Crónicas del subsuelo: Situación política de las extremidades

Su cuerpo brilla. Aun revolcándose brilla. Es el proceso de mutación interespecie que no se dice ni se habla.

Crónicas del subsuelo: Situación política de las extremidades

Por:Marcelo Padilla

El movimiento de caderas es en zigzag sentado en la silla, zigzag con el cuerpo y la mente. Trap suave y melancólico a primera hora de la mañana. Un trip sin escafandra pero con aletas de rana que han crecido en los pies, desde los pies estirando la mutación. Un ser interespecie que camina y tropieza, un sujeto político que se llama así mismo en soledad a no cambiar la historia de su biografía, aunque la trasformación resulte inevitable por estas horas, ya le han crecido aletas de pez en las extremidades. Melancólico. En un desierto donde el agua con barro baja por los canales sin torna para el desvío del recorrido, porque los canales no tienen en sus fauces detenimientos o postas. Es el más arriesgado de los intentos al que se haya animado. Luego de cenar la noche anterior con los Arriaga, de conversar improbables destinos de la noche, en mar corriente imaginario.

-El mar está allá-, dice Martina señalando con el dedo desde el balcón hacia el oeste.

-Sí, es una hermosura, aunque no se vea se lo siente, el mar está allá y se nota Martina-, comenta Jáuregui, que ha llegado de las dunas hecho un hombre de arena. Diluido.

Martina prepara café para tener y toma del pico de la birra. Luego prende un cigarro mal armado y desarrolla su teoría sobre "las especies políticas no visibilizadas". Durante el parlamento tiene en su mano derecha una hoja con un calendario, en realidad es un almanaque con las nuevas autoridades del partido. Y cuenta que la estrategia de avatares para el posicionamiento de las nuevas especies políticas no contemplan otras deformaciones. Martina se siente deformada. No reconoce en su cuerpo la normalidad de una panza abultada ni de tetas caídas. Jáuregui no se queda atrás y se saca la camisa. Se da vuelta y de espaldas nos muestra a todos los comensales su aleta superior de tiburón que brota entre sus omoplatos. Que con paciencia y pudor dobla con suavidad para que no se note la joroba cetácea. El darle de las cremas llega justo cuando salen las pizzas del horno y pone orden al discurso antes del engullimiento. Reparte los potes y explica el procedimiento de aplicación en el cuerpo.

-Es una crema hidratante para zonas desérticas hecha con jarilla y melaza. Un descubrimiento alquimista que en las pruebas realizadas con los atlantes que viven por el dique ha dado resultado.

Que ha venido a la ciudad a probarlas en otros cuerpos. La reunión de los Arriaga alrededor del primero que la prueba, Jáuregui, pone la atención en las manos. Jáuregui quiere aprovechar la posibilidad para luego contarla al grupo. Así dijo Denis que lo hiciéramos. Primero un cuerpo con el ungüento y luego los demás escuchan al encremado. Jáuregui tiritando.

-Es una baba- desliza Martina con cara de asco.

-Parece, sí- dice Denis -pero en media hora chupa y el cuerpo humectado queda al resguardo del sol. Luego el proceso de mutación se dará igual pero sin las molestias ni los dolores del estiramiento en las extremidades.

-Por ejemplo Martina- insiste Denis- en tus pies -viste que ya se te han unido los dedos como las patas de un sapo- la crema es analgésica y hará que tus miembros y órganos no trabajen con dolor. Es una crema para el dolor Martina, dice Denis, metiéndose una porción de pizza a la boca.

El almanaque está sobre la mesa. Jáuregui lo pispea y ve las caras de las autoridades, las reconoce y hace una mueca. ¿Lo vas a poner en la heladera?

Martina y todos los Arriaga, que son ocho, comen pizza. Ya no prestan atención al almanaque ni al proceso de encremado que Denis explica como un promotor de productos alternativos. Todos los Arriaga comen pizza porque tienen hambre. Y el almanaque ahí, con algunos salpicones de salsa de tomate. ¿Quiénes son? Pregunta Fisu, el pibe de las armas calibradas con aceite de oliva.

-Influencers, responde Jáuregui.

- Ahh, no sabía, no los conozco, dice Fisu.

-Pero... ¿son de un partido político?-Insiste.

- Parece, sí, dice Denis descremándose las manos con la rejilla para limpiar la mesa. El tema es que si se fijan bien, los doce meses del año no coinciden, o es un error o es a propósito para descubrir algo encriptado. Abril por ejemplo no figura. Entonces los días en Mayo cambian, y así los sucesivos meses. Tampoco Noviembre. Noviembre no está. Y así, imaginen los días por venir. Sin Abril y sin Noviembre el calendario es una posibilidad de disloque para el supuesto orden de cualquier calendario que fije cierto equilibrio del tiempo. Ahí el tiempo está deformado. Por eso Martina... ¡de qué te acomplejas por tu deformación, acá estamos deformados todos! y el tiempo según el calendario es diacrónico y sincrónico-.

-Pero eso se los explico después-.

-¡Se enteraron del asesinato me imagino!- suelta Denis con un toque de altanería.

- ¿Cuál de todos? Pregunta Martina mientras unta sus piernas.

-Del asesinato del flaco ese que iba en un auto y lo acribillaron dos federicos. En el centro pasó, le metieron cuatro balazos y dos fueron al corazón. Murió.

-No, ni idea che- responde Martina desde el piso, revolcándose del dolor por el crecimiento de sus aletas en los pies.

La crema de Denis calma el dolor de Martina luego de media hora de aplicación. Su cuerpo brilla. Aun revolcándose brilla. Es el proceso de mutación interespecie que no se dice ni se habla. Ocurre en las casas mutantes de las lejanías del centro. Donde el contexto epidemiológico ha perdurado por más que la gente no use tapabocas.

-¿En qué mes estamos? Pregunta Fisu, toqueteando un durazno peludo.

-En Febrero, según el almanaque- responde Denis.

Abril queda lejos pero no está en el almanaque, es un mes tragado, un mes como Noviembre que no está en los planes. Dos meses que no están en el tiempo.

-¡Pero da igual!- dice Fisu -con el almanaque ese tenemos dos meses menos y por ende el año será más corto-.

Ni a los Arriaga ni a los invitados, excepto a Denis que es un informado de todo, les interesa la política, mucho menos un almanaque con autoridades de un partido. Son ocho los Arriaga y comer es un procedimiento. Porque los Arriaga, que ya dije y no me canso de repetir, son ocho, y solo uno de ellos tiene trabajo. Con eso comen, con el trabajo de uno solo. Encima a cada uno de sus miembros les crecen lentamente aletas de pez y escamas, estiramientos incomodos para moverse en el departamento. Y la crema para el dolor que ha traído Denis es un experimento.

-¿Ya se vacunaron?- Insiste Denis con ese tonito de sabelotodo.

- ¿Vacunaron?- Repregunta Fisu -el único vacunado acá es el perro, por eso lo entrenamos para seguir las huellas. La vacuna que le pusieron lo dejó raro, ya no nos deja pasarle la mano por el lomo, ya no podemos acariciarlo. Nos ladra. Lo único que sabe hacer es corretear por el complejito y lengüetear a la gente. Es un bardo. Nos han hecho seis denuncias por el perro- Remata el pibe con la cabeza gacha mirando el celular.

Jáuregui se ha desmayado en un sillón, todavía le queda arena de las dunas. Denis llama a un remís y se va luego de encremarnos, los Arriaga siguen sin darle mucha importancia a la noche. La política no les tracciona. El almanaque mal editado de los días queda en la mesa con restos de pizza y salsa. Se pasa al tema de los horóscopos y de allí a la astrología. Luego Martina nos muestra un video de un tipo que explica cómo Jesús murió por nosotros. Un video corto de 3 minutos. Que son los últimos días del apocalipsis. Nadie le da mucha importancia pero se lo ve. Al video se lo ve como se ve el video de un coach que enseña a patalear con pies de sapo. La charla se distiende porque algunos ya duermen en cualquier parte del departamento. Tirados en el piso o en algún sillón. El video queda rodando y salta a otro de un surcoreano que dice que estamos enfermos de soledad en el capitalismo. Todos duermen encremados menos el perro que olfatea a cada uno de los durmientes, les pasa su lengua, los plancha, a Jáuregui lo baña en baba. Como decía Martina, que la crema en las extremidades y en todo el cuerpo parece una baba pegajosa.

Marcelo Padilla