Las paritarias y el peligro del desborde de “las bases”

Las paritarias y el peligro del desborde de “las bases”

Por:Luis Tarullo (*)

Las paritarias siguen a ritmo cansino y los problemas laborales de fondo no se resuelven (y tampoco los resolverá el actual Gobierno).

Varios de los gremios poderosos están en pie de guerra pero a la vez exploran salidas para evitar los conflictos, como los llamados ahora aumentos "puente", o incrementos a cuenta para salir del paso.

Después de algunos picos de ataques y contraataques, incluidas chicanas sobre porcentajes, los dirigentes retornaron al cono del silencio para no encrespar más las aguas.

Es que el tiempo pasa, las palabras y el tiroteo de fogueo que otras veces sirvieron ahora no resuelven nada y las bases -o sea los trabajadores- van levantando temperatura.

El mes de abril ya pereció, sin novedades salariales en el frente en la mayoría de las actividades, episodio inédito desde que se reanudaron las paritarias tras la salida de la convertibilidad, hace ya más de una década.

Y sin pecar de apresuramiento apocalíptico, ya está a la vista junio, el mes signado en la historia como el de la liquidación del medio aguinaldo.

En tanto, la inflación, aunque quizás un poco más recatada, sigue haciendo de las suyas con los sueldos antiguos de la mayoría de los trabajadores.

A lo que se suma el patético tema del inequitativo y cruel Impuesto a las Ganancias, que solo genera beneficios a los bolsillos gubernamentales.

Esta mera descripción de situaciones archiconocidas sirve para recordar la particular crudeza que está soportando el mundo del trabajo -solo en cuanto a los ingresos, porque hay otras cuestiones crónicas que lejos están de ser abordadas- y evaluar las conductas de las partes.

Los empresarios, muchos de ellos perjudicados por la política del Gobierno de Cristina Fernández, no dudan en adherir al discurso oficial en este tema, advirtiendo que la prioridad es el mantenimiento de las fuentes laborales.

Por su lado, los dirigentes gremiales batallan para sacarles aunque sea alguna moneda a los empleadores y a la vez calmar el malestar, la ansiedad y la suba de la adrenalina de sus representados. O sea, presiones de arriba y de abajo.

Quienes más se ven en figurillas son, obviamente, aquellos sindicalistas aún amigos del Gobierno, que ya están empezando a levantar un poco la voz, aunque no tanto, ya que temen la represalia de la jefa que tendrán hasta casi fin de año.

De todas maneras, bajo cuerda se van multiplicando las comunicaciones y algún encuentro furtivo, en procura de poner en marcha una vez más en la historia la "reunificación".

Claro que en esta ocasión también están condicionados por el clima político espeso y fundamental que culminará con un nuevo Presidente el 10 de diciembre en Balcarce 50.

Todos dicen que la cosa quedará sellada antes de ese día, pero que la oficialización vendrá después. Otras veces el gremialismo peronista la tuvo más fácil, como cuando ganaron Raúl Alfonsín o Carlos Menem.

En el caso del radical, al principio todos estaban en contra, lo que les facilitó convivir en la misma vereda. Y en el del riojano, los más poderosos pusieron lanzas, petos y espaldares a su servicio y luego sacaron sus réditos.

Durante la era Kirchner, como en las anteriores, también se produjo la división, con una fragmentación histórica como la que se observa hasta estos días, y ahora, ante la imposibilidad de ver un ganador claro entre los que tienen más chances, reparten las cargas y tratan de no quedar demasiado pegados.

Se sospecha que al principio de la nueva era podrán arreglárselas para estar juntos bajo un mismo sol y recuperar el territorio avanzando en bloque. Los candidatos con más posibilidades les han hecho llegar en público y en privado la garantía de que los tendrán en cuenta.

Pero no hay dudas de que también llegará el momento en que cuando no satisfagan sus necesidades volverán a mostrar las garras y hasta es muy posible que retornen a las andadas de las divisiones internas.

De todas maneras, para ello falta aún, aunque la salida de Fernández de la Presidencia es un hecho para cuya concreción resta apenas un puñado de meses.

Entretanto, deben concentrarse en lo más urgente, que es evitar el desborde de sus bases, y el único remedio es conseguir una urgente resolución para el tema salarial. Para otra vida quedarán temas como el desempleo y el trabajo en negro.

Los sindicatos se están convirtiendo en volcanes nuevamente inquietos que los dirigentes no quieren que entren en actividad. En su seno, bien que lo saben, hay lava que aún logran contener, aunque no pueden asegurar por cuánto tiempo. En esta etapa, su deseo principal, pero también su necesidad, es evitar la erupción.

(*) Especial para Mendoza Post