Ni blanco ni negro: gris. Así se manifestaron dos legisladores mendocinos en un tema súper sensible para la sociedad. ¿Cómo se paga la tibieza?
La abstención como refugio de los tibios
La abstención, ese "cómodo gris" que encuentran algunos legisladores para eludir sus obligaciones, fue aprovechada por una veintena de diputados nacionales que la semana pasada no aprobaron ni rechazaron el aumento de las jubilaciones. Entre ellos hubo dos mendocinos, los radicales que responden al gobernador Alfredo Cornejo: Lisandro Nieri y Pamela Verasay.
Al día de hoy no queda claro qué quisieron decir Nieri, Verasay y los otros correligionarios que se "abstuvieron" (el otro mendocino de la UCR, Julio Cobos, votó a favor). La propuesta era clara: un aumento del 7,2% para las jubilaciones y elevar el bono mensual a 110 mil pesos. Uno puede estar a favor o en contra, pero resulta raro que alguien justifique una abstención.
¿O acaso estos diputados se abstienen cuando les preguntan si quieren té o café? ¿O salen a la calle en invierno sin abrigo porque se abstienen al elegir entre chaleco o campera? En la sesión que discutía las mejoras para los jubilados -un tema que, dicho sea de paso, tiene a millones de argentinos con la soga al cuello- estos representantes decidieron no decidir.
Vaya a saber uno con qué se paga la tibieza; quizás lo ideal sería que les descuenten el sueldo cada vez que se abstienen.
Para justificar la abstención, Nieri dijo en la sesión del jueves pasado que hacía falta una "reforma estructural" y que lo más urgente era integrar el bono al haber jubilatorio, antes de argumentar a su favor diciendo que una eventual aprobación de la propuesta opositora sería vetada, delegando en el presidente la responsabilidad de legislar. A Verasay, por su parte, no se la escucha en el recinto desde el mes de febrero.
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La abstención en general, y en estos temas en particular, no aparenta ser un gesto de prudencia ni de responsabilidad: es, más bien, la forma de no asumir un compromiso. Lo mínimo que merecen los jubilados es un voto claro y un debate a la altura de las circunstancias. Porque para la mayoría de ellos, elegir entre té o café, o entre campera y chaleco, es un lujo que ya no se pueden dar.