El postergado regreso del Papa a Argentina: más incógnitas que certezas

El postergado regreso del Papa a Argentina: más incógnitas que certezas

Por:Guillermo Villarreal (*)

La fecha del regreso del papa Francisco a la Argentina sigue siendo incierta, y condicionada a la agencia internacional del pontífice y cuestiones de la coyuntura política doméstica, entre ellas la demora del presidente Mauricio Macri a convocar a una mesa de concertación nacional.

Ninguno de los interlocutores del Papa en Roma y Buenos Aires arriesgan una fecha probable y, si bien coinciden en que se trabaja para que "sea pronto", estiman que recién será posible en 2018.

Francisco, en tanto, se encarga de sembrar más dudas sobre el retorno a su tierra natal. "Tengo visitas por todo el mundo. Apenas tenga la oportunidad, iré", le respondió el pontífice al ex presidente Carlos Menem durante una audiencia el lunes en el Vaticano.

Los colaboradores inmediatos de Francisco son cautos y atribuyen las postergaciones a que Jorge Bergoglio considera que debe hacer el viaje en un momento en el que su presencia contribuya a la unidad nacional.

Otros operadores vaticanos hablan de cierto malestar del pontífice por las interpretaciones "ombliguistas" que se hacen de sus gestos, y también a una relación entre Bergoglio y Macri que no termina de encauzarse.

No obstante, el Papa recibirá el 15 de octubre en el Vaticano a Macri, en un segundo encuentro que se prevé será "más distendido y familiar" que aquel primero del 27 de febrero, breve y encorsetado por un marco de frialdad y formalidad.

La reunión será en la víspera de la canonización del Cura Brochero, símbolo argentino de la "Iglesia en salida" que quiere Francisco, y el primer mandatario ya adelantó que llevará a su hija Antonia, porque el Papa se lo pidió.

Una fuente vaticana confiable aseguró a Agencia DyN que una de las "motivaciones" del Papa para volver al país es la eventual realización de un encuentro mundial de movimientos populares en suelo argentino. Esas mismas organizaciones que levantan las banderas de las tres T -techo, tierra y trabajo- que auspicia el pontífice, y que Macri no logra integrar en su política socio-económica.

Pero desde EMMP, que nuclea a los movimientos populares y coordina el asesor pontifico Juan Grabois, aseguran que trata de "meras especulaciones", ya que no hay fecha tentativa para tal evento ni para 2017 ni para 2018.

"Es más probable que sea al revés, que cuando el Papa venga a la Argentina, organicemos ese encuentro mundial", puntualizaron las fuentes.

El flamante embajador chileno ante la Santa Sede, Mariano Fernández Amunátegui, levantó polvareda esta semana al asegurar que Francisco le dijo que el viaje a la Argentina, Chile y Uruguay "es una unidad". Pero el diplomático trasandino tampoco le puso fecha a la visita papal. Tras desistir de venir al país este año para los festejos por el bicentenario patrio y el Congreso Eucarístico Nacional en Tucumán, el Papa comenzó a diluir la posibilidad de que la Argentina forme parte de su agenda de viajes internacionales para 2017, por tratarse de un año electoral.

El Papa tiene previsto ir el año próximo a Colombia, posiblemente en abril, en el marco de los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, y si bien pensaba unir ese viaje con una escala en Brasil, la idea va perdiendo fuerza.

Francisco había prometido en 2013 volver a Brasil para las celebraciones por los 300 años de la aparición de la imagen de la Virgen de Aparecida, patrona nacional, pero en los últimos días lo puso en duda.

"No sé si podré ir", dijo, y fuentes vaticanas atribuyeron esa afirmación al contexto socio-político brasileño tras la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Francisco ya se convirtió en el pontífice que más tiempo se tomó para volver a su tierra natal.

Juan Pablo II regresó a Polonia ocho meses después de ser electo, y realizó nueve visitas a su país durante su largo pontificado, mientras que Benedicto XVI lo concretó apenas cinco meses después de su elección papal.

En el Vaticano aseguran que, más allá de las condiciones que pueda poner Bergoglio, la distancia juega en contra del reencuentro con sus compatriotas: no es lo mismo viajar a Europa que ir "al fin del mundo". 

(*) Especial para Mendoza Post