Quincho: El problema no es Ramón, es el peronismo

Efecto político: al gobierno no le conviene un peronismo destruido. Las alianzas que se vienen. Entretelones de la salida de Vaquié del Nación. La agenda política 2018.

Quincho: El problema no es Ramón, es el peronismo

Por: Mendoza Post

Una semana después de las elecciones, al gordo le invadía una extraña paz. Como muchos peronistas, no había metido la boleta del PJ. Puso el sobre vacío, con un dejo de sabor amargo en la boca. Otros, directamente habían mandado la boleta de Protectora.

Pero ningún compañero se sentía traidor. A lo sumo, estaban desilusionados.

- Lo bueno de esto es que ya sabemos lo que está roto… aunque nadie sabe cuánto va a tardar en repararse…- dijo el gordo en voz alta. Su amigo el Ruso apenas si le prestó atención. Estaba concentrado en la compra de terrenos en el Valle de Uco.

- Ajá…- dijo apenas, sin tomar ningún tipo de compromiso. Pasadas las elecciones, lo único que importaba ahora es el futuro.

El gordo siguió metido en sus pensamientos. Había decidido preparar un roast beef al horno. Uno de los cortes más deliciosos, si se lo sabe llevar. Para los que no saben, es el “otro lado” del lomo veteado. Julián lo había trozado en porciones de unos 150 gramos cada una, del tamaño del puño de un niño. Los había dorado en una olla enorme, con oliva, manteca, y luego les agregó cebollas en aros, puerros, verdeo, unos dientes de ajo, tomates peritas bien picados, laurel, y varias tiritas de zanahoria cortada en juliana. Pimentón dulce, caldo, pimienta y sal. Cuando estuvieron casi listos, metió todo en una asadera precalentada bien alta: el jugo, la carne, papas que había cortado en rodajas y “marcado” en una sartén con un poco de oliva, y unos espárragos y corazones de alcauciles que había hecho al vapor más temprano. Cubrió la asadera con un poco más de salsa, dos cucharadas de azúcar y una media botella de Sauvignon Blanc, y al horno una vez más. Esta vez, la mesa estaría engalanada por unos Malbec de exportación que sólo tenía en su manga el Lucas Abihaggle, un amigo.

El gordo le pidió ayuda al Ruso para llevar la asadera a la mesa, donde esperaban el resto de los muchachos.

Una rápida mirada al cuadro que ornamenta la pared norte del quincho, la que da a Las Heras, le permitió comprobar lo inevitable.

El general salía borroso.

La charla se armó rapidito alrededor de la configuración política de Mendoza. El gordo arrancó por el lado autocrítico.

- De toda crisis se aprende. Igual, creo que el peronismo no ha llegado aún al fondo. Falta ese paso, incendiarse, y resurgir como ha hecho tantas veces. El problema es que nos quedamos sin líderes, y sin ideas. No puede ser que la única idea sea oponerse al “ajuste” de Macri y Cornejo. La gente se cagó en las amenazas de reforma laboral, jubilatoria, “ajustazos”, lo que fuere. Y por otro lado, los líderes fueron arrasados “parejito”. Esto tiene una ventaja: si los intendentes hubiesen ganado, habrían culpado al kirchnerismo. Pero esta vez perdieron todos los líderes: Los Félix, los Bermejo, Giménez… se acabó el modelo “municipalista” del peronismo. Hay que buscar otra cosa, otras ideas, otros liderazgos…- dijo el gordo, que no se sentía particularmente amargado por el resultado electoral. –El asunto es que la única referencia en pie sigue siendo Cristina… Se acabó la “liga de gobernadores”, el “peronismo blanco”, Massa, Randazzo… quedaron caducos. Se les pasó la fecha de vencimiento…-

- ¿Y acá? – le interrumpió el Omar, el radical-radical-radical que habla con todos.

La postal de la mescolanza que hizo el peronismo.

- Acá no quedó casi nada en pie. Si Omar Félix le hubiese dicho a la gente “soy peronista”, muy probablemente habría obtenido más votos. Pero por no pegarse a Cristina y por los recelos con todos los líderes territoriales -broncas espesas, históricas- terminó desdibujado. Hoy Cornejo tiene dos polos opositores claramente diferenciados. Los muchachos de Protectora con José Luis Ramón a la cabeza, y los tres jueces de la Corte que son anticornejistas furiosos, y que no dejarán oportunidad de intentar marcarle la cancha al gobierno. Y en lo partidario, así a nivel provincial, sólo quedan en pie La Cámpora y el kirchnerismo. Mirá lo que pasó: Los Félix pudieron poner sólo a un legislador propio y uno prestado. Por los Bermejo, sólo el Adolfo. Por Giménez, sólo su ex mujer Cristina Pérez. Y Righi y Aveiro, que ganaron en sus departamentos, no pudieron meter a ningún legislador propio. Pero Lucas Ilardo y sus aliados consiguieron meter seis legisladores, aunque donde ellos ganaron la interna, el PJ quedó tercero… ¿Escucharon bien? Seis legisladores. Más dos que ya venían, el propio Lucas y Patricia Galván, son ocho. Podría decirse que el kirchnerismo, después del oficialismo, es la fuerza “homogénea” más numerosa en la Legislatura.

- Eso es un problema para Cornejo…- reflexionó el Omar.

- ¿Por?

- Porque no habrá con quién negociar los temas en serio. A partir de mayo, van a ser más los legisladores peronistas que no dependan de los intendentes, que los que sí tengan dependencia y línea directa en los departamentos. A los ocho kirchneristas les tenés que sumar los ciurquistas que venían de antes.

- Tenés razón… como sea… ya hay peronistas pensando en juntarse con los legisladores de Ramón, para hacer un “frente común” en la Legislatura.

Ramón y Vadillo.

- Pero si los de Protectora ya tienen una internita por el nombre del bloque… ¿Y se van a juntar con los peronistas? – interrogó, divertido, Ludovico, el hombre más PRO de la mesa.

- Todo lo que quieras, con todas las chicanas que te apetezcan. Pero los tipos llegaron con seis legisladores y los peronistas ya están tramando cómo juntarse con ellos, para plantarle alguna oposición a Cornejo. Sobre todo, en el Senado, donde el Alfredo quedó más “justo” y no puede prescindir de ninguno de los suyos. En cuanto un senador radical se resfríe, se enferme, viaje o se enoje, las leyes se van a empezar a caer…

- Bueno… habrá que buscar un peronista que sí las vote…- festejó el Omar, y los amigos estallaron en carcajadas. El gordo sirvió otra porción del roast beef al horno con papas en cada plato. El Ruso quiso poner un poco de orden.

- En serio gordo… ¿qué van a hacer?

- No sé. Nadie habla. Sólo se juntaron “algunos con algunos” pero no hubo una reunión del peronismo en su conjunto, ni de los intendentes con los legisladores, ni de dirigentes… Nada de nada. Pero sí hay algunas ideas dando vueltas. Hay algunos compañeros que piensan en llamar a los ex gobernadores, especialmente a Celso, para que aporten experiencia, aunque no figuren porque no pueden figurar. Al “Chango” Díaz… Incluso al “Pilo” aunque ahora sea embajador del gobierno de Macri. Ir a buscar a un montón de militantes y de profesionales, de “seso”, de masa crítica de pensamiento que se fue a su casa hace años… A ver si el peronismo puede enfocarse en qué hacer. A ver… algunos compañeros ya lo miran a Ramón con cariño… y sueñan un frente electoral que les pueda ganar a los radicales…

- Me estás cargando…- dijo el Ruso, sin dar crédito a sus oídos.

- No te estoy diciendo que Ramón va a liderar el peronismo. Lo que te digo es que hay compañeros que lo miran con respeto. A ver… te podés cagar de risa de la frazada, de la “Ramoneta”, de las salidas histriónicas de Ramón… pero es opositor al gobierno, y tiene votos. Y los peronistas respetamos eso. Por lo pronto, somos tierra arrasada…- reflexionó el gordo, y bajó el amargo párrafo con un buen trago de Malbec.

Cornejo, contento como ganador del "Quini"

- Es cierto lo que dice Julián, y para el gobierno es una preocupación…- acotó el Omar, el más radical de la mesa. - Cornejo tiene planes enormes para 2018. Me parece que eso de ser un gobernador de transición se le pasó, y para el año que viene tiene en agenda la nueva ley de Tránsito, los nuevos códigos procesales civiles, la oralidad de los juicios laborales… Esas son cosas de impacto directo en la población. La licitación del transporte, que viene postergada hace unos años, cambiar el recorrido del transporte urbano aplicando los troncales, todo ese plan que dejó Marinelli antes de irse a Irrigación… y además, planea una reforma constitucional, ya sin reelección para él. Y para mucho de eso va a necesitar de un peronismo que sea ordenado y razonable, no un justicialismo cerril manejado por La Cámpora y en acuerdos con Ramón. Ojalá el Alfredo pudiese ayudar un poco al peronismo, aunque le tienen desconfianza…

- ¿Me estás cargando? Nos volvió locos en los gobiernos de Jaque y Paco… nos dejó en banda con dos presupuestos… nos hizo ir de rodillas con Cristina a pedir plata… y después nos ganó desde el 2013 hasta acá tantas elecciones que ya ni las cuento…

- Ocho, contando las desdobladas…- recordó el Omar.

- Bueno… No es Cornejo el que tiene que ayudar al peronismo. Somos los peronistas, aunque nos comamos otro garrotazo en 2019…- reflexionó el dueño de casa. Y los amigos brindaron por la alternancia en el poder. La mesa cambió de tema.

El gordo había quedado curioso por la salida de Enrique Vaquié del Banco Nación. Esas cosas, hacia adentro del radicalismo tienen todo tipo de rebotes.

- Omar, contá lo que sabés…- apretó Julián, ensopando media rodaja de pan casero en la fuentada de roast beef al horno. El radical del grupete bebió un sorbo de Malbec para ordenar las ideas.

- Fue una de esas cosas de palacio. No hay que buscar ninguna otra cosa rara. Javier González Fraga –que es el presidente del Nación- fue a quejarse directamente al presidente Macri. Le dijo que no bancaba más el despliegue del Enrique y de los otros dos directores que sacaron del directorio del banco y que necesitaba cambiarlos a los tres. Y Macri le liberó las manos para actuar, porque no quería quilombos. Pero hubo muchísimas desprolijidades en el proceso…- contó el Omar.

- ¿A ver?

- Para empezar, Cornejo estaba en Buenos Aires en una reunión justamente en la que estaban Macri, Marcos Peña, Mario Quintana, Gustavo Lopetegui, Rogelio Frigerio. Estaba todo el mundo ahí, el martes. Y uno de los colaboradores más estrechos del “gober” le empezó a mandar mensajes. Lo estaban echando “por la prensa” a Enrique Vaquié. El Alfredo no sabía nada, pero no preguntó hasta que terminó el almuerzo y pudo hablar con Marcos Peña.

Es de este año, pero la imagen tiene un siglo.

- ¿Y?

- Y Marcos le dijo “esperá que te va a llamar Quintana”. Mario llamó, y le explicó al Alfredo que la situación entre González Fraga y Vaquié y los otros directores no daba para más. A Cornejo le debe haber molestado, porque cuando lo llevaron a Enrique al Nación, desde la Casa Rosada hablaron con él, y con Ernesto Sanz. Y ahora, no les dijeron. Pero bueno… la política es así… estas cosas pasan. El asunto es que el Alfredo le ofreció a Vaquié volver al gobierno provincial, le abrió las puertas, aunque no hubo una propuesta concreta de un ministerio. Algunos hablaron de una “coordinación” del gabinete, pero hubiese sido imposible. Hay un par de ministros que sólo aceptan el liderazgo de Cornejo. Y además, no es lo que quería el Alfredo. Tampoco Vaquié, que prefiere seguir en el gobierno nacional. Parece que va a trabajar con Mario Quintana, que es uno de los coordinadores del gabinete, en el seguimiento de temas económicos. Enrique quiere seguir en el gobierno nacional. Se pasó la semana pasada en la Jefatura de Gabinete y esta semana vuelve a Buenos Aires.

- ¿Y el proyecto político?

- No sé… su gente dice que sigue en pie. El problema es que en el radicalismo y en Cambiemos hay más de un “proyecto político” para suceder al Alfredo, sin contar con que Cornejo tiene, o va a construir, o tendrá sus propias ideas sobre quién debe seguir en el sillón más importante de la provincia. Y están Abed y los intendentes del Este, y Rody Suárez, y Tadeo, y Martín Kerchner, por supuesto, Omar De Marchi, y nunca jamás de los jamases descartes a Cobos. De hecho, me parece que para Cornejo, el “ranking” de asuntos políticos, además del peronismo destruido, los jueces que lo enfrentan en la Corte, tiene que incluir la interna radical para sucederle... ¿no? – dijo el Omar, bajando la parrafada con un trago de Malbec.

La cena fue llegando a su fin. Después del estofado al horno, los amigos apelaron a un licor de manzanilla a modo de bajativo, y unas mandarinas del patio. El calor y el zonda habían dejado lugar a una nochecita fresca.

- Me parece que a la hora de repasar los planes del gobierno, al Omar se le “olvidó” el peaje de Cacheuta…

- Eso va a generar muchísima resistencia… pastito tierno para los legisladores de Ramón… ¿Cómo se le escapa eso a Kerchner? Un tipo que puede aspirar a la gobernación, arranca un año antes cobrando peaje…

- No fue idea de él.

- Entendí clarito.

- ¿Qué pasa que los jueces de la Corte están tan calientes con Alfredo?

- Y qué querés… los tiene con el “menecco” firme, y por la espalda. Además, Marcelo D’Agostino, por orden de Cornejo, les bajó casi 200 cargos del borrador de presupuesto del año que viene. Están como viento. Y esperá que fallen en el ítem aula. En esa sala, están Valerio, Palermo y Adaro. El voto es 2-1 en contra del ítem aula.

- No creo que se animen… sería un caos… una derrota política… mejor dicho, una derrota cultural muy fuerte para el gobierno.

- Sabés qué pasa. Esta gente son jueces de la Corte, aprendieron a tener paciencia. Lo único que tienen que hacer, es esperar que pase el gobierno de Cornejo. Ese 10 de diciembre, te aseguro que más de uno brinda en los principales despachos de los tribunales.

- Y bueno… son los costos de las transformaciones… Decime la verdad… ¿Estás seguro que votaste en blanco, que no votaste por Ramón?

- ¿Tas loco? ¡Soy peronista! Aunque el general, para hacer quilombo, se lo habría traído al melenudo al peronismo.

- ¡Jajajajajajaaaaaaaaa!

Y así, entre risas y chanzas, los amigos desaparecieron en el sentido estricto de la palabra.