Por qué las clases arrancan mal en Mendoza

A las 11 es la paritaria pero el paro en Mendoza es casi inevitable. Entretelones de las negociaciones. Qué pierden y ganan los docentes si el aumento sale o no por decreto.

Por qué las clases arrancan mal en Mendoza

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

Más de medio millón de alumnos en todo el sistema. Cincuenta y cinco mil docentes. Mil setecientas instituciones escolares. Más todos los padres de los chicos y chicas que deben empezar las clases, las familias de los docentes, y todo ese enorme colectivo que llamamos “comunidad educativa” estará pendiente de la reunión que hoy a las 11 de la mañana se llevará adelante en la Subsecretaría de Trabajo de la Provincia, entre los miembros paritarios del gobierno y los dirigentes del SUTE. Aunque ya es casi un hecho que el lunes, las clases arrancan con paro.

El gremio docente llevará a la reunión el rechazo formal a la propuesta de aumento salarial del gobierno, y se quedarán esperando una “mejora” que Alfredo Cornejo no está decidido a dar. Por lo tanto, hoy cerca del mediodía se sabrá "formalmente" si las clases empiezan normalmente el lunes, o si -por el contrario- el 6 de marzo será una jornada de infierno para medio millón de alumnos y sus familias, y para los docentes que se ven tironeados por sus dirigentes, por un lado, y por el bolsillo, por el otro. No habrá más negociaciones salariales. Y el decreto saldría esta noche, mañana o el viernes, “para que los maestros cobren el aumento con el salario de febrero” afirman en el ministerio de Gobierno.

Las chances de un acuerdo son prácticamente nulas. El secretario general del SUTE Adrián Mateluna y el gobierno, no pueden ponerse de acuerdo siquiera en cuánto es el porcentaje de la propuesta. Para el “equipo oficial” -el ministro Dalmiro Garay, el subsecretario de gestión pública y paritario Ulpiano Suárez, el titular de la DGE Jaime Correas- la propuesta es de una suba del 17 % en dos tramos, con reapertura de paritarias en octubre para discutir en función de la inflación del Indec, de la DEIE, y de la que aporten los gremios. Pero el SUTE dice que la oferta es sólo del 13,5 %. Ninguna de las dos posturas es totalmente cierta. La verdad es que el aumento es acumulativo, y “de bolsillo”, y sólo así “…llega casi al 17 %...” se sinceran los funcionarios.

El inicio de clases del año pasado.

No hay posibilidades de un nuevo round, cuando vienen en comisiones técnicas discutiendo el formato del salario y otras cuestiones desde diciembre. “Es casi imposible” aseguran en el gobierno, donde el que comanda estas operaciones es el propio gobernador Alfredo Cornejo. La paritaria estatal es una bomba de tiempo. No pueden darles más aumento a los docentes, sin replicar esos aumentos en Salud, por ejemplo.

La paritaria de hoy tiene un costado político fuerte. Es año electoral, el poderoso SUTEBA bonaerense con el celador Roberto Baradel a la cabeza tiene a mal traer al gobierno de María Eugenia Vidal, quien igual que el presidente Mauricio Macri, dará hoy su discurso de apertura de sesiones.

Baradel, en Mendoza.

 Vidal había ofrecido 18 % con cláusula de aumento igual a la inflación que mida el Indec, y ello fue rechazado. El paro docente es nacional, convocado por todos los gremios docentes, independientemente del estado de la paritaria en cada provincia. Todos los gobernadores, de paso, ofrecieron aumentos parecidos.

Ante un escenario de “aumento por decreto” a los maestros, por segundo año consecutivo, ¿Qué cambia para el docente? Lo primero: todos van a recibir el aumento del 17 %. Pero perderán la chance de cobrar una acreencia de más de 12.000 docentes, que vienen reclamando desde hace años por la mala liquidación del adicional por zona. “Podían cobrarlo en bonos ahora, como los proveedores. Y ahora van a tener que esperar que haya partida”, lo que a decir del gobierno podría ser dentro de uno, dos o tres años. La suma que se les debe a esos 12.000 docentes es de casi 30.000 pesos a cada uno, en promedio. También perderán, en caso de que el aumento sea fuera del acuerdo marco paritario, la oferta de compra de útiles escolares para los maestros y de ropa de trabajo para los celadores.

El escenario es de paro para el lunes, con un acatamiento que será de regular a bajo porque los descuentos del año pasado a quienes hicieron huelga fueron durísimos, y aumento por decreto.

Las clases

¿Empiezan las clases? El SUTE adhirió al paro nacional de lunes y martes, dictado por los gremios para todo el país. Pero saber el impacto que tendrá en la provincia es un misterio y anticiparlo, muy arriesgado. El año pasado, el gremio local hizo cinco paros. Según cifras de la DGE, el primero tuvo un acatamiento del 60 %, los que siguieron, del 40 % y del 20 %, y los dos últimos, de sólo el 1,2 % de ausentismo. “Menos ausentismo que los delegados que tienen” dicen en el gobierno escolar, dato del que se toman para cuestionar permanentemente la representatividad del SUTE. Es lógico: el que para, pierde el día de trabajo y el “ítem aula”, con un impacto por dos días de paro que puede superar el diez por ciento del sueldo.

Mientras tanto, la DGE prepara un operativo de inicio de clases “con paro” similar al de todos los años. Es decir, con directores en las escuelas, edificios abiertos “para los que quieran ir a trabajar”, y seguimiento online del ausentismo, lo que les permitirá antes de las diez de la mañana tener una idea del impacto de la medida.

La discusión respecto de si la provincia tiene o no plata para dar mayor dinero a los docentes, es interminable. Adrián Mateluna dice que sí lo hay, y que además el gobierno no peló por fondos nacionales para el sector. Pero las decisiones de asignar los recursos, son políticas. Hay un presupuesto aprobado por la Legislatura de la Provincia, con las condiciones para todos. Pero no es menos cierto que tenemos docentes que escapan por poco a la línea de pobreza. Un 20 % no lo logra, reconocido ayer por Ulpiano Suárez en el programa “Te Digo Lo Que Pienso”). Es muy poco, para gente que tiene que enseñar, despiojar, dar de comer, contener, y además, aguantar lo que venga, en una sociedad que está siempre al borde del desquicio.