Riesgos: ya hay algo peor que los terremotos

Defensa Civil está trabajando en mapas que estudian el riesgo y la vulnerabilidad mendocina. Los terremotos no son el mayor problema.

Riesgos: ya hay algo peor que los terremotos

Por:Ana Montes de Oca
Periodista

“Yo digo que en Mendoza tenemos las siete plagas”, aseguró el director de Defensa Civil, Daniel Burrieza. Por eso aseguró que hay que replantearse la idea de que vivimos en una provincia donde el riesgo a un desastre natural no es sólo sísmico.

“Hasta ahora Defensa Civil venía trabajando en la respuesta, pero a partir de la nueva ley que creó el SINAGIR (Sistema Nacional de Gestión Integral de Riesgos), hay un cambio de paradigma de la protección civil y ahora se trabaja también en la prevención”, explicó Burrieza.

Prevenir no es otra cosa que planificar la reducción del riesgo. Para esto, cada municipio trabaja en hacer un “mapa de capas” que contemple no sólo los posibles desastres naturales, sino también la infraestructura, la población, las vías de acceso, las instalaciones donde se pueden ubicar campamentos, el acceso al agua, la cercanía con hospitales, el tiempo de demora. Es decir, todo.

Alud en Villavicencio a principios del año

“Por ejemplo, si yo tengo en el mapa una zona inundable con una población de mujeres en edad reproductiva bastante alta y con dificultad para que llegue la ambulancia, tengo que tener un obstetra en el lugar, haya o no un desastre”, explicó Burrieza.

“Otro ejemplo es que, ante un terremoto, sabiendo el lugar del epicentro si allí hay un hospital, y es probable que esté inoperante, entonces yo pueda enviar a los heridos a otro hospital y no perder tiempo”, indicó.

En profundidad

Los mapas de riesgo demandan un análisis muy fino que involucra a varios ministerios y a varios profesionales de distintas áreas. “Así, por ejemplo, si una zona urbana se inunda, hay que ver cuáles son las causas y ahí interviene medio ambiente, vialidad, urbanismo, etcétera. Pero también tenemos que tener en cuenta que hay riesgos que están en constante cambio porque ha ido cambiando la zona, porque ha crecido el pavimento, aumentó la cantidad de espacios urbanizados. Se desplazó la construcción hacia el piedemonte y se ha deforestado, y esto ha hecho que se hayan impermeabilizado lugares donde las precipitaciones habituales antes no provocaban inundaciones”, precisó el funcionario.

Frente a este panorama es necesario que Defensa Civil (y en realidad todos los mendocinos) cambiemos la identificación de los riesgos. Los sismos ya no son el riesgo más grande de la provincia, y mucho menos el único.

De los resultados obtenidos con los mapas de riesgo, se va a poder tomar decisiones de infraestructura: “En Luján, hay calles que terminan funcionando como colectores aluvionales, para mitigar eso, no puedo convertir una calle en un zanjón pero puedo, por ejemplo, planificar un canal de desvío. Además, los mapas nos van a decir adónde se debe construir y adónde no, algo esencial para cualquier ciudad”.

Medir la respuesta

“Lo que tenemos que buscar es qué respuesta vamos a tener ante una emergencia. Es importante para tener gente preparada y capacitada y, por supuesto, prever cómo vamos a transferir la resiliencia a los ciudadanos afectados para que después de una situacion caótica vuelva todo lo más rápidamente posible a la normalidad”, resumió el director de Defensa Civil.

Por eso, no basta con estudiar a Mendoza en su condición geológica, sino también tener en cuenta, sus nevadas, aludes, posibilidades de que queden ciudades aisladas, granizo, deslaves... “También se estudia el tipo de viviendas de la zona porque eso también influye en la respuesta que se deberá tener”.

Posibles desastres

Para Burrieza, el riesgo más grande -y al que no se le da la relevancia que está teniendo- es el fuego. “Debemos cambiar el paradigma de los incendios de la provincia porque no lo tenemos contemplado y hemos entrado en un ciclo de incendios muy importantes de campos donde tenemos una situación de clima-vegetación-sequía esto es lluvias de verano que ayudan al crecimiento de pasturas y poca ganadería que coma el pasto, que nos deja mucha materia seca de mucha combustibilidad”.

Agregó que “también tenemos que replantearnos el piedemonte como un lugar a marcar con un riesgo alto. Allí tenemos problemas con todo lo hidrometeorológico. En las zonas más pobladas tenemos que plantearnos un serio estudio del arbolado porque también enfrentamos situaciones de vientos muy fuertes que pueden ocasionar un serio problema”.

El fuego en el sur, durante el último verano.