La adolescencia es una etapa crucial en nuestra vida. Sentimos de repente que salimos al mundo y nos encontramos con un sinfín de oportunidades, pero también de peligros. Uno de ellos es el embarazo, producto de distintos factores que se pueden evitar.
El embarazo durante la adolescencia
El embarazo en la adolescencia afecta principalmente a los estratos sociales más vulnerables, incluso suele ser más frecuente en las áreas rurales, en los hogares con necesidades básicas insatisfechas.
Frecuentemente, lo asumimos como resultado de la exclusión social. Además el embarazo también afecta la inclusión social, la continuidad educativa, la salida laboral u otros aspectos.
Un dato importante es que el 20% de las embarazadas de 19 años han finalizado los estudios, proporción que casi triplica entre quienes no han sido madres (UNICEF, 2017).
Cuando estamos frente a un adolescente que ha iniciado su vida sexual debemos hacer hincapié en la escolaridad, factor protector fundamental, garantizar educación sexual integral, procurar el uso de métodos anticonceptivos en todas las relaciones sexuales y garantizar un sistema de salud amigable y accesible.
Embarazo adolescente
La mayoría de los embarazos son involuntarios ya que no se hace uso de métodos anticonceptivos, ya sea por desconocimiento o porque la relación sexual ocurre sin previa organización y no se cuenta en el momento con el método pensado o planeado.
Embarazo en la adolescencia
Si bien el primer embarazo adolescente es un número más complejo de disminuir en Mendoza, los números son alentadores (8,3% en 2020). OSEP no es ajeno a esta situación provincial y el programa Nacer en OSEP registra, durante los últimos años, un descenso importante.
Por último y no menos importante que los datos observados, el embarazo y el parto en la adolescencia son considerados de alto riesgo, especialmente en menores de 15 años, aumentando la morbimortalidad a medida que disminuye la edad.
Así se presentan casos de recién nacidos con bajo peso y nacimientos prematuros, o aumento de patologías como hipertensión inducida en el embarazo, entre otras.
Por ello debemos concluir que la educación sexual es fundamental a la hora de prevenir el primer embarazo adolescente, la no deserción escolar, la contención familiar, la conductas protectoras como los deportes, las actividades recreativas, grupales, comunitarias, etc.
La consejería en Salud Sexual y Reproductiva debe ser una consulta de urgencia, atendida cunado el adolescente lo demande, asegurando que el uso correcto del método anticonceptivo que elija, lo hace responsable de su uso. La Obra Social de Empleados Públicos cuenta con distintos efectores donde pueda realizarse los controles prenatales adecuados, según las características de las pacientes y patologías preexistentes o no y el Programa Adolescencia es solo uno de esos efectores.
