Por qué el gobierno desconfía de los sindicalistas

Por qué el gobierno desconfía de los sindicalistas

Por:Luis Tarullo (*)

En solo un puñado de días el clima de conflicto empezó a ganar volumen y los sindicatos ya están listos para salir nuevamente a la batalla.

Sin distinción de colores, todas las centrales gremiales están velando las armas junto con organizaciones sociales de tonalidades diversas.

Claro que en el medio hubo una profusión de sucesos propios y ajenos que derivaron en esta confluencia.

La CGT peronista unificada tuvo una reunión con ministros del Poder Ejecutivo que arrojó un resultado "neutro", según la calificó acertadamente uno de los miembros del triunvirato que dirige la central, Juan Carlos Schmid.

Se fueron con las manos llenas de promesas, que es lo mismo que decir agua, fluido que, se sabe, se escurre rápidamente por entre los dedos.

Después fue el turno de las dos CTA, a las que no les fue mejor con el jefe de Trabajo, Jorge Triaca Jr., mandamás de un ministerio que tiene una denominación pomposa pero que no genera empleo, ya que esa facultad en realidad depende de la marcha de la economía.

Los ceteístas venían precedidos del éxito de la Marcha Federal y se sintieron envalentonados, con lo cual en cierta manera presionaron por algún momento a la CGT.

Pero los cegetistas, viejos zorros que jamás pierden las mañas, convocaron a las organizaciones sociales con mayor capacidad de movilización (Movimiento Evita, CCC, Barrios de Pie, que también habían estado en la Marcha Federal), y ahí se terminó la cantinela.

Entonces, en un abrir y cerrar de ojos la pelota pasó a manos de los sindicatos pejotistas y ahora todos van al pie de quienes tienen el verdadero poder de fuego. De hecho, si bien los CTA Pablo Micheli y Hugo Yasky lanzaron sus advertencias, Pablo Moyano, adjunto de los Camioneros y secretario gremial de la CGT-U, tomó la batuta y está hablando por estos días de las alternativas que se manejan: marcha masiva a Plaza de Mayo o paro general.

Eso se va a decidir el 23 de septiembre, en el Comité Central Confederal de la CGT, dijo uno de los herederos de Hugo Moyano.

Pero los sindicalistas de todas las vertientes sienten que los caminos se les van angostando y que hay presiones de todos lados.

Por una parte, la falta de respuestas del gobierno de Macri a sus demandas y la difícil situación que generan el ajuste y sus consecuencias, como la inflación y la persistencia de elementos nocivos como el Impuesto a las Ganancias. Ello, abonado por la insistencia de la administración en la oposición a la reapertura de las paritarias.

No obstante, no se trata de una cuestión de voluntad, ya que varias negociaciones colectivas deberán reanudarse, pues hubo acuerdo en tratativas por semestre que están venciendo.

Por otra parte, y sin posibilidad de desvincularse de lo anterior, la presión de las bases que reclaman soluciones urgentes a sus problemas, como la pérdida del poder adquisitivo de los haberes y garantías para la continuidad de las fuentes laborales ante el panorama de una incipiente recesión. Además, la gente no está comprando la versión de una caída de la inflación pues entiende que si hay una morigeración en el costo de vida no es por razones positivas: por ejemplo, es por la baja del consumo y por el menor impacto transitorio de las tarifas que fueron frenadas judicialmente.

En consecuencia, quizás más por voluntad ajena que por voluntad propia los gremialistas deben salir a la cancha a jugar fuerte.

Pero no solo en el lado sindical hay preocupación. También en el campo gubernamental hay nerviosismo y no únicamente por estos movimientos que se avecinan. Parece que los rumores circulan en torno al propio Ministerio de Trabajo y su principal morador.

Triaca es un hombre al que los gremialistas más experimentados, veteranos ellos, conocen desde chico porque fueron contemporáneos de su padre, el dirigente del gremio plástico que también ocupó la cartera laboral. Incluso hay algunos que, según se dice en el mundo sindical, actuarían como virtuales consejeros.

Tanta confianza con el mundo gremial -pero especialmente con algún dirigente en particular- no sería del agrado de otros hombres del gobierno, especialmente algunos macristas de paladar negro, más allá de que Jorge Triaca Jr. haya estado junto al Presidente desde el comienzo.

De todas maneras, como está ocurriendo en otras áreas, era de esperarse que pasada la primera etapa de gestión gubernamental despuntaran los grupos blandiendo serruchos para disputarse espacios. No hay ni habrá gobierno en el cual eso no suceda. Pero el tema es que mientras algunos siguen en las cuestiones superficiales, lamentablemente hay muchos, demasiados, que continúan en el subsuelo.

(*) Especial para Mendoza Post