entidades sociales más pequeñas, corresponde una serie de implicaciones en negativo, que imponen al Estado abstenerse de cuanto restringiría, de hecho, el espacio vital de las células menores y esenciales de la sociedad. Su iniciativa, libertad y responsabilidad, no deben ser suplantadas."[3] También advierte acerca de aquellas malas interpretaciones de la subsidiariedad, pues "con el principio de subsidiaridad contrastan las formas de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del aparato público: .......", ya que si bien "diversas circunstancias pueden aconsejar que el Estado ejercite una función de suplencia,.... a la luz del principio de subsidiaridad, sin embargo, esta suplencia institucional no debe prolongarse y extenderse más allá de lo estrictamente necesario, dado que encuentra justificación sólo en lo excepcional de la situación. " [4]

En palabras del Papa Francisco "........ podemos decir que el principio de subsidiariedad permite a cada uno asumir el propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad". "Tal principio tiene un doble dinamismo: de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. .......Por un lado, y sobre todo en tiempos de cambio, cuando los individuos, las familias, las pequeñas asociaciones o las comunidades locales no son capaces de alcanzar los objetivos primarios, entonces es justo que intervengan los niveles más altos del cuerpo social, como el Estado, para proveer los recursos necesarios e ir adelante ......Pero por otro lado, los vértices de la sociedad deben respetar y promover los niveles intermedios o menores."[5]

De las referencias a este principio, siempre presente en las enseñanzas de la Iglesia, quiero destacar algunas frases de otros pontífices.

- "La economía debe ser obra de la iniciativa privada de los individuos". "La ampliación de la propiedad del Estado y de las demás instituciones públicas sólo es lícita cuando la exige una manifiesta y objetiva necesidad del bien común". "Las autoridades tienen que favorecer y auxiliar a la iniciativa privada de manera, que continúe y concluya el desarrollo económico por ella misma iniciado"[6].

- "El objeto de toda intervención en materia social es ayudar a los miembros del cuerpo social y no destruirlos ni absorberlos"[7].

- "León XIII reconoce que el Estado debe velar por el bien común y cuidar que todas las esferas de la vida social contribuyan a promoverlo. Sin embargo insiste varias veces sobre los necesarios límites de la intervención del Estado y sobre su carácter instrumental, ya que el individuo, la familia y la sociedad son anteriores a él y el Estado mismo existe para tutelar los derechos de aquél y de éstas, y no para sofocarlos"[8].

- "El principio de subsidiaridad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la solidaridad y viceversa, porque así como la subsidiaridad sin la solidaridad desemboca en el particularismo social, también es cierto que la solidaridad sin la subsidiaridad acabaría en el asistencialismo que humilla al necesitado".[9]

Volvamos al párrafo inicial -que cito completo- del videomensaje del Papa Francisco con motivo del 57° coloquio de la Fundación IDEA: "El trabajo expresa y alimenta la dignidad del ser humano, le permite desarrollar las capacidades que Dios le regaló, le ayuda a tejer relaciones de intercambio y ayuda mutua, le permite sentirse colaborador de Dios para cuidar y desarrollar este mundo, le hace sentirse útil a la sociedad y solidario con sus seres queridos. Por eso el trabajo, más allá de los cansancios y dificultades, es el camino de maduración, de realización de la persona, que da alas a los mejores sueños. Siendo esto así, queda claro que los subsidios sólo pueden ser una ayuda provisoria. No se puede vivir de subsidios, porque el gran objetivo es brindar fuentes de trabajo diversificadas que permitan a todos construir el futuro con el esfuerzo y el ingenio. Por ser diversificadas, abren el camino para que las distintas personas encuentren el contexto más adecuado para desarrollar sus propios dones, ya que no todos tienen las mismas capacidades e inclinaciones."

El mensaje hace referencia al trabajo y no solo a los subsidios. No es un no a secas, es un no a esto porque lo que hace falta es aquello, y en ese sentido es un llamamiento al sector empresarial para que se creen puestos de trabajo y al sector gubernamental para que asegure condiciones que permitan un ejercicio de la actividad económica genuina.

Conviene precisar el sentido de la expresión "vivir de subsidios". Cuando utilizamos la expresión "vivir de" nos referimos a aquello que nos mantiene, nos sostiene, nos permite continuar vivos de alguna manera. Entonces "vivir de subsidios" se refiere a mantenerse a costa de los subsidios. Francisco no critica los subsidios sino la prolongación de ellos; la existencia del subsidio como forma de sustento habitual, en contraposición al ganarse la vida con el trabajo. La clave del mensaje pasa por la generación de puestos de trabajo y por diversificar la producción. Ambas cuestiones respetan y resaltan la dignidad del ser humano, al permitir el desarrollo de los diversos dones que Dios nos regala.

En diferentes oportunidades, Francisco llama a los empresarios a la creación de puestos de trabajo y a la diversificación, porque de esa manera no solamente se accede a un trabajo sino que se permite aportar a la sociedad desde los propios dones recibidos, que estamos llamados a hacer fructificar. "Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas." [10]

En cuanto al Estado, es claro que debe ejercer su rol de ayuda excepcional, pero sin dejar de lado su función de empresario indirecto a través de una política económica de condiciones favorables para la generación de puestos de trabajo. Juan Pablo II decía que: "el concepto de empresario indirecto se puede aplicar en primer lugar al Estado que debe realizar una política laboral justa". "Considerando los derechos de los hombres del trabajo es función del empresario indirecto actuar contra el desempleo y prestar subsidio a favor de los desocupados."[11] "Para el desarrollo de una auténtica cultura del trabajo, el Estado debe participar indirectamente según el principio de subsidiariedad, creando las condiciones favorables al libre ejercicio de la actividad económica, encauzada hacia una oferta abundante de oportunidades de trabajo y de fuentes de riqueza." "El Estado puede ejercer funciones de suplencia en situaciones excepcionales, cuando sectores sociales o sistemas de empresas, demasiado débiles o en vías de formación, sean inadecuados para su cometido. Tales intervenciones de suplencia, justificadas por razones urgentes que atañen al bien común, en la medida de lo posible deben ser limitadas temporalmente, para no privar establemente de sus competencias a dichos sectores sociales y sistemas de empresas y para no ampliar excesivamente el ámbito de intervención estatal de manera perjudicial para la libertad tanto económica como civil."[12]

"En lo relativo al campo de la economía, es evidente que el hombre tiene derecho natural a que se le facilite la posibilidad de trabajar y a la libre iniciativa en el desempeño del trabajo."[13] La subsidiariedad tiene que guiarse por el bien común, y especialmente por la dignidad de la persona humana. Como sociedad, no solamente civil sino como comunidad de hermanos, debemos buscar el bien común, lo que en términos referidos al trabajo significa que todos aquellos que estén en condiciones de hacerlo puedan tener acceso a un trabajo adecuado a sus capacidades y su situación, en condiciones dignas y que quienes no estén en condiciones de trabajar puedan igualmente tener acceso a aquellos bienes necesarios para un desarrollo integral como seres humanos, mediante la solidaridad y la subsidiariedad, haciendo realidad el destino universal de los bienes.

Una vez más, las palabras del Papa Francisco están en consonancia con la Doctrina Social de la Iglesia, aunque algunos digan lo contrario. Al fin y al cabo, oportunismos siempre existen y hay quienes, tal como él lo expresa en su videomensaje, podrán hacerle decir cosas que no sostiene.

[1] Francisco en su videomensaje a los movimientos populares de 2021

[2] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 186

[3] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 186

[4] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 187-188

[5] Francisco, audiencia general del 23 de septiembre de 2020

[6] Juan XXIII en su carta encíclica "Mater et Magistra" de 1961

[7] Pablo VI en su carta apostólica "Octogesima Adveniens" de 1971

[8] Juan Pablo II en su carta encíclica "Centesimus Annus" de 1991

[9] Benedicto XVI en su carta encíclica "Caritas In Veritate" de 2009

[10] Francisco en su videomensaje a la 109 reunión de la OIT

[11] Juan Pablo II en su encíclica "Laborem Exercens" de 1981

[12] Juan Pablo II en su encíclica "Centesimus Annus" de 1991

[13] Juan XXIII en su carta encíclica "Pacem In Terris" de 1963