Acusan al creador de Ren y Stimpy de depredador sexual de menores

La conducta sexual del influyente animador era bien conocida por su entorno laboral, pero recién ahora estalló el escándalo.

Acusan al creador de Ren y Stimpy de depredador sexual de menores

Por: Mendoza Post

Quien creció en los años noventa recuerda la desfachatada serie televisiva de animación Ren y Stimpy, sobre las grotescas aventuras de Ren Höek, un perro chihuahua perturbado, y Stimpson J. Cat o Stimpy, un gato medio bobo, cuyas emisiones se prolongaron entre 1991 y 1996 en el canal Nickelodeon. 

Fue creada por John Kricfalusi, y continuó con los siete episodios de Ren y Stimpy: Adult Party Cartoon en 2003, e influyó enormemente en su ámbito, de manera que los creadores de La Vaca y el pollito (David Feiss, 1995-1999), Bob Esponja (Stephen Hillenburg, desde 1999), Hora de aventuras (Pendleton Ward, 2010-2018) o Rick y Morty (Dan Harmon y Justin Roiland, desde 2013) la señalan como un referente indiscutible.

Nadie podía sospechar que esta serie acabaría siendo relacionada con los escándalos de acoso sexual que han sacudido los cimientos de Hollywood desde mediados de 2017: según publica BuzzFeed, Kricfalusi enfrenta sendas acusaciones de dos mujeres, Robyn Byrd y Katie Rice, que aseguran haber sufrido su conducta sexual inapropiada cuando eran adolescentes. 

John Kricfalusi Robyn Byrd

Byrd contó primero que Kricfalusi se había convertido, como profesional exitoso en el mundo de los animadores, en una especie de mentor para ella después de que le hubiese remitido una carta a los trece años, en 1994.

A los dieciséis, él visitó a la joven aspirante en su casa de Arizona y, en dos ocasiones, la llevó consigo a Los Ángeles, donde le manoseó los genitales la primera vez, y la segunda, en el verano de 1997, le procuró una pasantía en su estudio, Spumco, y empezó a vivir con ella antes de que hubiese terminado la Educación Secundaria.

Y, cuando la hubo concluido, Byrd se marchó de Tucson a los diecisiete años para mudarse con él, un adulto de cuarenta y dos, y la edad legal de consentimiento para mantener relaciones sexuales eran y son los dieciocho en la soleada California. 

Su relación constituía un secreto a voces en la industria, que ya sabía bien cómo se las gastaba el tipo con las compañeras de trabajo, hasta el punto de que, en Sick Little Monkeys: The Unauthorized Ren and Stimpy Story, libro de Thad Komorowski (2013), se menciona a “una chica con la que había estado saliendo desde que tenía quince años”.

Más tarde, en 2000, Byrd y Kricfalusi tuvieron una separación temporal, y permanente desde 2002. “Se dijo a sí misma que Kricfalusi la estaba ayudando a iniciar su carrera”, expone la reportera Ariane Lange; “al final, ella huyó de la animación para alejarse de él”.

Byrd no fue la única joven que se tuvo que enfrentarse a la conducta de Kricfalusi. Este le presentó a Rice a través de AOL a mediados de los años noventa, y no supo más de ella hasta 2008, cuando le pudo relatar su propio calvario con el animador: según cuenta, le escribía cartas insinuantes, se masturbaba al hablar con ella por teléfono y, una vez que aceptó trabajar en Spumco a los dieciocho años, el padre de Rem y Stimpy se dedicó a acosarla sexualmente, tal como solía hacer en su entorno laboral. 

Y, por si esto fuera poco, Rice asegura además haber hallado pornografía infantil en la computadora de Kricfalusi. Pese a todo, un abogado del animador niega las acusaciones más graves en su nombre y ha pretendido explicar su comportamiento con estas palabras:

“La década de 1990 fue una época de fragilidad mental y emocional para el señor Kricfalusi, especialmente después de perder Ren y Stimpy, su creación más preciada. Durante un breve tiempo, hace veinticinco años, tuvo una novia de dieciséis. A lo largo de los años, John luchó contra lo que finalmente le diagnosticaron como enfermedades mentales en 2008. Hasta ese momento, durante casi tres décadas había confiado principalmente en el alcohol para automedicarse. Desde entonces, ha trabajado febrilmente en sus problemas de salud mental y ha logrado estabilizar su vida en la última década”. 

Pero, como apunta Lange en su reportaje, “viejas cartas, correos electrónicos y transcripciones de las conversaciones de AOL entre las mujeres y Kricfalusi respaldan muchas de sus afirmaciones”.