Por 10 mil pesos se puede mandar a matar en Argentina

Por 10 mil pesos se puede mandar a matar en Argentina

Por: Mendoza Post

 El caso de Freddy Amarilla es emblemático. Se trata de un neuquino de 48 años Neuquén que tiene una doble vida: por un lado es un electricista que se gana la vida con un trabajo honesto. Por el otro, trabaja para la denominada mafia china que le encargaba ataques y ajustes de cuentas a cambio de dinero.

En estas horas, Amarilla está detenido y deberá enfrentar un juicio oral y público por el asesinato del ciudadano chino Chen Jian Zen, crimen ocurrido el 31 de octubre de 2013 en la Capital Federal.

"Amarilla realizaba, a cambio de dinero, diversos «trabajos» para Xiao [integrante de la mafia china] que involucran el disparo de armas y asalto a locales vinculados a personas asiáticas", sostuvo el juez de instrucción porteño Osvaldo Rappa a diario La Nación. El hombre, junto con el fiscal Carlos Velarde y la División Homicidios de la Policía Federal Argentina (PFA), tuvieron a su cargo la investigación del homicidio de Jian Zen.

Los sicarios son baratos en Argentina

Para la Justicia y la PFA, Amarilla era un sicario de la mafia china. "Por cada «trabajo» que le encargaban cobraba entre 5.000 y 10.000 pesos", sostuvo al mismo diario un detective que participó de la investigación. En el análisis de otros casos se puede determinar que esa cifra de 10.000 pesos es el valor de una vida en la Argentina.

“Si bien no hay cifras oficiales sobre la cantidad de homicidios por encargo, en la Argentina el sicariato es un negocio criminal en auge. No sólo la mafia china contrata sicarios, también lo hacen las poderosas bandas narcos. Un caso emblemático fue el doble asesinato ocurrido en la playa de estacionamiento de Unicenter en julio de 2008 cuando acribillaron a dos presuntos narcos colombianos”, recuerda La Nación.

Pero, además de bandas narcos y la mafia china, en la Argentina hay lugar para todo tipo de sicarios. Desde el crimen organizado hasta venganzas por temas familiares o peleas de bandas sin mucho poder.

El sicariato, un negocio que crece en el país