Crónicas del subsuelo: La cantina maldita

Crónicas del subsuelo: La cantina maldita

Por:Marcelo Padilla

Desploma en silencio el rollo de servilletas y rueda en dirección al piso de madera tallado por escultores ocultos, va, por la mesa y por la mesa va, desenrolla suave su piel de papel fruncido en el recorrido, y con el pisurtí de la blusa disemina toda la comida del plato, fuera del plato. ¡Uy, perdón! Disculpe señorita, no ha sido nuestra intención, es que el rollo estaba fuera de su corsé y al rozarlo con el codo, al intentar servirse vino en la copa, se ha caído. No se preocupe, haremos algo que le va reparar esta iniquidad imprevisible, que, por cierto, aceptamos como responsabilidad de la casa. Nuestros mozos se ocuparán apenas evacuen la mesa 4 donde a un hombre se le ha descolgado la cabeza sobre el tablero, por una descompostura, sobre el plato, y pareciera ser un pre o un infarto directamente. Nuestros mozos están preparados para todas las ocasiones, estudiados en primeros y hasta en últimos auxilios, unos socorros para prevenir y otros para redimir.

¿Usted los ve raros? Bueno, sí, un poco raros son, si usted, señorita, los mira con la concepción tradicional de cualquiera casa de comidas, son humanos a pesar de los cablecitos, no del todo, pero humanos en el porcentaje, responden. Los cablecitos que llevan en los oídos se conectan como los árbitros del VAR a una central ubicada en el subsuelo de la casa. Allí están: Silenci, Raverta y Ominoso Punch. Los tres especialistas, ex dijeis, y dan las órdenes según diagnóstico. Mire, señorita... ¿Thompson? Sí, claro que sabía su nombre y apellido, Claire Thompson, y ha venido sola a esperar a Rodrigo Díaz, al menos eso me comunican por el interequis los especialistas. ¿Cómo andan sus tías? Ah, ¿Vio cómo conozco su árbol genealógico? ¿Cómo que murieron ahogadas en la zona del malecón? Eso no lo sabía, pobres tías, la última vez que las vi pasaron por la puerta de la cantina caminando lentamente, iban del brazo con cofias negras, no sé bien a dónde irían pero... ¿no me diga que fue esa noche que desaparecieron? Pobre Dulis, pobre Chisteron, cómo se las va a extrañar verles pasar por la puerta de la cantina. Fue ayer creo que las vi, o no, habrán sido dos o tres días atrás que las vi ¿Cuándo se ahogaron señorita Claire? ¿Cómo que anoche? ¡Pero qué calamidad!

En fin, le sigo comentando. Esta tecnología la hemos adquirido de Alemania, ninguna casa de comidas la tiene y, como no podría ser de otra guisa, hemos tenido que echar más de una vez a los rufianes que visten de traje negro que devienen espías para robarnos el secreto. Se sientan a las mesas, piden platos rebalsados de cucarachas a la miel con limón, y de a dos o tres botellas de Tizne de Ruar, un licor de especialísima hechura importado de una tierras que tiene plantaciones sobre la montaña, -son franceses autofágicos, que a las cepas han traído de la gran Malasya donde acostumbraban a tomar tal elixir-. Es fuerte por el testileno y le recomiendo... ¿Hasta ahí está bien? Ok, decía, que le recomiendo tomarlo con un cubil de hielo así le amaina el sabor a algarrobo amargo. Luego lo puede consumir de a sorbitos y con estas alimañas que le ha traído el mozo, producirá el maridaje indicado para su sabor occidental. Pruebe Claire, pruebe un poquito a ver si es de su paladar. ¿Le gustó? ¿Cómo sabe? Rico ¿no? Es una exquisitez. Mire, todavía le queda en el codo de la blusa un poco de aceite, tenemos ropa gemela para estos casos, usted pique unos escardiolos con la araña que se come sola en el acto de engullirse. Es un espectáculo único, ver a la araña caminando sobre las alimañas y en esa lucha, engullirse, casi o prácticamente en un suicidio, la araña sobre el plato, mire vea, los comensales han dejado numerosos mensajes en el libro de caligrafía, le leo algunos para que vea y después se cambia la ropa en el camarín de las estrellas.

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"Jamás mis papilas habían sido hechizadas por licores como el Tizne de Ruar"

(El Conde de Straffaccia)

"En mil kilómetros a la redonda, la finas hebras de las alimañas, no hay quien las condimente como aquí, simplemente gracias"

(Comisario Horacio, el comi para los amigos)

"Ay esas lengüetas de ardilla silvestre, en buñuelos, qué originalidad para el gusto"

(Lucía del Pecamino)

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Bueno, estimada Claire, solo le he leído al azar tres comentarios, algunos son poéticos y bien que podrían ser editados en un libro. Es más, señorita Claire, le sugiero que cuando se retire escriba de su puño y letra uno, porque la idea es que para fin de año... A todo esto señorita Claire... ¿Dónde pasará las fiestas de navidad y año nuevo? Ah, se va a la provincia de sus padres, me lo imaginaba. Y el señor Rodrigo Díaz... ¿dónde pasa las fiestas de navidad y año nuevo? Ya sé, por la carita que pone no la podrá acompañar, se quedará aquí en la posada de la zona. Y sí, mire señorita Claire, en las ciudades nunca se termina de descansar, el cuerpo necesita además de calma: armonía, y él seguramente, supongo yo, el señor Rodrigo Díaz, no querrá atravesar la carretera con el tráfico aéreo de los helicópteros por esas noches. Por eso lo entiendo, a todo esto, ¿Usted va por compromiso o por tradición? Se nota en su rostro, usted es una dama de la comarca muy respetada según me dicen en el VAR del subsuelo, recién lo estuvieron chequeando y sí, imaginaba que era por tradición familiar más que por compromiso. Ahora, el señor Rodrigo, no, él se nota más bien liberal, sobre todo desde que tuvo el accidente en la ruta hace casi un año ya, mire vea Claire como ha pasado el tiempo, si bien en aquella luctuosa jornada, al señor Rodrigo le fueron amputadas sus dos piernas y perdido en el accidente a una amiga que lo acompañaba, tal vez por esas circunstancias y otras motivaciones que todavía no me informan, ha tornado su vida más liberal, no se aferra a las tradiciones como usted señorita Claire. Además, esa chica que iba con él, no era de fiar, se lo digo con conocimiento de causa. Los amoríos del señor Rodrigo Díaz terminaron aquella noche, que como en todo accidente la gente termina asustada, si usted me permite, por el exceso. Y a esa chica le gustaban los excesos a los que era sometida por el señor Rodrigo. Pero eso es historia ya y sobre todo harina de otro costal. Ahora usted espera al señor Rodrigo que sin piernas y con la cara toda quemada aún deposita esperanzas en un corazón que lo comprenda. Por eso celebro su espera. Señorita Claire. Usted tiene un gran corazón, y es joven y bella como para andar sola. ¿Usted me comprende señorita Claire?

En fin, ¿como a qué hora vendría el señor? No se preocupe, no le dé importancia al reloj, deje de mirar la hora, perdón por la pregunta, tal vez la ha inquietado, no está en nuestro ánimo recordar tragedias y desencuentros, aquí tenemos abierto las 24 horas, deténgase, no se moleste con las alimañas que salen del plato, déjelas y vea el espectáculo, salen del plato y vuelven solas, porque se han acostumbrado al estofo del ardorcito. Afuera se enfrían y como son del calor, cuanto menos una tibieza las devuelve a su trampa; esto es a propósito, nuestros cocineros lo vienen probando desde que abrimos y ahora es uno de nuestros platos espectáculos. La gente lo pide por comentarios de boca en boca, se sabe del asombro que generan. Sobre todo cuando vienen familias con niños. Le hago una pregunta señorita Claire, ¿usted tiene hijos? Ah, cuatro, me imaginaba que tenía una prole numerosa, no sé, se le nota el carácter de madre numerosa y eso se ve a la legua. ¿Y los chicos? ¿Los pudo dejar al cuidado de algún familiar o una niñera? Ah, no usa niñera, ok, y si, la entiendo, a veces lo mejor es dejarlos solos con la luz prendida, sin extraños, me imagino que vive cerca de aquí, como para estar atenta por si les pasa algo que usted tuviera que asistir con rapidez, yo pienso lo mismo señorita Claire, a mi me pasó con uno de los mozos de los cablecitos (dejó a sus hijos con una niñera y cuando volvió el mozo a su casa a las tres de la madrugada los niños no estaban, pero la niñera sí, según dijo en el interrogatorio la niñera, los pibes se metieron al horno a jugar y como estaba recién prendido para calentar la casa, se quemaron vivos. La niñera húbose dormido viendo una película del señor R. Corman, un gran director de la comarca que filmó en locaciones de la zona, excelente y fina la película, un poco cruda por momentos pero a conciencia distorsionada, en fin, eso con los mozos y sus tragedias personales, como todos las tenemos señorita Claire , porque también están las mozas hipnotistas, Uy, a ellas debería conocer, están en el otro turno, si algún día viene por la tarde-noche las conocerá y verá otro de nuestro números especiales que tenemos aquí en la cantina.

El somelier se retira hacia la barra de la cantina por pedidos de otras mesas. Claire no dice nada, solo juega, ¿para pasar el tiempo? Con el tenedor metiendo alimañas al plato, no las come, sola las devuelve a su origen, a una sopa de volcán donde se cuecen los bichos mientras los comensales presencian, algunos pican a los bichos en vivo, o viviendo sus últimos padecimientos, sobre todo cuando abren las patitas y temblequean en su mortaja final. El hombre del pre o infarto directamente, está muerto sobre la mesa, su cabeza bien apoyada sobre el plato. Su mujer se ha retirado descompensada pero lo han dejado ahí porque las ambulancias retacean por estos lugares, y más a estas horas. En algún momento llegarán, no creo que le moleste señorita Claire degustar nuestros platos frente a un cadáver. Es muy común aquí, por eso le advierto que, y si usted hace un paneo con la vista, nadie se va del lugar por un muerto en la cantina. La gente la viene a pasar bien, y las cosas que suceden, que despiertan la curiosidad por su extrañeza, atraen al comensal cansado de la tradicional cantina dicharachera donde todo es previsible. Ahora vienen los músicos señorita Claire, mientras espera al señor Rodrigo y degusta nuestros platillos favoritos puede apreciar al Coro Astronauta, un numerillo que tiene contratación fija todos los fines de semana por la noche. Son 5 los músicos. Uno toca el charandón, otro el vestil, la chica, la única chica del coro es soprano y zamarrea un palo, especie de caña hueca llena de clavitos y pelotitas de acero, el cuarto es solo showman y despliega con su cuerpo esperpénticos estiramientos llegando con sus manos a apropiarse de tragos de las mesas, es el que tiene el carisma, que le sale por los poros y así conquista a su audiencia comensal. Finalmente el quinto elemento, el astronauta celestial y luminoso, que está prendido en llamas por cinco minutos y recorre las mesas convidando fuego para los fumadores. Si usted fuma señorita Claire... ¿Usted fuma señorita Claire? Ah, mire usted, no me imaginaba que una dama como usted fumara. En fin, mejor aún para su disfrute, cuando pase el quinto elemento prendido fuego por las mesas, usted, señorita Claire, puede prender su cigarro de un brazo o de un dedo para ser más gracioso, como si tuviera un dedo encendedor, o de los pelos nomás, posa el cigarro en la cabeza calcinada y como siempre queda alguna chispita, lo enciende.

Buenas noches señorita Claire, son las dos de la madrugada y el señor Rodrigo Díaz no ha venido. Usted, -dígamelo con sinceridad- ¿Cree que el señor acudirá a la cita? Digo, porque usted ha llegado a las nueve de la noche, con puntualidad para ocupar su reserva y ha quedado horas sola, no ha probado bocado, claro que la vi aplaudir y animarse durante la actuación de los músicos, y hasta la he visto de lejos prenderse un cigarro en la oreja calcinada del quinto elemento del Coro Astronauta. Eso me ha dado cierto regocijo, debo decirle, a fuerza de sinceridad, sin embargo no me ha dicho por qué no se ha cambiado la ropa, sobre todo la blusa color crema que en su codo lleno de aceite se ha dejado estar, ¿Habrá sido por el licor? Disculpe que le haga una pregunta, digamos, más íntima: usted, señorita Claire, ¿se encuentra bien, está un poco ebria? Claro, me parecía, por la voz resbalosa al contestarles a los mozos, percibo cierta embriaguez, ¿Le ha gustado el Tizne de Ruar? ¿Vio que era una exquisitez? Al menos con el licor y el espectáculo musical la he visto integrada. A pesar de su soledad en la mesa. Escúcheme señorita Claire, ¿le molesta sentarse en la mesa del cadáver? El está solo y usted también, el señor Rodrigo no llega ni creo lo haga a estas horas, y usted bien puede sentirse acompañada, al menos por un ser humano que si bien ha muerto, todavía permanece tibio en la cantina y su señora me dicen está internada en el hospital que queda a 56 kilómetros. No creo venga a buscarle. No sé, ¿le molesta que la ubique en la mesa del Dr. Miyishi Tekoba? Así se llama el señor muerto, es un acupunturista japonés que sabía parar por la comarca por días, tenía muchos clientes, era un experto con las agujas, y tal vez, quién dice, el cadáver en su estar de muerto, pase mas desapercibido. De paso usted asume la situación y más ahora que empieza el baile de las muñecas de terciopelo oro, es el show de cierre, ¿le parece señorita Claire? Yo sabía que no iba a tener problemas, le agradezco su comprensión, aquí, aquí siéntese, frente al Dr. Así puede ver el espectáculo de muñecas, de paso, quién dice que despierta de su sueño eterno, o tal vez esté muerto en vida. Nosotros, por lo que sabemos, no se llevaba bien con su esposa y es costumbre en él desmayarse como un cadáver sobre las mesas de los cafés y restaurantes cuando sale a cenar o tomar algo con la señora Road. No sé qué le produce tal desvanecimiento. Por eso las ambulancias preguntan primero quién es el muerto, y como lo conocen, seguramente no han venido a propósito. El es acupunturista, clava agujas, y los que se han atendido con el nipón, dicen, han salido cero kilometro de sus sesiones. Es cuestión de esperar. Si ya esperó cinco horas al señor Rodrigo Díaz, por qué no esperar la posibilidad que despierte el Dr. Miyishi Tekoba. Lo veo en sus ojos, a pesar de todo, la ha pasado bien, y en lugares extraños es común que sucedan cosas extrañas. ¿Qué siente señorita Claire? ¿Nostalgia? ¿Melancolía? Es bastante normal. Ahora mismo le traigo el postre que le hemos preparado especialmente para usted, antes de la última función de las muñecas de terciopelo oro. No se va a arrepentir. Por las dudas le dejaremos dos postres, para el que venga o para el que despierte. Ahora tiene dos posibilidades, y si no, se come los dos. ¿Qué le parece? Genial, sabía que lo aprobaría. Debo decirle con absoluta franqueza que nunca hemos tenido una clienta como usted, tan comprensible, tan maleable y respetuosa de situaciones extrañas, como las que se pueden transitarse en la cantina. Mire, ahí salen las muñecas, escuche el parlamento señorita Claire. Despierte, no se duerma, por favor, ayuda, ayuda, llamen a una ambulancia, avisen al señor Rodrigo Díaz lo que ha sucedido, él nos dijo que cualquier cosa... etcétera.

Marcelo Padilla