La alianza filicida

Los partidarios del aborto minimizarán la situación en función de una serie de arbitrariedades que ellos escogen en el calendario

La alianza filicida

Por:Federico Basile
Contador Publico y Profesor de Economía

¿Qué es el aborto? "El aborto es la interrupción del embarazo" nos respondería mecánicamente el militante abortista, a los fines de encubrir el filicidio con lenguaje cortés. Pero dado que la "interrupción" por definición es el cese transitorio de una actividad para su posterior reanudación, dicha respuesta sería injusta por errónea, siendo que los embarazos no se "interrumpen" y, por ende, el aborto es un acto de naturaleza definitiva e irreversible precisamente porque la muerte es un hecho definitivo e irreversible. El aborto es la muerte del concebido.

Sin embargo, los partidarios del aborto minimizarán esta situación en función de una serie de arbitrariedades que ellos escogen en el calendario, y entonces han inventado que si el embarazo es reciente, el aborto puede ser viable dado que "todavía no está formada la persona". Pero entonces, ¿a partir de qué semana y de qué hora empieza la vida? ¿Con la unión del óvulo y el espermatozoide o cuando el supersticioso almanaque progresista así nos lo impone?

Los ideólogos del género alegarán que antes de que una determinada cantidad de semanas no hay tal víctima, puesto que el producto de la concepción "todavía" no es un ser humano, sino una simple masa informe de protoplasma y, por ende, el aborto, no sería mucho más que la eliminación de un parásito (así lo definió textualmente la maoísta Simone de Beauvoir).

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Pero no son los fetichismos progresistas sino la ciencia desde la embriología y la biogenética la que nos ha demostrado con absoluta certeza que la vida humana comienza en el momento en el cual se unen el gameto masculino (espermatozoide) y el gameto femenino (óvulo), y es en este proceso de fusión cuando se acoplan 23 cromosomas del espermatozoide con 23 cromosomas del óvulo materno. Esto forma el cigoto, es decir un nuevo ser conformado en su inicio por 46 cromosomas con su material genético propio. Desde entonces, el embrión sólo necesita nutrición, oxígeno y tiempo para alcanzar la plena maduración de un hombre adulto.

¿Entonces en qué cuernos radica este pasatiempo progresista consistente en especular con las semanas del almanaque como quien juega con la "Batalla Naval" para ver si al bebé los matamos hoy o lo salvamos para la semana siguiente?

Otras de las pseudo-argumentaciones aborteras nos dicen que "en la panza el bebé es totalmente dependiente de la madre", por ende en aras de esta dependencia "la cosa" sigue siendo parte del cuerpo de la progenitora y es potestad de ella decidir matar al menor o no. Como fuera dicho, desde la fecundación el niño tiene ya su patrimonio genético y su propio sistema inmunológico diferente del de la madre con quien mantiene una relación que, para ejemplificar, diríamos que es asimilable a la que sustenta un astronauta respecto de su nave: si saliese de ella moriría, pero no por estar transitoriamente adentro forma parte de la misma.

Y tan independiente es el cuerpo del niño respecto del de la madre, que ni siquiera forma parte del cuerpo de la progenitora la placenta, ni el cordón umbilical ni tampoco el líquido amniótico, sino que estos órganos los ha generado el hijo desde su etapa de cigoto porque le son necesarios para sus primeras fases de desarrollo y los abandona al nacer. Por tanto sostener que el hijo forma parte del cuerpo de la madre constituye o mala fe o ignorancia: conste que en general los ideólogos e intelectuales del progresismo podrán ser sindicados como pérfidos pero rara vez como ignorantes.

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Lo más paradójico, es que las feministas hipócritas que agitan banderines en olímpico desprecio por la vida del niño por nacer, son las mismas pandilleras que luego militan al servicio de millonarias ONGs "ambientalistas" para bregar contra la caza de ballenas en Rusia, enfurecerse por el ensuciamiento petrolífero de pingüinos en la Patagonia o refunfuñar contra las corridas de toros en España.

Sin dudas, el agitador urbano del tipo lumpen-progresista, no sólo es un verdadero idiota útil al servicio de los grandes laboratorios abortistas que ganan millones traficando órganos de menores abortados, sino que además trabaja de corista gratis para la Internacional filicida financiada por la Fundación Ford, la Fundación Rockefeller, la Planned Parenthood y la Bill & Melinda Gate, no sin el auspicio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) el cual a su vez añade ingentes recursos para los zurdos millonarios de Amnistía Internacional, el Grupo de Activistas Lesbianas Feministas (GALF), el Movimiento Amplio de Mujeres y otras corporaciones trasnacionales de izquierda bien rentadas en dólares y cuyas cabecillas llevan una confortable vida rentística bien dispuesta a disfrutar de los beneficios de la "sociedad de consumo" a la que se oponen su bullangueras y andrajosas militantes de base territorial.

Los métodos favoritos del derecho-humanismo

Los métodos para matar al niño en el vientre materno son muchos y variados, pero dos son los mecanismos por antonomasia y los más usuales al respecto, los cuales explicaremos muy brevemente.

El primero es el de la "succión", el cual consiste en introducir en la vagina materna una suerte de tubo con un potencial veintinueve veces más poderoso que el de una aspiradora, el cual succiona al bebé desguazando sus miembros.

Pero si la criatura lleva entre 3 y 9 meses de gestación, entonces por su desarrollo físico ya no alcanza con reventarlo con la succión sino que para tal fin se necesitan armas de destrucción complementarias. Luego es de uso habitual lo que se conoce como la "dilatación y evacuación". Mediante esta última técnica, el cuello del útero es ampliamente dilatado y como los huesos del niño ya están calcificados, previamente se introduce una tenaza para arrancarle sus brazos y piernas, luego al niño se le destroza la columna vertebral y finalmente se le aplasta el cráneo por completo. Los desechos ya están listos para la posterior succión. ( para más información sobre los métodos ver informe en http://www.embarazoinesperado.com/metodos.htm ).

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El sentimentalismo abortista

Como la evidencia científica está muy por encima de las charlatanerías progresistas, a la postre los grupos feministas y las organizaciones que dicen defender los Derechos Humanos acaban abrevando en argumentaciones de tipo sentimental con la sucesiva fabricación de historias de vida traumáticas que habría padecido la madre encinta y así, justificar a modo de "mal menor" el pretendido crimen del niño: "La madre es pobre y encima ya tiene otros tres hijos que mantener. O sea que en vez de ayudar a rescatar a la mujer de la pobreza, lo que proponen sus voceros es matar al niño por nacer a los fines ahorrativos. Vale agregar que el aborto no es un problema de clase social: se practique por mujeres ricas o pobres, se haga clandestinamente o bajo la protección del Estado, se consume sin medios o con la más sofisticada tecnología, no deja de ser siempre el mismo homicidio contra la vida de un inocente indefenso.

Otro argumento sensiblero en el que echan manos los filicidas, es el relativo a la posibilidad de que el bebé no nacido padezca alguna enfermedad o malformación. O sea el feminismo neomarxista nos dice ahora que si el menor padece alguna discapacidad habría que matarlo, tal como se hacía siete siglos AC en el rígido y militarista Estado de Esparta. O como se hacía, asimismo, bajo leyes eugenésicas del nacional-socialismo que ordenaban el exterminio de los nacidos discapacitados y malformados.

Una vez agotados los trucos sentimentalistas, el militante progresista nos va a sugerir legalizar el aborto pero por motivos prácticos: "Aunque lo prohíba el Código Penal, los abortos se hacen igual. Por ende hay que legalizarlos para evitar el riesgo de salud de la madre que es sometida quirúrgicamente a abortar en lugares clandestinos e inseguros". Por empezar, la madre que quiere abortar no "es sometida" a lugares clandestinos, sino que ella "voluntariamente se somete". Pero el detalle es que la mujer que muere al someterse libremente al experimento filicida no es víctima sino victimaria y en su calidad de victimaria acaba accidentalmente muriendo.

Otro asunto que ya casi se ha dejado de discutir pero que en su momento fue uno de los argumentos más sólidos de los filicidas, era el ejemplo en el cual la madre corría riesgo de muerte en el caso de continuar con el embarazo. Hoy esa disyuntiva entre dos vidas en pugna quedó en el olvido, porque afortunadamente la ciencia médica hace rato que puede rescatar a los dos pacientes sin mayores complicaciones.

En definitiva, podríamos escribir una nota aparte con la casuística argumentando y contra - argumentando situaciones conflictivas o excepcionales ad infinitum.

Por lo demás, por confusos, intrincados y envolventes que pretendan ser los aforismos efectistas del activismo filicida, advertimos que siempre la sana lógica en favor de la vida podrá no necesariamente ganar la batalla política pero sí la disputa moral y racional, puesto que, en resumen. Sea legal o ilegal, el aborto mata igual.