Crónicas del subsuelo: ¿Me entendeus?

Crónicas del subsuelo: ¿Me entendeus?

Por:Marcelo Padilla

 La lujuria anaconda el espacio septentrional de la Malasya solitaria y abandonada después de las guerras por el salame. Arábicas caras de los sobrevivientes con las manos quemadas por la arena y por los fierros humeantes del destierro luego del último ángel de la guarda que el Celebrante tuvo. Su pequeño 666 no arranca, debe estar fundido o algo semejante. Lo semejante es un etcétera larguísimo que dejo a quien rescate estas cartas para su interpretación. La aquilatada sombra del monumento cae sobre las casas hechas polvo y azufre. Las viejas banderas flameantes del imperio arden sobre la pira. Una queda, la de las calaveras sonrientes mexicanas con un cigarro, aunque desteñidas, vadean la tierra yerma mezcalizando el alba. Y el sol opacado por el gas y las oscuras raleadas que el viento libre zarandea al caer la tarde silenciosa y renunciada, suicida, desolada sin el sentido de la guerra que hizo de un pueblito un imperiosito a medida de los sueños de un niño que se hizo grande con las muñecas negras piel de plástico.

El sol cayó sobre varios pueblitos cercanos a Esquimalia, dejándolos secos de existencia, evaporados, casi invisibles de tanta soledad y agrestura en secana sobrevivencia. Hasta el mapa modificado, solo, sin que nadie diera la orden a la cofradía de los cartógrafos que siempre pendientes, agazapan la hora de la gubia para ampliar las fronteras, o achicarlas según rece el alto mando que viniera de la vieja Rusia a bañar de nieve el claroscuro por donde caminan los migrantes de las tierras alveolas. Esos pulmones que quedaban luego de ser pasados por la zaranda no llegan a octubre. Han pasado mil doscientos años. El vapor moviliza a la población que huye por el camino de los pinos celestes. Arden a su paso las vacas. Arden los pastos y los conglomerados de cierta clase de malditos que a pura estaca han dejado la huella de la propiedad. Sin embargo, la necesidad hace oportunidad a la virtud y llegan del cielo unos copos negros, del tamaño de una araña pollito, como paracaídas bajan de los cielos humeantes.

Los niños pollo se han refugiado detrás de las rocas que dan al despeñadero. Allí protegidos, se picotean por la locura del abandono cenital y caen de a uno, piando de dolor sobre el candelero mistongo de la noche Malasya, sin condes ni reyes, ni autoridad animal que sostenga la delicadísima veta de miel que ha caracterizado a la arquitectura zumbí de viejas conquistas. El caucho se funde con el tuétano del hueso y supura una crema verde viscosa que sirve de alimento pasajero antes de la definitiva descomposición. El abandono es total en la zona. Ya ni los perros ladran. Y la noche es toda. Y el día dura lo que un beso pueda generar en las aldeas. Los que quedan ya no tienen alma. Ni espíritu propio. Como restos humanos caminan arrastrándose por la carmina accidentada por las explosiones. El verde de las montañas es óseo y dentro negrocio. Los juguetitos del Celebrante en una bolsita vieja, de cuando niño, están teñidos por el negro de las quemazones. Sin embargo los héroes sobreviven por su hidalguía de plástico duro y metálico.

El Circo de los Prófugos con sus caravanas de colores, animales en jaulas tirados por carros ha logrado escapar por las colinas de la Malasya lindante. Por la Mesopotamia va buscando otros destinos menos zangoloteros y un poco de paz luego de la insomnia. Aquí en la guerra y el dolor la victoria es trunca aunque sea victoria y los mantos de tristeza han quedado huérfanos de tanto todo. Los hilos de las lágrimas, alfombras de perros que sirven para no pisar la arena hirviente, los gatos famélicos que atacan para comer. El ingeniero merquero y viejo quedó varado por las lluvias posteriores tirado en el pasto chamuscado. ¿Me entendeus? Dice Carlitos, contándole todo lo sucedido al Tano Perverso que ha bajado de su departamento a tomar una grapa al único barsucho que queda. "¿Me entendeus?". Dios, ciego de la justicia, herrero de nuestras camas, bandido y ladrón de nuestras esperanzas, ciego y ladino, asesino y nazi por sus veleidades ideológicas, dios sin censuras siempre codiciado por los débiles, (dice Carlitos, en su criptoidioma, rápido y letánico). ¿Me entendeus?

Es abisal su parla y su cacheo de palabras sobre los ojos del contrario horripilarmente invasivo, en ese palpar de armas que engendra su lenguaje baboso pero sabio, con el puchito en los labios y un trago de Gin atrapado por su garra. La otra mano es humana y queda en el bolsillo. Si la muestra se la comen los weks que andan zumbando por la perinola que no deja de bailar sobre el aceite quemado. Y la martingala del Mago Frank que pega una por una en todas las mesas de Melincué. Luego de las partidas sostenidas por los dientes de los miserables que pululan frescos y almirantes sobre el Ontario. El Tano Perverso es un yeso oscuro en el barsucho. Carlitos no para de hablar y argumentar nuevas estrategias militares. Delira un plan que dice lo siguiente:

"El caballo está en la casa del polako y el polako en la casa del caballo, si lo subimos al polako dormido al caballo abrimos paso entre los tanques de agua y los chorros de lluvia ácida, todos se asustan y pasamos por las catacumbas hacia Linternaia, y, al salir, nos metemos en el Haras de Quispe, el boliviano que nos espera. ¿Me entendeus?". El Tano Perverso ya ni lo mira, solo le pregunta cuánto es, cuánto sale todo eso, no da más, quiere la proeza inesperada frente a los históricos adversarios del camino, -: "números Carlitos, dame números que lo otro lo banco"-.

-: "Vos no me entendeus un carajo, (le dice Carlitos interrumpiendo), no se trata de números, es la voladura de toda la Central Termoeléctrica de los Reyes que nadie cuida porque está abandonada. Allí viven unos amigos borrachos que pasan la noche entre cables y palancas, botones y llaves secretas, si las sabemos usar, volamos todo Tano, ¿me entendeus?". Y prosigue, luego de un sorbo largo y una pitada que niebla con el humo toda la conversa: "al polako lo llevamos y se cagan todos Tano, no lo subestimes, es un plan de efectividad inmediata, no es como el raid que dicen que mata las cucarachas al instante, esta idea es como napalm, es algo serio Tano, vos, puto, cagón, que no te animas a ir por todo, ¿O te crees que yo deliro? ¿Me entendeus lo que te digo Tano? De pronto se apagó la vela que iluminaba las caras, a tientas el Tano Perverso se va, se retira del lugar sin decir ni mú. Carlitos se queda, con el vaso colgando de la garra, dormido y balbuceando cosas raras.

Marcelo Padilla