Nisman, espías y #18F: cruda entrevista a Horacio González

Desde 2005 Horacio González dirige de la Biblioteca Nacional. Para las letras, bien podría identificársela como una década ganada, aunque este sociólogo, docente y ensayista prefiera dejar de lado este tipo de slogans.

Nisman, espías y #18F: cruda entrevista a Horacio González

Por:Cynthia García
Periodista

Integra el Espacio Carta Abierta, en el que confluyeron y confluyen intelectuales con un pensamiento afín al del gobierno nacional, como Nicolás Casullo (†), Horacio Verbitsky y Ricardo Forster. 

El último escrito de esta agrupación, la Carta Abierta 18, tuvo por título “Entre el texto y la sangre” y está dedicado a la muerte del fiscal Alberto Nisman. En uno de sus párrafos, refleja que esta desaparición “ha sumido en un extendido estupor a la población, al gobierno y a todas las fuerzas sociales y políticas”.

 -“Hubo textos y hubo sangre”, se puede leer, y que “de la sangre a los textos hubo que recorrer un camino”, agregan...

 -Es una carta difícil. Escribir hoy en la Argentina es difícil, sobre todo en una materia tan compleja como esta. Por eso la primera decisión era cómo escribirla y cómo tratar de salir de un lenguaje esquemático, dominante, que es el lenguaje de las épocas más vertiginosas, las que apelan a las consignas rápidas. Es una época de movilización, como la del 18 de febrero y como las que seguramente seguirá habiendo en réplica a las que hubo antes y así hasta llegar a las elecciones. El texto exige ponerse como el lector de acontecimientos de enorme complejidad porque trata de un hecho de violencia que todavía no se puede calificar con mayor precisión, si es un asesinato o un suicidio.

 "Trata de un hecho de violencia que todavía no se puede calificar".

 -¿Tiene alguna idea propia sobre qué ocurrió?

-Personalmente me inclino más por un suicidio, pero para una u otra cosa faltan las pruebas más evidentes. Pero como hay mucho texto alrededor de este acontecimiento y se siguen acumulando los textos, no sólo los de la prensa, no sólo éste que ha escrito el grupo Carta Abierta sino principalmente el texto donde empieza todo: el alegato o el dictamen de Nisman en relación a lo que llama “plan criminal” o “plan conspirativo” o una “diplomacia paralela”. Hay una primera observación donde llama la atención la fragilidad argumentativa de ese texto. Eso se ha dicho mucho por parte de juristas, no solo los que tienen más simpatía al Gobierno sino que también los no lo apoyan.

-¿Por qué considera que los argumentos de Nisman eran frágiles?

"La vida jurídica argentina encuentra en este estilo, que es un estilo vinculado a los Servicios" 

 -Da la impresión que la vida jurídica argentina encuentra en este estilo, que es un estilo vinculado a los Servicios, un estilo donde se sugieren pistas sin pruebas, más bien del tipo “indicioso”, donde los autores diseñan vagamente la estructura de la conspiración, de un plan criminal, pero que en este caso tienen una cabeza: la Presidenta. Después de la muerte de Nisman ese texto adquiere una relevancia casi mitológica, porque también hay una parte que se encuentra en un cesto de papeles, tachada. En la tachadura es aun más duro porque llamaba a que la Presidenta sea interrogada bajo la forma de figura jurídica de imputación. Y la prensa que se dedicó a analizar esos episodios puso a la política argentina en un costado semiológico de alta especialización o de alta perfidia o de meticulosidad que asombra, en el sentido que si la Presidenta puso o no signos de preguntas a la palabra “suicidio”, si en esas tachaduras efectivamente -al estar tachado- se estaba diciendo lo indecible, por lo tanto la tachadura tenía un enorme valor que siempre le damos a la tachadura. Algo que es sustituido por cierto ocultamiento que develado sería el uso definitivo del caso. Para colmo, la Fiscal dijo que no existía, luego que existía. Y para colmo el Jefe de Gabinete rompió el diario donde salió esa noticia, un hecho totalmente desafortunado. Pero de una manera u otra las escrituras que se afirman como tachaduras o que se rompen están en el centro de este debate. Donde hay sangre en el medio. Sangre de una víctima. Una víctima a la que creo que hay que dedicarle unas palabras, hay algo a condolerse con lo de Nisman. La argentina es una sociedad compleja, atravesada por una partición que no es fácil de explicar, porque todos nos quejamos de ella y cada queja es parte de esa partición también.

 -¿Qué idea le queda de Nisman?

-Yo lo veo como un personaje que participó durante años a una investigación estéril que fue objeto de muchas maniobras de los Servicios de Informaciones, cuya estructura discursiva es parecida al periodismo, cada vez más parecida a la Justicia. Y parecida a lo que se llaman “redes sociales”, también. Hay una estructura última, por eso los Servicios están en el centro de esta cuestión de cómo se redacta, cómo se piensa, cómo se establecen culpabilidades, víctimas, victimarios. Creo que Nisman fue otra víctima. Pero no otra víctima de la AMIA como se dijo, eso es erróneo.

 "Un personaje que participó durante años a una investigación estéril".

 -En un momento pensaba a Nisman fue una víctima “funcional”. Por su labor, por su pertenencia a la Embajada de los Estados Unidos, por su tal vez dependencia con los agentes de inteligencia...

-Eso lo escuché mucho. Quise descartar del modo de pensar esto, algunas salidas habituales que incluso son herederas de viejas izquierdas anti imperialistas de los '60. La idea de autoatentado que predominó en muchas interpretaciones en relación a las Torres Gemelas, o a Charlie Hebdo. En este caso también muchas agrupaciones o personas pensaron sobre la base del autoatentado y también sobre la base de lo que acabas de decir, que era una víctima preparada a fin que tuviera verosimilitud la acusación a la Presidenta. Si fuera ese el caso, no es posible descartarlo porque es un típico proceder de los Servicios de Informaciones. Sobre esto hay mucho escrito, sobre todo novelas. Porque lo que está sucediendo en Argentina tiene una formidable estructura novelística. La realidad está superando una vez más los modos de relato que tiene el periodismo. Incluso decir que es una víctima propiciatoria y que la mataron los mismos que con esto validaban un texto frágil... podría ser. Yo no lo creo, porque también las creencias tienen que ver con qué cosas desea uno para un país. Por eso prefiero la tesis, lamentable, dolorosa, del suicido.

 -No me refiero a esta funcionalidad de “lo necesitaban víctima y lo mataron”; creo que toda la investigación judicial tiende a que es un suicidio. Digo “funcional” en el sentido que él mismo se puso al servicio de esa funcionalidad.

 -Sí, sí. De una manera que efectivamente al principio durante muchos años gozó de poderes extraordinarios para un fiscal: tenía una gran fiscalía, un gran presupuesto, muchas personas a su servicio. Y como se ha develado de muchas maneras, el servicio que implicaba era un cierto tipo de predominio del fiscal sobre un conjunto de empleados que de algún modo cedían parte de la autonomía. Habría que ver cómo funcionaba esa fiscalía con súper poderes y la paradoja que estaba haciendo un texto de tan poca calidad. Sólo que en el medio se entromete la cuestión de Irán y ahí sí estamos en un dilema muy fuerte.

 El tema Irán es sumamente complejo, con aristas políticas y jurídicas que se cruzan en el plano internacional. A González no le pareció “adecuado” el trato con esa república islámica mientras estaba de presidente Mahmud Ahmadineyad (agosto 2005 – agosto 2013), que “notoriamente fue una figura irritante”. Sin embargo, también opina que al haber razonables dudas del origen del atentado, le resultó “razonable hacer un acuerdo de tipo jurídico creando un foro específico que tuviera lugar en la ciudad de Teherán”.

 "El tema Irán es sumamente complejo, con aristas políticas y jurídicas que se cruzan".

 -Aun así, siendo arriesgado, ¿le parece que eso era viable?

-Me sigue pareciendo que podría ser viable pero no quise desatender la opinión de que el ingreso de la Argentina a través de ese tipo de decisiones que de algún modo es inevitable. Con los atentados, Argentina entró de una manera virulenta e inesperada a un plano internacional de la política en el que antes no estaba, al menos de esta manera. Entonces, así las cosas, evidentemente el trato con Teherán resultó perjudicial, porque el parlamento argentino lo aprobó, el parlamento iraní no lo aprobó, y ese es un amplio terreno donde las escuchas que están circulando efectivamente no abonan de una manera más genuina a la posición del Gobierno de querer dar un paso que se justificaba del punto de vista de saber la verdad. Por otro lado, esas escuchas son parte de del material abaratado que se está reuniendo en esta pseudoinvestigación. No son diálogos serios, no hay tal diplomacia paralela. Hay, sí, un estilo de gobierno y un modo discursivo en el gobierno que creo que de ahora en adelante hay que cuidar más.

 -Justamente, toda la oposición que se le podía hacer al tratado con Irán es una discusión política. Acá el punto es que Nisman la había armado como eje central de una denuncia jurídica contra la Presidenta. Resalto dos frases del documento de Carta Abierta: “La atroz simplificación a la que está sometida la vida política argentina creyó encontrar en este abominable hecho la piedra filosofal de la enajenación final del Gobierno” y por otro lado, “En el momento más lóbrego del periodismo nacional, se escriben artículos con los mil vericuetos que tiene este doloroso caso de muerte”.

 -Me parece que describe una situación que no es fácil de describir, porque cuando se haga el balance de esta época -más allá de la publicística de años perdidos o ganados que no me parece adecuado para pensar, ni este ni ningún proceso histórico- se tendrá que tener en cuenta el giro que dio la prensa. Sobre todo la gran prensa, los grandes diarios nacionales. De qué modo se escribió, de qué modo se pensó, cómo se sustituyó el acto periodístico por la operación periodística.

"En los Servicios de Información hubo grupos armados, grupo de tareas, jueces, escritores" 

 -La palabra “operación” es un término típico de los Servicios.

 -Claro, los Servicios escriben mucho. En la historia de los grandes Servicios de Información, el más importante de la historia moderna fue la Ojrana, del Zar. Por supuesto, después la KGB y la CIA. Pero la Ojrana tenía una alta calidad en producir informes. Estaba compuesta por los mayores intelectuales rusos de la época. Cuando triunfa la revolución bolchevique, el encargado de los papeles de la Ojrana dice: “Ésta es la mejor historia que se ha escrito de nosotros”. Nosotros no tuvimos la oportunidad de escribir esta historia. De ahí salen novelas como “El agente secreto” de Joseph Conrad. Estos hechos tienen un poco esa estatura, sin esta literatura tan calificada. En los Servicios de Información hubo grupos armados, grupo de tareas, jueces, escritores, literatos, intelectuales, intelectualoides, en fin, todo lo que está en todos lados. Por eso, la clave es esta reforma y yo sigo atentamente los pasos del CELS, porque me parece que son los más importantes para que no se cree otra Agencia, en ese ámbito tan delicado del Estado, que repita los vicios de la anterior.

 -En la marcha del 18 los medios publicitaron el recorrido, los políticos opositores acompañaron... ¿Pasó por su mente la posibilidad de que el Gobierno convocara a esta marcha apenas conocida la muerte de Nisman?

 -Hablarlo hoy es fácil. El Gobierno quedó absorto ese día. Lo primero que se dijo fue el discurso de la Presidenta, fue un discurso absorto. Es posible que el Gobierno debiera haberla convocado porque es el principal perjudicado. Y porque además está la muerte de una persona en el medio. Debió darse un pésame, condolencias o como se llame. Era un enemigo político y al mismo tiempo alguien que él mismo, casi se puede decir, construyó el espacio donde ocurrió una muerte que enturbia la vida política de la Argentina, y al mismo tiempo la muerte de un individuo. Nadie puede morir más que su propia muerte y eso quizás había que decirlo. Creo que el Gobierno tiene que pensar otras marchas, pensar un gran acto. Recuperar la calle, genuinamente. Tiene que pensarse en un gran discurso: la oportunidad puede ser cuando la Presidenta inaugure las sesiones del parlamento.

"El Gobierno quedó absorto ese día".

 -¿Qué cambiaría en el tono de los discursos?

 -Si pudiera decirle algo, le pediría que evite las derivaciones humorísticas que está comprobado que no le hacen bien a la envergadura que tienen los discursos. Esas ironías que siempre están dirigidas a los diarios como Clarín o La Nación creo que están alimentando de una manera muy oscura a la prensa. Entonces esa ironía acaba no teniendo ninguna efectividad aunque no sólo respeto el talento irónico de la Presidenta sino que me parece que la ironía de la historia es una de las grandes formas de pensar la historia. Pero hay ciertas formas de ironía que no ayudan en este momento. Creo que es un momento trágico de la Argentina, grave. Creo que ese debe ser el tono del discurso. Y a eso hay que adosarle algo que se supo hacer: hablarle a una gran cantidad de personas que no están siguiendo con la suficiente atención esto, y que además son campos propicios para esta fácil explicación de “una presidenta encabezando una banda de corruptos y de asesinos”. Ese es el pensamiento no dicho que está en la napa interna de una buena parte de la sociedad argentina. Eso no lo considero difícil de desarmar pero hay que ir al desarmadero, un lugar donde se desarmen las piezas que se han construido de una manera fácil por un lado pero que necesitaba este hecho de sangre por otro lado. Por eso se puede decir que fue producido a fin de generar horizontes donde hay tantos textos de inculpación hacia la presidenta. Empezando por Nisman. Hoy es un texto, se puede decir, escrito con sangre. Pero si uno creyera que fue eso, que todavía no son las formas democráticas las que van a definir la elección en Argentina, ahí sí, el país como Nación, como historia nacional, estaría frente a un abismo. Los principales responsables para decir que esto no va a ser así son las personas que gobiernan. Es la Presidenta. Y de alguna manera somos también nosotros.