Cada día, una nueva escuela vandalizada: ¿Qué se busca?

Cada día, una nueva escuela vandalizada: ¿Qué se busca?

Por:Hugo E. Grimaldi (*)

Si sólo se hace el ejercicio de poner "escuelas vandalizadas" en el buscador de Google, la lista y los lugares del país donde ocurren estos ataques casi a diario resulta interminable. Colegios primarios, secundarios, comedores, escuelas técnicas, no hay nada que se salve de la maldad depredadora.

Está claro que siete de cada diez hechos suceden en la provincia de Buenos Aires y, más allá de la paranoia que pueden tener los gobernantes, que todo parece indicar que el robo es la excusa y que el botín se lo lleva la mano de obra, pero que la matriz es destrozar todo para que alguien reciba el mensaje.

Así, casi a diario se ven pintadas, roturas, incendios o destrozos en el material didáctico, quizás en las aulas de sus propios hijos o hermanitos y una hazaña bizarra de última generación: defecar en las aulas como testimonio mafioso.

Años y años de ilusiones de padres que quieren que sus hijos sean más que ellos, años de chicos que además de un plato de comida tienen un pupitre para aprender y años de entrega de docentes y auxiliares por mejorar la escuela pública quedan tirados a la basura por estas ratas que por las noches se cuelan para destrozar todo. ¿Es la política, la visión de tierra arrasada de muchos punteros que han perdido sus negocios o es mano de obra desocupada quienes toman venganza de la gobernadora María Eugenia Vidal? ¿O son ambas cosas, junto con la observación de que hay bestias sueltas que atacan a los pobres antes que a nadie? Si bárbaros de esta calaña, por robar o por presionar a las autoridades siguen adelante y el Estado hace poco y nada, la escuela pública, la que no es gratuita sino que la pagan todos los ciudadanos con sus impuestos, dejará de ser la garantía que apunta contra la parálisis de la ignorancia.

Así, sin aulas y sin libros, sin maestros que quieran enseñar, sin chicos que quieran estudiar y con padres que hayan perdido la fe en la educación, la sociedad de los de abajo se habrá entregado del todo a la cultura de las mafias, de los narcos, de los barras bravas y de los violentos. Pobre destino, entonces.

(*) Especial para Mendoza Post