Próvolo: cinco testimonios del horror

Cómo violaban a los niños. Los abusos repetidos. Las mentiras a los padres. Qué dijeron los testigos.

Próvolo: cinco testimonios del horror

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

No hay ojos capaces de resistirlo. Ni alma para aguantar. Los testimonios vertidos en el caso Próvolo por niños, niñas, testigos de identidad reservada, madres y padres que declararon, hieren en lo más profundo del ser humano. La mayoría, son impublicables. Pero serán ventilados en el juicio oral, cuando el caso llegue a esa instancia. Que nadie lo dude, ese juicio será histórico, como un “Nunca más” a los abusos de menores en las instituciones de la Iglesia Católica.

Desde una madre que contó cómo su nena de cinco años volvía a casa con infecciones urinarias y cinco dedos marcados en cada brazo, las muñecas y los hombros, hasta testimonios de chicos que contaron cómo tenían sexo entre ellos, tomando el “ejemplo” de los dos curas presos Nicolás Corradi y Horacio Corbacho, y de los empleados Jorge Bordón, José Luis Ojeda y Armando “Pilo” Gómez. Bordón se vestía de monaguillo o sacerdote para tocar a los niños. Ojeda era el jardinero y a su vez fue víctima. Violó, y fue violado desde siempre por el cura Nicolás. Y a Gómez, que hacía mantenimiento, lo involucraron en varios de los hechos que constituyen el voluminoso expediente, de varios cuerpos.

A la madre que denunció que su nena volvía con los dedos de los adultos marcados, la ignoraron. Y está claro -luego de acceder a una pequeña parte de los testimonios- que todos los profesores y docentes del Próvolo deberán declarar. Algunos tendrán que responder por encubrimiento, u omisión de auxilio a las víctimas. Por si alguien no lo recuerda, los niños y adolescentes de ambos sexos abusados en el Próvolo son personas hipoacúsicas. Y más allá de las violaciones, los golpes, el pretendido sexo “consentido” con niñas de 12 años, el material porno que les exhibían, las fotos que les hacían a los chicos una vez desnudos –siempre de acuerdo a los relatos- hay un hilo conductor en cada historia: El miedo a declarar, a confesar los secretos del Próvolo, a los religiosos, a los docentes, a estar a solas con los sacerdotes. Simplemente, miedo.

Corbacho, uno de los más sádicos.

Muchos de los testigos y de las víctimas son menores de edad. Algunos, lo eran durante los abusos. Pero de todos, vamos a proteger su identidad.

1. La madre

“E” es madre de una niña de cinco años y vive en Palmira. Fue de las primeras en hablar. Lo hizo en sede fiscal el 29 de noviembre del año pasado, cuatro días después de las detenciones de los curas. El POST ya había publicado la historia, al menos, lo que se sabía hasta ese momento.

Las madres tienen instinto. Y “E” estaba segura que su nena de cinco años había sido violada. “Antes de las vacaciones de invierno de 2015, ella empezó a aparecer con moretones en los hombros… Claramente se distinguían cinco dedos… como si la sostuviesen con fuerza…” dijo. En el colegio le dijeron que la nena se había hecho los moretones en su casa. La directora, Valeska Quintana, no dio importancia a la denuncia. “Luego los moretones se trasladaron a las muñecas, con la misma forma, como las yemas de cinco dedos” describió.

La mujer les contó a los fiscales ese día, que su hija de cinco años se puso agresiva, apareció con moretones entre las piernas, y exhibió cambios de conducta. El más significativo es atroz: la criatura intentaba tocar los genitales o besar entre las piernas a los adultos, todo el tiempo. La nena no sólo es sorda profunda. Sufre de microcefalia y retraso madurativo. “E”, apuntó a José Luis Ojeda como el autor de los abusos. “Estaba siempre con ella” y luego señaló, aunque sin certezas “al padre Jorge”. Se refería a Bordón, otro de los detenidos, que solía vestirse de cura.

2. Cosa de la Iglesia

“L” tiene 36 años y posiblemente es la víctima de mayor edad en el Próvolo. Fue violada reiteradas veces alrededor del año 2001, y de allí en adelante. No dormía en el instituto, pero sí en una casa del predio. Sus padres habían trabajado en una ampliación del Próvolo. “L” también es sorda, y sus padres no conocían la lengua de señas.

En su declaración, identificó a José Luis Ojeda como su violador. “L” tenía 17 años, y el hombre la abordó a la fuerza en los patios del Instituto. No logró violarla esa vez, pero sí más tarde. “…entró y me agarró, me llevó a la habitación, y yo le pegaba para que me soltara (…) pero como era mucho más fuerte me acostó y me penetró… Me dolió mucho y me salió sangre. Volvió a pasar tres o cuatro veces. Yo pensaba que lo que él hacía era algo de la Iglesia, porque si estaba ahí adentro tenía que ser cosa de Dios. A la noche, yo miraba al cielo y le pedía a Dios que dejara de hacerlo…” contó en sede fiscal.

“L” sufrió infecciones y enfermedades por las reiteradas violaciones de las que era objeto.

Los primeros detenidos.

3. G.

El testimonio de “G” es uno de los principales del caso. Se trata de un joven puntano que difundió en Facebook su historia, ni bien el POST publicó la detención de los curas el 26 de noviembre del año pasado. “G”, que tenía una hermana mayor en el Instituto, fue de los que peores consecuencias pagó. Contó haber sido violado varias veces. Y a su vez, algunos de los chicos contaron que “G” persuadía a los más pequeños para tener relaciones, masturbarse en pareja, o penetrarlos. Los testimonios alrededor de la historia del chico son coincidentes.

“G”, ahora un adulto "trans", viajó a declarar el lunes 28 de noviembre del año pasado. Tenía 11 o 12 años cuando Jorge Bordón, a quien los chicos identificaban por señas como “panza”, lo violó, noche tras noche.

“Ocurría a las dos o tres de la mañana. Jorge venía con la luz apagada, prendía la luz y ponía la cara de él contra la mía. Y me tocaba (…) Yo no decía nada porque me daba miedo. Él me hacía sexo oral” contó.

Los detalles de la denuncia de “G” son escabrosos y refieren a lo más abyecto de la perversión humana. Un niño de 12 años, a merced de un adulto que se metía en su cama por las noches. El terror debe haber sido indescriptible.

En su casa, “G” contó todo a una conocida, quien a su vez lo contó a sus padres. La historia terminó a golpes de puño entre el padre de “G” y el violador de su hijo. Y con el cura Nicolás Corradi y la asistente social Graciela Pascual, defendiendo al violador.

El relato de “G” fue abundante. También dijo que otros alumnos, a los que identificó, le habían relatado “tocamientos” y otros tipos de maltrato sexual, golpes, y torturas.

Una de las marchas por el caso.

4. Bordón

Probablemente, los testimonios sobre Jorge Bordón son tan abundantes como respecto de Horacio Corbacho (el cura más señalado por las víctimas mujeres) y Corradi. Pero uno de los testigos aportó un hecho desconocido hasta ahora, ocurrido afuera del Próvolo, en una actividad de la Iglesia de Chacras de Coria, en Potrerillos.

El hombre, al que identificaremos con la letra “M”, declaró en diciembre del año pasado. Y contó cómo Bordón llevaba a los chicos de la Iglesia a tener sexo con prostitutas, cuando cumplían 18 años. Fue a fines de los noventa. “Una vez en Potrerillos, cuando íbamos a misionar a la iglesia de allá, empezamos a tomar alcohol. Fue un sábado a la noche. Nos fuimos a dormir y en un momento me despierto, y veo a Jorge Bordón masturbándome (…) y me dijo ‘ponémela’ a lo que accedí. Y tuvimos sexo…” dijo. Aunque Bordón no lo violó, el hombre dijo que se había “sentido muy mal” por lo ocurrido. Dio nombres de otros chicos de Chacras de Coria que fueron seducidos por Bordón. Se ve que llevaba muchos años como depredador.

Cuando le preguntaron dónde ocurrieron los hechos con Bordón, el muchacho dijo “fue entremedio de los bancos de la Iglesia de Potrerillos, en mi bolsa de dormir”.

Una verdadera bestia.

5. El padre Horacio

De acuerdo a los relatos, el padre Horacio Corbacho era (es) el más perverso de todos. Los chicos percibían cómo el sacerdote experimentaba erecciones, al sentar sobre su falda a una de las niñas. Parece que lo hacía en repetidas ocasiones.

Los alumnos del Próvolo tenían prohibido el lenguaje de señas. Pero se las arreglaban. A Corbacho lo identificaban con un gesto tomando la ceja derecha entre el pulgar y el índice. El cura fue acusado directamente de las violaciones por una de las alumnas a la que llamaremos “V”. Parece que Corbacho tenía una fijación con la niña, una debilidad especial. Al punto que le regalaba ropa y la hacía cambiarse en su habitación de sacerdote.  La llevaba de compras al supermercado, la manoseaba en una Traffic en el viaje de regreso, o la sentaba sobre sus piernas delante de todos cuando la chica ya tenía 13 años. Hasta los abusadores tienen a su preferida.

El traslado de los curas.

Así lo contó “C”, otra ex alumna que aparece en el expediente. “Yo tendría 12 años… una vez, en el año 2012, estábamos mirando TV en la sala al cuidado del padre Horacio. Fui a buscar la leche para todos, y vi a V. sentada al lado de Horacio. Él la abrazaba con un brazo y le tocaba los senos por debajo de la remera. Me sorprendió pero no dije nada. Nos hizo sentar a todos. Pero miré hacia atrás y vi que V. estaba sobre la falda del padre Horacio. La llamé, ante lo que Horacio me dijo que no, que la dejara sentada un rato ahí. Y se puso las manos sobre la nuca y pude ver que su pene estaba erecto debajo de su pantalón, la chica estaba sobre sus piernas”. Las escenas de TV con la niña “V” sentada sobre Corbacho, mientras el cura la abusaba, fue repetida por varios testigos.

Una de las testigos de identidad reservada, antes de este testimonio, ya había denunciado que Corbacho había violado a dos niñas “y que a todas las nenas les tocaba la vagina”. En una segunda declaración, dijo que ella misma había sido sometida por el cura. El relato que esta testigo de la violación de Corbacho, es propio de una película sádica. Ya mujer, se quiso suicidar. “Mi gran marca es Corbacho” dijo en sede fiscal.

Epílogo

El Caso Próvolo es el más grave de los expedientes de abuso infantil en una institución educativa ocurrido en Mendoza, a gran escala. Decenas de chicos y chicas abusados por años. Sodomía, masturbaciones, películas porno, secuestro, torturas, golpes, violaciones, encubrimiento. Los curas abusaban de los chicos, y también algunos de los empleados. Es increíble que ningún docente haya visto nada, ni sospechado en años.

La justicia debería investigar en profundidad a Graciela Pascual. Ex asistente social y ex representante legal del Próvolo, hizo todo para encubrir, ya desde 2008, cuando Cintia, la mamá de uno de los chicos sordos, denunció las primeras violaciones, que fueron adjuntas al expediente actual.

Puede que algún victimario haya sido víctima. José Luis Ojeda, el jardinero sindicado como autor de varios abusos y violaciones, les contó a varios niños que el cura Corradi lo violaba a él desde jovencito.

La justicia tiene mucho que trabajar. Estas cinco historias, que presentamos aquí, son solo una muestra no muy detallada, por sensibilidad, de cuando ocurrió en el instituto del horror. Hay más testimonios, uno más duro que otro. En todos están involucrados alguno de los cinco hombres detenidos. Más las declaraciones de las jóvenes que involucraron a Kosaka Kumiko, cuya situación se resolverá este mediodía.

Historias de chicos hipoacúsicos, muchos de ellos no eran siquiera tenidos en cuenta en sus familias, que estaban a merced de depredadores sexuales protegidos por la Iglesia, que parece que aquí, no sabía nada.

Francamente, es increíble.

Hoy, audiencia

A la una de la tarde en el segundo piso de Tribunales, seguirá hoy la audiencia de control por la situación de la monja Kosaka Kumiko, detenida por el caso desde hace poco más de dos semanas. La jueza de Garantías Alejandra Alonso debe definir entre la libertad pedida por su abogado Carlos Varela Álvarez, y el pedido de prisión preventiva hecho por el fiscal Gustavo Stroppiana y acompañado por los abogados querellantes, representantes de las familias de chicos abusados en el Próvolo.