El costado negativo de lo que Macri acordó con los gobernadores

El costado negativo de lo que Macri acordó con los gobernadores

Por:Miguel Angel Rouco (*)

El principio de acuerdo al que arribaron los gobernadores y el gobierno nacional por los fondos coparticipables y el proyecto de reforma impositiva pone de manifiesto que la clase política busca asegurarse el dominio y los privilegios del poder financiado con los recursos de los ciudadanos.

En efecto, en medio de un ciclo inflacionario que no cede, los políticos buscan preservar su caja sin tener en cuenta los efectos devastadores que provoca la espiralización de precios y aumentando la presión impositiva sobre la población.

Esto se traduce en un menor consumo por habitante y en un recrudecimiento de la ola de despidos en todos los sectores productivos.

Lo curioso es que desde el sector productivo aplauden la política oficial y apoyan la reforma impositiva. No se recuerda un apoyo tan manifiesto del sector productivo a un incremento en la presión tributaria.

Está claro que el sector empresario se entusiasma con la baja de costos laborales que promete la Casa Rosada con los cambios a la Ley de Contratos de Trabajo y que muchos trabajadores también le dan su bienvenida.

Pero de allí a aplaudir una suba de impuestos, dista mucho. Está claro también que, para las empresas, cualquier suba de impuestos, puede ser trasladada a los precios ya sea directa o indirectamente. Es el consumidor final el que pagará en definitiva, la mayor carga de gravámenes.

El problema es que su capacidad contributiva ya está colmada y ahora el afán recaudador se empieza a transformar en economía negra y mayor desempleo.

La teoría de Arthur Laffer vuelve a la escena. Más conocida como la "Curva de Laffer", según la cual a medida que aumenta la presión tributaria disminuye la efectividad de los ingresos fiscales.

En los extremos, si el estado cobra una tasa de impuesto 0 (cero) recauda cero. Si establece un impuesto del 100% también recauda 0 (cero) porque la gente no tiene ningún incentivo para producir porque el estado le quitaría todo su ingreso. Esta teoría, obligó al gobierno de Ronald Reagan a aliviar la carga impositiva a los contribuyentes y le permitió hace unos 30 años a los Estados Unidos, ingresar en un ciclo económico virtuoso conocido como la "reaganomic".

La clase política sólo busca satisfacer su apetito prebendario y aún frente a una economía en crisis, lanza su voracidad fiscal sin límites y sólo ven hasta dónde pueden explotar al contribuyente. Ese es su objetivo para llevar el nivel de gasto público al infinitivo, sin importar las consecuencias.

Pero esta presión asfixiante tiene un límite, a pesar de la terquedad y obstinación del clan político.

Con impuestos altos nadie va a querer ingresar capitales, mucha gente querrá mantenerse fuera del sistema formal y la carga tributaria termina por ahogar la escasa actividad formal que le genera ingresos al Fisco.

La falta de inversiones no permite aumentar la oferta global de bienes y servicios con lo que la inflación permanecerá alta por varios años.

La caída en la recaudación impositiva agravará el déficit y obligará a aumentar peligrosamente los niveles de endeudamiento. Al mismo tiempo, al no haber inversiones, habrá expulsión de mano de obra y mayor informalidad, lo que agitará la tensión social.

Las miserias del clan político no permiten visualizar cambios significativos en el perfil económico del país. Una pena. Cambiemos tiene en sus manos para honrar su nombre pero Macri se enloda con el clan y parece haber elegido los mismos atajos que llevaron a la Argentina a sus reiteradas crisis.

(*) Especial para Mendoza Post