El peronismo quiere… tomar el poder

El peronismo quiere… tomar el poder

Por:Ernesto Behrensen (*)

La oposición comenzó a organizarse para las elecciones del año próximo ante el delicado momento que atraviesa el gobierno, inmerso en un laberinto de errores de gestión, un escenario económico adverso y el surgimiento de internas inesperadas dentro del partido oficial.

La semana que pasó fue testigo de los movimientos opositores con múltiples reuniones, en las que los protagonistas, cual fichas de ajedrez, se fueron desplazando por el tablero político.

Sergio Massa se mostró en la Casa Rosada cuando el presidente Mauricio Macri juntó a gobernadores y jueces para lanzar el Plan Nacional contra el Narcotráfico. El mismo día, se reunió con el peronista Miguel Ángel Pichetto para avanzar en el análisis de la agenda parlamentaria del año próximo y del proyecto del Presupuesto.

Luego encabezó su "Congreso Nacional" para fijar las políticas de su fuerza para el resto del año.

Massa se aferra a los manuales de estrategias políticas y permanece en un estado de campaña permanente. Intenta mostrarse como opositor cuando corresponde, pero colaborador del gobierno cuando hace falta. Aspira a ser el espacio opositor más importante. Y habla con términos "políticamente correctos". Mientras, construye un ámbito que le permita volver a aspirar a la Casa Rosada en 2019, previo paso por las legislativas del año próximo.

Dice que "falta una eternidad para el 2017" y niega que esté pensando en candidaturas, afirma que por sus venas corre "sangre peronista" y pide "no perder tiempo en roscas políticas", pero no ahorra cuestionamientos al gobierno nacional.

A su lado, De la Sota se sincera: "Hoy estamos colaborando con la Argentina desde la oposición de una manera responsable, pero también nos preparamos para la toma del poder dentro de pocos años". En ese congreso massista, la figura fue Margarita Stolbizer.

La jefa del GEN atraviesa su momento de fama. Pasó del 3 por ciento de los votos el año pasado a ser la dirigente más disputada con el oficialismo y con un alto nivel de aceptación.

La dirigente de La Matanza estuvo con Mauricio Macri en Olivos, donde habló de avanzar en un acuerdo contra la corrupción. Antes, había advertido que el gobierno estaba "debilitado" ya que, a su entender, persiste "en los errores" y puede "desbarrancar". En el macrismo veían con buenos ojos el acercamiento de Margarita a Olivos y creían percibir un distanciamiento con el massismo.

Sin embargo, la diputada nacional echó por tierra esas esperanzas y, tras afirmar que su persona "no estaba en licitaciones", asistió como figura estelar al congreso de Massa.

"Esto no es casual. Vengo convencida de que éste es el lugar donde tengo que estar", afirmó desde el palco central del acto con José Manuel de la Sota, Roberto Lavagna y el propio Massa, muy sonriente, a sus espaldas. Su acuerdo con UNA fue ratificado al día siguiente cuando sentenció que Massa "lidera la agenda social en la Argentina y yo lo comparto".

Como si fuera poco, al día siguiente se dio el lujo de reunir en un mismo lugar, con motivo de la presentación de un libro suyo, a Massa, los gobernadores María Eugenia Vidal, Gerardo Morales y Miguel Lifschitz, la legisladora Graciela Ocaña, los ministros de Gobierno bonaerense, Federico Salvai, y de Seguridad, Cristian Ritondo; el intendente de Vicente López, Jorge Macri (PRO); los diputados nacionales Ricardo Alfonsín (UCR), Alicia Ciciliani (PS), Victoria Donda (Libres del Sur) y Julio Raffo (FR); el ex titular de la AGN Leandro Despouy; el ex presidente del Banco Central Aldo Pignanelli.

Desde el peronismo, mientras, se van reorganizando. Gobernadores, intendentes y dirigentes "nuevos" van aglutinando a su alrededor un polo de poder interno con el fin de renovarse, separarse del kirchnerismo y convertirse en una alternativa de poder.

Cuenta a su favor con dirigentes con poder territorial. En el peronismo, el que tiene ese poder comanda y los demás acompañan.

En ese ámbito se encuentran Domingo Peppo (Chaco), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Sergio Uñac (San Juan), Sergio Casas (La Rioja). A ellos se suman Juan Manuel Urtubey (Salta), Carlos Verna (La Pampa), Rosana Bertone (Tierra del Fuego) y hasta los viejos dirigentes como Gildo Insfrán (Formosa). Y van confluyendo los intendentes del Grupo Esmeralda.

"El peronismo no resignará su vocación de poder para recuperar el gobierno", afirma Peppo sintetizando el sentir de este sector.

El kirchnerismo, en tanto, va quedando cada vez más cerca de conformar un grupo aislado, ideologizado, sectario. Las figuras que tiene para mostrar, comenzando con Cristina Fernández, no son lo mejor de la política: Máximo Kirchner, Amado Boudou, Luis D'Elía, Axel Kicillof, Jorge Capitanich, Martín Sabbatella...

Muchos de esos dirigentes se refugian en cada acto de protesta que se realiza contra el gobierno nacional, ya sean los que organizan las Madres de Plaza de Mayo o las organizaciones de izquierda, mientras desfilan por Tribunales.

Así, se los vio el viernes en la Marcha Federal que impulsó las dos CTA y organizaciones sociales y de izquierda. Hasta el ex candidato presidencial Daniel Scioli difundió fotos suyas en la marcha.

Esa protesta, mucho más numerosa que la Marcha de la Resistencia armada por Hebe de Bonafini, es un llamado de atención para la Casa Rosada, ya que aglutina orgánicamente un malestar social creciente por las medidas que se adoptan desde el gobierno nacional.

En el PRO, en tanto, lidian entre los desafíos de la gestión y la necesidad de armar un entramado político que les permita presentarse a las elecciones del año próximo con cierto éxito. En el medio, surgen discrepancias internas que encienden alarmas.

El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, ya hizo públicas sus diferencias con Marcos Peña. La figura del Jefe de Gabinete despierta cada vez más cuestionamientos en las filas del PRO. "Nosotros hacemos política, los otros hacen marketing", afirman desde la Cámara de Diputados algunos macristas encumbrados. El ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, protagonizan otro frente de disputas, esta vez por cuestiones de gestión.

En la fuerza política de Macri, algunos dirigentes se muestran desconcertados. Ya no saben cómo explicar que hay que trabajar "políticamente" si se quiere tener un futuro.

Los esfuerzos que realiza el ministro del Interior Rogelio Frigerio, virtual conductor político del gobierno, parecen no alcanzar. Se reúne con gobernadores, sindicalistas y legisladores. Entrega fondos, promueve consensos. Pero, internamente, el PRO está cruzado por internas. Y la figura de Elisa Carrió produce más ruidos que armonías. Se reúne con Macri y con Vidal, para luego volver a cuestionar a funcionarios macristas. Por eso, mientras Macri sigue hablando de los que "están enojados" y "ponen palos en la rueda", Vidal (la dirigente macrista con mejor imagen) es elevada a un primer plano.

Pero más que mirar a los que según ellos obstaculizan desde afuera, en el gobierno deberían mirar hacia adentro para evaluar en qué se están equivocando. Y no confiar tanto en que una oposición dividida los favorecerá.

(*) Especial para Mendoza Post