Palmira insegura y cercada por los delincuentes

Los vecinos, hartos de que les roben y sean amenazados, buscan alquilar en San Martin. Conocidos delincuentes operan con total libertad.

Palmira insegura y cercada por los delincuentes

Por:Carlos Fernández
Periodista

 La ciudad que sigue siendo un ícono ferroviario vive una de sus épocas más duras gracias a los delincuentes que viven en ese distrito del Este mendocino. Apellidos como Flores, Sánchez o Amaya, hacen temblar a quienes sienten su presencia cerca de sus hogares debido a que gozan de una extraña libertad por la cual nunca terminan encarcelados.

Una localidad que históricamente se identificó también por el deporte (por su club de fútbol y por los talentosos jugadores de hockey sobre patines que le ha brindado al mundo) tomó ese nombre, según los memoriosos, porque antaño el lugar era una de las últimas paradas de los comerciantes y viajeros que desde Buenos Aires apuntaba a la Ciudad de Mendoza, famosa por sus vinos, conservas y productos olivícolas.

El viaje era por tracción a sangre (caballos o bueyes) y los más de mil kilómetros de travesía pesaban apenas ingresados en los límites de Mendoza. Primero llegaban hasta la zona de Alto Salvador, conocida así porque tras los viejos humedales donde se escondían los indios saqueadores se llegaba a un alto donde se sentían “salvados”, de allí el nombre.

A los pocos kilómetros llegaban a Palmira, a la vera del Río Mendoza, donde había un abrevadero y una posta de descanso para los viajeros donde hasta se podía cambiar los caballos y bueyes hasta llegar a Mendoza para después ser repuestos una vez de vuelta camino a Buenos Aires. En dicha posta vivía el dueño que tenía una hija muy hermosa que se llamaba Palmira. De allí que todos los que conocían el puesto de descanso hablaban de ir “a lo de la Palmira”.

Palmira antigua

Palmira (en árabe تدمر Tadmor1 o Tadmir) fue una antigua ciudad nabatea situada en el desierto de Siria, en la actual provincia de Homs a 3 km de la moderna ciudad de Tedmor o Tadmir, (versión árabe de la misma palabra aramea “palmira”, que significa “ciudad de los árboles de dátil”).

En la actualidad sólo persisten sus amplias ruinas que son foco de una abundante actividad turística internacional. La antigua Palmira fue la capital del Imperio de Palmira bajo el efímero reinado de la reina Zenobia, entre los años 266 - 272.

Palmira fue elegida como Patrimonio de la Humanidad en 1980. El 20 de junio de 2013, la Unesco incluyó a todos los sitios sirios en la lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro para alertar sobre los riesgos a los que están expuestos debido a la Guerra Civil Siria.

Palmira también es una localidad del departamento de General San Martín, en Mendoza, Argentina, hoy una población con unos 20 mil habitantes que supo tener su década de gloria cuando el ferrocarril en la provincia cuyana era próspera y segura.

El ingreso al siglo XXI la signó como uno de los lugares donde convive la delincuencia y sus actuales vecinos honestos conocen muy bien sobre Santiago Flores o Leandro Sánchez, dos delincuentes de poca monta que no dejan a sus próximos en paz haciéndoles padecer todo tipo de temores. Será por ello que no son apresados por los efectivos de la Comisaría 28 que tiene a cargo la prevención del delito en ese lugar donde ahora inició sus primeras labores el Parque de Servicios Industriales Palmira (PASIP).

La Ciudad de la Furia

En la noche del viernes 9 de enero de 2015 un amigo de la familia esperaba el colectivo para venir a visitarnos a San Martín. Se le hizo algo tarde y por ello eran como las 11.30 cuando llegó a la parada sobre la Ruta 50 donde está el kiosko “Charito”, a metros de la intersección con el Carril Barriales.

Cerca de las 0.30 del sábado le pedí a mi hijo que lo llamara para saber sobre su periplo. Me contó que se había vuelto a su casa en el Barrio El Aguaribay porque casi fue acorralado por cuatro jóvenes que quisieron saquearlo. Por fortuna Harvey corrió y se cruzó con la camioneta de su tío que lo socorrió y lo sacó rápidamente del lugar.

Me robaron a las cuatro de la tarde

El 10 de setiembre de 2014 salí de casa (de la vivienda 3, Manzana B, del Barrio El Aguaribay) cerca de las 9 para ir a trabajar, primero a Mendoza y luego a San Martín. En la patria chacarera conducía un programa de radio (Detergente Mental) en la 100.1 de 18 a 20. Mis compañeros eventuales de micrófono fueron Enrique Pfaab y Matías Esquivel. Mely Villarroel supo una vez completar el equipo de radio.

Ese día, al finalizar el programa, me invitaron a quedarme a dormir en San Martín pero desistí debido a que algo presentía y además tenía que atender a las perras: Manchita, Vaquita y Wanda.

Llegué a casa como a las 22 y entendí lo que había ocurrido apenas me presenté en el frente de la casa. Las tres perras estaban asomándose entre las rejas de entrada y no estaban en el patio como siempre.

Claro, se habían metido, después me enteré, como las 16 y nadie vio nada. Sólo escucharon un fuerte golpe pero me dijeron que creyeron que era yo, tal vez arrancando la reja de la puerta de la cocina que da al patio.

Por lo que pude averiguar fueron Santiago Flores y Leandro Sánchez, ambos oriundos del Aguaribay los perpetradores. Flores fue visto a los pocos días ofreciendo una bicicleta de descenso importada que tenía guardada en una de las habitaciones de la casa violada.

Por mi insistencia es que la Policía Científica intervino y se llevaron cinco juegos de huellas dactilares, pero por el momento nada pasó, a pesar de que en la Comisaría 28 saben muy bien quienes son Santiago Flores y Leandro Sánchez, así como los hermanos Amaya del Barrio Ramonof.

Inseguridad y oportunidad de negocios

Pero los hechos delictivos y vandálicos no siempre son una mala noticia. Ahora las inmobiliarias de San Martín no dan abasto con la demanda de viviendas de gente que quiere huir de Palmira por haber sufrido uno o más robos, algunos muy violentos.

Y abandonan sus casas como yo lo hice por que la vida corre riesgo, la propia o la de los delincuentes, y prefieren irse porque la situación no da visos de cambiar, al menos en las próximos años y de tomar venganza, porque todos saben dónde viven los mentados malvivientes, uno sí deberá pagar ante la Justicia el daño proferido.

Lo bueno es que, a diferencia de lo que ocurre en el resto del país, el mercado inmobiliario chacarero se ha visto potenciado gracias a Flores, Sánchez y los Amaya.