Ex cadete mendocino: "Los oficiales nos disparaban con balas de goma"

Matías Grandia egresó del Instituto Universitario de Seguridad Pública de Mendoza en 2010 y luego de hacer las prácticas dejó la carrera por el hostigamiento que sufrió.

Ex cadete mendocino: "Los oficiales nos disparaban con balas de goma"

Por:Ana Paula Negri
Periodista

Esta semana ocho oficiales quedaron detenidos bajo la carátula "homicidio culposo" en La Rioja luego de que un cadete, Emanuel Garay (18), falleciera producto de las exigencias de un entrenamiento que podría catalogarse como "tortura".

"Nos llevaban a correr al autódromo de Godoy Cruz y nos tiraban gas pimienta"

El director general del Instituto Universitario de Seguridad Pública (IUSP), Alejandro Antón, al respecto aseguró que en 2016 se conformó un consejo de formación policial nacional en el que se discuten las diferentes estrategias didácticas y que el instituto de formación policial de La Rioja es parte de este organismo.

El directivo aseguró que lo sucedido en La Rioja: "Es una locura, una aberración, esto no se explica. Calculo que esto sucede por la falta de control y fundamentalmente por dejar a personas que no están formadas a cargo de los alumnos. Tengo entendido que cadetes de segundo año estaban a cargo de los entrenamientos".

También afirmó: "Hay un concepto muy antiguo, que atrasa, en algunas instituciones de que la disciplina y la obediencia están vinculados con el dolor y el sufrimiento del alumno. La ejemplaridad, es la única manera de ejercer autoridad".

Antón junto a Cornejo presenciando un entrenamiento.

De todas formas, en Mendoza, las jornadas de los cadetes también son por demás exigentes. Así lo relató Matías Grandia al Post. Grandia egresó del IUSP en el 2010 y luego hizo las pasantías en la Comisaría 27ª. Al completar la etapa de prueba decidió retirarse de la fuerza por el hostigamiento y las presiones que sufrió.

Entre las experiencias que a él le tocaron vivir expresó: "Nos llevaban a correr al autódromo de Godoy Cruz y nos tiraban gas pimienta o gas lacrimógeno mientras corríamos con la intención de que practicáramos cómo manejar situaciones de presión. La idea era que aprendiéramos cómo respirar pero es imposible acostumbrarse".

“Ahí mismo nos hacían arrastrar en el asfalto caliente, hacer lagartijas, y todo tipo de ejercicios de resistencia” pero lo más llamativo fue cuando comentó una situación particularmente peligrosa: “Generalmente trabajábamos con munición real, pero hubo un ejercicio en el que corríamos por el cerro hacia abajo y los oficiales nos disparaban con balas de goma con una escopeta para que nos tiremos cuerpo a tierra. A un compañero le dispararon cerca del ojo y casi se lo vacían, hubiera sido una tragedia”.

Antón, sobre este tipo de ejercicios aseguró que los cadetes en formación "tienen que conocer los efectos del gas lacrimógeno, esto no tiene que ver con el maltrato. Se utiliza en las canchas y los operativos antidisturbios. Es cierto que al principio es una experiencia incómoda pero no les va a pasar nada, el alumno las tiene que experimentar como estar mucho tiempo parado o la resistencia física".

Sobre los disparos hacia los alumnos, el director indicó que: "No se le dispara a un alumno. No digo que no pase, que no pueda pasar, puede haber una persona que cometa eso pero no se condice con la cultura de la institución".

Grandia resaltó también que todos los ejercicios se daban durante jornadas muy largas de entrenamiento “entrábamos a las 7 de la mañana y salíamos a las 22 ó 23. No nos daban agua y menos almuerzos o meriendas, todo lo costeábamos nosotros. De todas formas durante movimientos en la tarde pasabas un buen tiempo sin tomar agua, por ahí vomitabas o se te bajaba la presión”.

Matías junto a un compañero.

“A veces nos tocaba practicar desfiles, entrenábamos desde temprano hasta las 17 y de ahí comenzaban las prácticas de desfile hasta las 23 cargando un fusil Mauser de la segunda guerra mundial que pesa 9,6 kg durante seis horas”.

“Te tomaban exámenes de media maratón, 21km, sin preparación física. Tuve una tendinitis por eso”.

También resaltó que es muy difícil estudiar y trabajar mientras se cursa la carrera ya que están todo el día en el instituto: “Es difícil porque estudias y entrenás tanto que no tenés tiempo de trabajar. Durante la escuela estás cagado de hambre, no recibís subsidio, te pasas todo el día estudiando y no podes trabajar”.

Además, Grandia afirmó que la intención de la exigencia durante el entrenamiento para cadetes “es filtrar a quienes entran a la escuela de policía por necesidad y por vocación, el filtro es físico”.

Pero una de las irregularidades más importantes tiene que ver con las prácticas ya que los cadetes son expuestos a operativos de seguridad en las canchas como si fueran oficiales de la policía: “A los cadetes los mandaban a la cancha, nos hacían figurar como personal policial y no te pagaban el seguro. Solo lo pagaban si te pegaban o algo. Como cadete ibas a la cancha para que veas cómo son y el ministerio de seguridad cobra como si fueras oficial”.

Allí también las condiciones eran inhumanas ya que los cadetes debían llegar 3 o 4 horas antes del evento, pasaban alrededor de nueve horas parados, con una botellita de agua y un sánguche de jamón y queso”.

Al respecto, Antón afirmó que "los alumnos tienen un seguro desde el primer día que entran hasta que salen del instituto como policías".