Un año cambiando Mendoza

La autora es senadora oficialista y hace un balance del primer año de gestión.

Un año cambiando Mendoza

Por:Claudia Najul
Diputada Nacional por la UCR

claudia“Se acabaron los gobiernos de eslogan. Viene un gobierno de acción. Vamos a reorganizar el Estado, modernizar todas sus líneas, reducir sus gastos improductivos”. Esta frase, textual, pertenece al discurso que gobernador Alfredo Cornejo expresase en ocasión de su asunción, un año atrás, en la Legislatura.

Ese mensaje fue revelador del primer año de gestión de Alfredo Cornejo. Mendoza ha vivido un año marcado más por su pasado inmediato que por el futuro deseado; muchas de las medidas que durante este año tomó nuestro gobierno provincial, y gran parte de su esencia de gestión, estuvieron determinados más por la obligación que por el deseo.

Mendoza llegó al 9 de diciembre de 2015 en el pozo más profundo en que haya caído en democracia. Aquellos valores que tradicionalmente se vincularon a los mendocinos -la austeridad, la transparencia, la visión de largo plazo, el equilibrio social y político, la capacidad innovativa de su sociedad-, se desdibujaron hasta desaparecer.

El 9 de diciembre del año pasado, la autoestima de los mendocinos estaba por el piso; la energía productiva, era desperdiciada por una conducción política desdibujada y anárquica; y la sensación era de una Mendoza agotada, agobiada y desarticulada a la vez, envidiando a las provincias vecinas.

Durante muchos años, demasiados, el rumbo político se buscó afuera de la provincia, el equilibrio institucional quedó sujeto a un mesianismo extraño a nuestra cultura, y el debate público en Mendoza quedó entrampado en dicotomías tan falsas como empobrecedoras.

Mendoza necesitaba recuperar gobierno, recuperar rumbos, recuperar liderazgos inspiradores.

El año de Cornejo parece haber sido eterno para quienes consustanciados con un nuevo paradigma político, bregamos desde nuestro lugar para desarrollarlo; pero a la vez, se vivió de manera fugaz, con una situación financiera e institucional delicada que no dio margen para salir de la acuciante coyuntura.

De este primer año del Frente Cambia Mendoza en la gestión provincial, se destacan tres cuestiones globales.

Primero, el Estado de Mendoza se puso en sintonía con las preocupaciones y demandas de los mendocinos. El abordaje integral y serio de la inseguridad, ligando su desarrollo a falencias en el mundo judicial y modificando de raíz cuestiones procesales, materiales y simbólicas -a la vez que se iniciaba una reforma de la policía para equiparla, modernizarla y sacarla al territorio-, es una muestra cabal de ello.

El túnel Cacheuta-Potrerillos.

Segundo, el Estado de Mendoza se sinceró desde el primer minuto con sus ciudadanos. Un atributo político de este gobierno, es haber hecho público un duro diagnóstico que indicaba finanzas quebradas y un Estado superpoblado e ineficaz que lejos de ser un aliado era un estorbo para el desarrollo colectivo de la provincia.

Finalmente, la relación inteligente, madura, equilibrada y decente entre Mendoza y la Nación y Mendoza y sus municipios. Lejos de confrontar, la provincia buscó relacionarse defendiendo posturas y derechos adquiridos, respetando las diferencias políticas y priorizando el común interés por la ciudadanía.

Mendoza tiene hoy un liderazgo político, individual y colectivo, del que carecía un año atrás. Las finanzas provinciales están sensiblemente mejor, el sector productivo cuenta con reglas de juego claras y sustentables, y la gestión pública garantiza el ejercicio de derechos educativos, sanitarios y sociales.

La Mendoza de hoy es profundamente distinta a la de un año atrás. La buena política recuperó centralidad y el sueño de reencontrarnos con nuestros valores para plantearnos nuestro futuro colectivo, es un hecho de la realidad.

La autora es diputada