Pensar los 70, discutir el presente y soñar un futuro posible

La precandidata a Presidente, Elisa Carrió logró juntar en un debate a una madre de un desaparecido, el hijo de un militar asesinado por el ERP y un público heterogéneo. ¿En qué falló?

Pensar los 70, discutir el presente y soñar un futuro posible

Por:Luis Gasulla (*)

Los años 70 siguen siendo una herida abierta en la Argentina. A pesar del supuesto fin de ciclo kirchnerista, pensar por qué, qué y cómo los argentinos se enfrentaron entre sí en la década más sangrienta de la historia reciente, sigue siendo un desafío. La apuesta de la diputada nacional, Elisa Carrió, fue arriesgada. 

En una charla-debate en el Instituto Arendt invitó a Graciela Fernández Meijide –madre de Pablo, joven desaparecido durante la última dictadura militar-, Arturo Larrabure –hijo de un militar asesinado por el ERP durante un gobierno constitucional- y la abogado Victoria Villarruel, coautora del libro “Los otros muertos” junto con Carlos Manfroni. El espacio juvenil de la líder de la Coalición Cívica fue pretencioso al titular la charla como “todas las voces”.

Es discutible. Faltó un referente de los organismos de derechos humanos que defiende al kirchnerismo. Pero es difícil imaginar que se hubiesen sentado a debatir cuando una de las premisas del modelo “nacional y popular” es la falta de diálogo a pesar de su autoproclamado pluralismo.

Más allá de los detalles, las exposiciones de los panelistas fueron enriquecedoras. La hipótesis del posible perdón ciudadano para sanar heridas fue y vino durante las tres horas del debate. Si el objetivo era conciliar un futuro posible, Carrió falló. Los 180 minutos demostraron que el dolor no ha cesado y el espíritu de revancha, sigue latente. Excepto Larrabure, con una concepción cristiana del sufrimiento y de la vida, habló expresamente de la necesidad del perdón. Meijide estuvo a la defensiva ante los abrumadores datos que analizó Villarruel –presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus víctimas-. Carrió pecó de egocéntrica e intentó corregir a los invitados para acomodar sus relatos intentando articularlos en su deseo de futuro. Lo cual podría ser el deseable por la inmensa mayoría de los argentinos. 

Los argumentos de la diputado no resultaron seductores para Fernández Meijide y, cuando la autora de “Eran humanos. No héroes”, abandonó el recinto, Carrió recordó algunas contradicciones de la ex dirigente del Frepaso. A pesar de la tensión del debate, el resto del tiempo, se vivió un clima de reflexión y sana discusión. El país necesitará decenos de encuentros con similares características para que nos volvamos a escuchar entre nosotros. No será tarea fácil. El kirchnerismo estupidizó a una gran masa de la sociedad que simplificó nuestro pasado y llenó de consignas vacías el presente. Carrió quiso echar luz sobre las distintos grises de los setenta pero marcó una línea: la violencia y el asesinato deben ser juzgados pero no vengados. 

Fue falso que haya repudiado los juicios por delitos de lesa humanidad como publicó el portal de Tiempo Argentino. Sí en cambio se habló de la necesidad de respetar los derechos humanos de los detenidos por ese o cualquier crimen. De hecho, la diputada fue terminante: “No creo en ninguna ley de amnistía. Tiene que haber derecho a la verdad para todos”.

La historia debe ser completa, jamás parcial. Los familiares de los detenidos por crímenes de lesa humanidad, sean o no culpables, también tienen derecho a participar en una democracia. Tener voz y voto. En ese sentido el kirchnerismo ha intentado, desde que instauró su oportunista discurso como el único posible, anular al otro. En ese sentido, Meijide aportó lo suyo al preguntarse “¿por qué hay dos varas? Si se juzga de distinta manera a hechos similares, perdimos señores”. La exintegrantes de la Conadep se refería a la suerte judicial del “General de Cristina”, César Milani. 

Lo mismo se podría afirmar del juez Otilio Romano, juzgado por ser responsable de delitos de lesa humanidad mientras que un superior suyo, Eugenio Zaffaroni, que rechazó cientos de hábeas corpus, goza de la impunidad del poder. El kirchnerismo ha hecho de la reescritura del pasado, un vicio. Los críticos del modelo tienen la durísima tarea de construir sobre las enseñanzas que dejan los horrores cometidos. 

Deberán subsanar las ausencias de años de olvidos e justicias con paciencia, tolerancia y diálogo. Ese futuro, por ahora, sigue siendo una cuota pendiente.

(*) Especial para Mendoza Post