Crónicas del Subsuelo: Pablito

Crónicas del Subsuelo: Pablito

Por:Marcelo Padilla

 La población no ha salido de compras masivamente esta vez porque en la isla siniestra se han desatado tormentas, malas vibras en la asomada de las lunas pos carnaval. Se terminó el sencillo y ese bondi que toman a diario sale hoy más caro. Cuántos van a terminar el ciclo… no se sabe. El año es largo, les continúa la vida pero esta vez sin los remedios adecuados. En el aire hay batuque de verano, especie de pre-guerra con oración de Pericles anticipada. Por la vieja calle San Martín es imposible. Será entonces por las orillas. En los viejos bares de San José en medio del cataclismo de la remodelación de las calles, eso que sabe a tierra polvo y olor a bosta. La remodelación de las calles. La ciudad parece bombardeada. Qué lindo será ver esas inauguraciones a pleno con orquestas, festejando el progreso en la Nueva Roma que te da calles relucientes y plazas fotográficas con los emperadores cortando cintas. Para que eso ocurra falta. Hoy la Nueva Roma corta cabezas y pocas cintas. Los arreglos, los endeudamientos de por vida, el “Estado de Malestar pos keynesiano”, fake fake fake, metralleta, “todo es fake” se acostumbra a decir en este neutro país de lenguajes ocultados. Dialectal cruzo la ciudad caminando desde el Este extremo hacia el Oeste deshorizontalizado por el aguaite de la montaña entre nubes cargadas de explosivos. Allá lejos prontamente la cena de los tontos. La vendimia paralela de los empresaurios con esbeltas figuras de ciento treinta años y las operaciones de ocasión, fotos, la decadencia del poder que se aferra sin más patria que el rendimiento del capital. Brindan en la Sinaloa provincial.

Están bañando al potrillo del jefe máximo.

Cuando crezca puede que su cabeza aparezca en la cama del competidor cuando éste despierte de su sueño imperial. Padrinos, hasta en la sopa. Gacelas y esclavos.

Demora la chiquita, por eso avanzo en la grande. Algunos siguen en los botes esperando abran las compuertas. Los que huyen, prefacio y epílogo.

“Me puse a llorar cuando subió la viejita y me contaba en el viaje que ahora ya no tiene más los remedios. Que no le alcanza, que está sola, que sabe que va a morir más pronto”, dijo un tachero de madrugada que, exhausto, venía de pegarle toda la tarde noche en la ciudad bombardeada, la que se presta a inaugurar un Nuevo Orden estético, morado, como los ojos de los que miramos de lejos la penumbra de un hondo año de saliva. “No sabía que decirle, esto así no va más” -continuó, largando su angustia de dólares y fakes. Porque todo es mentira. “El mar es muy grande y el submarino muy pequeño”, nos enteramos por el cartonero que da noticias en pleno retiro espiritual de enyoguizamiento. Una novela latinoamericana más de éxito por stremming. Qué términos, “atractividades” brutales para los enfermos de los hospitales. Qué les voy a contar si ya se sabe todo. El noticiero es uno solo, la variedad está en los canales y en las caras de los conductores y opinadores seriales. Chocan los micros en las montañas, se desvanecen los viejos en las colas de los cajeros automáticos donde habitan hombres y mujeres de la calle sin calle nueva. En la explosión se duerme en envases de vientos lentos que vienen de las pedradas del Valle de Uco, los guevos… piedra hielo. No hemos nacido para vivir.

Clandestino. Pablito es el clandestino que salió del encierro de piedra. “Que se las arregle solo”, siempre hay un lugarcito en el canal para tirarse de parado o de cabeza cuando pase el agua que baja de las montañas. Sin lugar para los débiles. El deshielo trae vitalidad ancestral de los Caciques del Agua. Ahí Pablito, nadando en ese placebo junto a su madre en un piso alto del Central, cama y tubos, recuperando sus deseos. Tan solo vivir y poder amar, eso, sin pretensiones ni ambiciones. Vivir y poder amar. Clandestino Pablito está listo para las 6 vidas que le quedan. Poemas de Pablito clandestino tallados en la desrivotrilizada noche de Boulogne Sur Merde. Pero ya está afuera y todos lo quieren matar porque la verdad es mentira. La circulación de la verdad es mentira. Lo dicen sin pasión, se miente sin coraje, lo hacen vallados, así, tibiamente pasa por un tubo de agua turbia de cloaca intoxicada la verdad. Sin las lluvias de enero Pablito clandestino, el ventilador de dos aspas, los palacios en las afueras del infierno. Las mejores tierras. Las que le mienten al que las cuida. El discurso del amo y la sumisión activa del esclavo. Pablito vive, a pesar de su último intento.