Las tres versiones de Judas: por qué Gallardo se quedó afuera de la Corte

Además del error de la senadora Claudia Segovia, pasaron más cosas. ¿Hubo un traidor? Las cuentas no dan. Y alguien miente. El colapso de un sistema de elección medieval en el que cualquier trampa es posible.

Las tres versiones de Judas: por qué Gallardo se quedó afuera de la Corte

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

La senadora peronista Claudia Carina Segovia, azul, del riñón del intendente Roberto Righi y fiel a Juan Carlos "Chueco" Mazzón; puesta como “controller” de sus compañeros por la mismísima Miriam Gallardo -que sólo confiaba en ella- se arrimó a la doble urna de las bolillas malditas con su bolilla blanca, y cinco bolillas negras. La propia y la de otros cuatro senadores justicialistas, para asegurarse el desecho de esos votos negativos, y que cada senador pusiese la bolilla blanca a favor de la candidata a la Corte. Pero algo pasó, demasiada tensión, tal vez le traicionaron los nervios… y puso en el cajón de “voto” las cinco bolillas negras, y en el del descarte, su propia bolilla blanca.

La senadora Segovia votó al revés. Ello explica porqué sobraron cuatro bolillas en el cajón "voto". Había 41 (18 blancas y 23 negras) en lugar de 37. Las bolillas blancas de ese cajón llegaron sólo a 18 y no a los 19 que la ex senadora maipucina necesitaba para llegar a la Corte. 

Y en el otro cajón, el de descarte, había 33 bolillas (19 blancas y 14 negras). Faltaban cuatro. Sumando las bolillas blancas y negras de cada cajón son 37 de cada color. Esta explicación, la oficial, es posible.

Claudia Segovia, después del error.

No es ilegal que un senador se equivoque al votar. ¿Cuántas veces nos pasa en el cuarto oscuro? Lo que sí es ilegal, más precisamente inconstitucional, es la extendida práctica de los senadores, añeja además, de “control” partidario, en el que dos o tres jefes, o gente de confianza del postulante al cargo que se vota, controla y lleva las bolillas a la urna. 

La Constitución dice clarito que el voto de los senadores en estos casos debe ser “secreto”.

Ahora bien, para que esta explicación sea verdadera, es necesario que uno de los dos senadores que dijeron que iban a votar en contra de Miriam Gallardo, haya votado a favor de la dirigente azul. En este caso los “sospechosos” son María José Ubaldini y Matías Stevanato. Pero la senadora Ubaldini se negó en el mismo recinto a “enmendar” el error de Segovia, aportando su propia bolilla blanca. Y Matías Stevanato, consultado por el Post, jura haber votado en contra de Gallardo. El senador mantiene un tenso enfrentamiento con los Bermejo en Maipú.

La aritmética indica que estas versiones no cuadran entre sí. Y en un sistema arcaico, pleno de secretismos y donde todas las trampas son posibles, nos es imposible saber con exactitud cuál de todas las versiones es la certera. Sólo podemos describir los caminos posibles que llevaron al histórico “gol en contra” del peronismo, lo que estuvo a muy poco, minutos tal vez, de transformarse en el mayor escándalo político e institucional de la provincia. No se llegó a ello porque Carlos Ciurca, Eduardo Bauzá y el peronismo frenaron a tiempo. Aunque nadie pudo evitar la furia del gobernador Pérez. Por un momento, todos los pliegos estuvieron en peligro.

Ciurca se hizo cargo y reconoció el resultado de la votación.

Ahora… ¿Cómo ocurrió este resultado? Hay tres versiones.

Versión A: La oficial, el error de la senadora

Claudia Segovia puso su bolilla blanca en el descarte y las cinco negras incluso la propia en el “voto”. Y a los 17 votos en contra que tenía la oposición para bajar a Gallardo se sumaron dos, el de la senadora equivocada, y el de uno de los dos senadores que habían dicho en público o en privado o ambas cosas, que rechazarían a Gallardo. Ellos son Matías Stevanato o María José Ubaldini. La senadora asegura haber votado en contra. De hecho, tanto Eduardo Bauzá como Fernando Simón –que más tarde sería electo fiscal de Estado- le pidieron a la senadora Ubaldini que “enmiende” el error de Segovia, poniendo su voto blanco en el “voto”. Pero Ubaldini se negó. El problema es que Stevanato también dice haber votado contra Gallardo.

Bauzá, Segovia y Simón, tres protagonistas.

Sin embargo y según esta teoría que muchos radicales y peronistas de varios sectores creyeron, habría sido Stevanato quien votó a favor de Gallardo, aunque un día antes había hecho declaraciones incendiarias contra Miriam Gallardo y Carlos Bianchinelli, dirigente azul que hoy es presidente del Instituto de Juegos y Casinos. Stevanato lo negó en declaraciones al Post denunciando “operaciones”. Lo jurará en una Biblia si se lo piden. Pero es la versión en la que creen, por ejemplo, en el sector de Matías Roby, el precandidato a gobernador enfrentado a los dirigentes del PJ y al que Stevanato, de momento, pertenece.

Versión B: La senadora se equivocó, pero no tanto

Hay una teoría que es así: la senadora Segovia se equivocó, pero no en todo. Esta teoría indica que la legisladora era efectivamente custodio de las bolillas, pero no solo de las negras, sino también de las blancas de los senadores, y que puso todas las bolillas en el cajón “voto”. Y que Stevanato y Ubaldini efectivamente votaron en contra, junto al radicalismo y el PRO. Pero, otra vez, si este hubiese sido el caso, habría habido en el cajón de “voto” 42 bolillas y no 41. Salvo que la senadora hubiese custodiado tres votos y no cuatro, como Stevanato cree que pasó. En ese caso, podría explicarse que Segovia puso ocho bolillas –cuatro blancas y cuatro negras de descarte- en el mismo lugar.

Pero ello sería prueba de que el PJ no tenía de ningún modo 19 votos para aprobar el pliego, en ningún escenario. Para que esta teoría se cumpla, Stevanato y Ubaldini deberían haber votado “negro”. Demasiado complicado para entenderlo… ¿no? Y con una contraindicación de sentido común: ¿Por qué una senadora amiga de Miriam Gallardo, puesta por la propia interesada en llegar a la Corte como “controller” de los votos, abogada, adulta, ex secretaria legislativa, se iba a inmolar así quedando como una auténtica incompetente, cuando los votos no alcanzaban de todos modos? No tiene mucho sentido, por una razón simple. Pensemos mal: el peronismo sabía que perdía y quiso embarrar la cancha sumando bolillas donde no iba, apostando a repetir la votación, algo que el reglamento habilita siempre que voten todos -los mismos senadores- que votaron en la elección “dudosa”. Y esto no era posible, con el radicalismo soliviantado y afuera del recinto.

Versión C: Ubaldini “enmendó” el voto

Esta es una versión sostenida por el radicalismo, e involucra a fuentes bien directas del PJ aunque en el peronismo la niegan. La hipótesis dice que ante el “error” de Segovia, el voto en contra de Stevanato y el previsible en contra de Ubaldini, esta última senadora habría hecho lo que negó en el recinto, colocando su bolilla blanca en el “voto”, pero –una vez más- el “sobrante” de bolillas habría sido diferente. Salvo que Ubaldini hubiese votado a favor de Gallardo y descartado su bolilla negra, y no al revés, como declaró haber hecho.

Pettignano, Gallardo y Simón.

Dos de estas tres versiones, no pueden ser ciertas

Como se puede ver, todas las versiones no caben y dos de ellas son incorrectas. Quedan aquí planteadas, casi a modo de juego a pesar de la gravedad enorme que significa violar el secreto del voto que manda la Constitución (el juego de bolillas es un reglamento que se puede cambiar), y el hecho de que los senadores, alguno de ellos por lo menos, no digan la verdad. A ver… Si es cierto que tres senadores del PJ votaron en contra de Gallardo, uno por error (Segovia) y dos por decisión (Stevanato y Ubaldini), Miriam Gallardo habría cosechado sólo 17 bolillas blancas en lugar de las 18 que consiguió. Es decir, uno de estos tres votos sí fue a favor de la ex senadora maipucina.

Un sistema inservible y posible de corromper

No pueden votar otra vez con este sistema de voto secreto. Los partidos políticos tienen que proponer una enmienda constitucional, para que el secretismo del voto por acuerdos sea eliminado de la Constitución. Y luego, deben cambiar el reglamento. No se puede seguir utilizando un sistema al que la política le encontró la vuelta. Es decir, se pueden “colectar” bolillas, ponerlas en el lugar equivocado, “enmendar” votos… Todo se puede. Por ejemplo, un senador “controlado” que debe votar bolilla blanca debe entregar la negra a su “controlador”. Pero a la vez podría engañarle, colocando su bolilla blanca en el cajón del descarte.

Lo político

La derrota de ayer del peronismo es increíble, porque tanto tuviesen los votos como decían tenerlos, como si no, estuvieron a punto de intentar forzar una nueva votación, y sólo la gritería del radicalismo que se había retirado de la sesión y la frialdad de Ciurca para poner el freno y reconocer a tiempo la derrota, evitaron un escándalo de proporciones. Pero todo lo ocurrido demuestra con claridad que la utilización de cargos extra poder para resolver una interna, es un abuso político e institucional. Si los postulantes hubiesen sido intachables, nada de esto hubiese pasado. Si el PJ y la UCR no desconfiasen de sus propios senadores, no habría asomado el escándalo. La UCR también usó controles y senadores que cargaron las bolillas de sus compañeros. Y una senadora, Norma Corsino, fue a votar gravemente enferma, para que después nadie diga que le habían comprado la ausencia. No quería que nadie hablase después de su padecimiento, algo a lo que tiene pleno derecho. Es decir, por el uso político de un cargo en la Corte o de la Fiscalía de Estado, llegamos ayer a cualquier extremo.

La urna maldita.

¿Es posible el error de Claudia Carina Segovia? Sí lo es. Ayer hasta los radicales la consolaban. Legisladores con mucha experiencia decían que es imposible fingir el sufrimiento y mortificación que mostró, salvo para un actor. Segovia fue puesta allí por Gallardo para controlar los votos, porque la senadora encargada del “carrier” de bolillas era otra. Fue puesta allí por azul, porque fue quien defendió los pliegos de Gallardo, por amiga de la candidata. Y el tiro salió por la culata, por alguna de las razones que explicamos.

Eso sí. Menos mal que el error lo cometió Segovia, o que se hizo cargo de ello. Si el “controller” que se equivocaba era de La Corriente, hoy el peronismo estaría partido y ninguno de los tres pliegos estaría aprobado. Por eso, además, hubo un cuarto intermedio del PJ para hacer el control de daños, recomponer heridos, y certificar que el error había sido propio, como para sacar adelante luego los pliegos de Fernando Simón y Ricardo Pettignano.

Para terminar. Nadie lo dijo. Pero hubo un error más en otra de las votaciones de ayer, donde colocaron bolillas negras en el cajón equivocado. Pero como las bolillas blancas alcanzaron, no se repitió el escándalo.

Para la próxima, senadores, impriman unos papelitos con opciones por SI o por NO al pliego de fulano de tal, y a marcar con una cruz, ponerlo en un sobre y a la urna. Y al final se cuentan las crucecitas. Cumplen de paso con el precepto constitucional del secreto y se acaba la trampa del control de bolillas, el acarreo de votos, o hasta de la enmienda de un voto erróneo.

Y el que se jode, se jode. Pero así no se puede seguir. Es escandaloso.