Hoy en Memo, hora de decisiones: arrancamos o seguimos contando pobres

Ya lo sabíamos, pero no desde que vivimos en cuarentena, lo sabíamos muchos años antes de que la realidad comenzara a apresurar los procesos y terminara con cualquier margen de tiempo. Ya no se puede esperar más y la clase política parece no estar a la altura.

Hoy en Memo, hora de decisiones: arrancamos o seguimos contando pobres

Por:Edu Gajardo
Periodista de diario Memo

 Vamos a partir de la base de que todo lo que se anunció a nivel provincial para el período de pospandemia o reactivación es insuficiente. Las cifras de pobreza y desempleo simplemente nos ponen en un escenario histórico y catastrófico, el cual va a implicar generar recursos extraordinarios que en las condiciones actuales son imposibles de generar.

Con ese contexto volvemos a la pregunta que se hizo recurrente en los últimos 25 años. ¿De qué vamos a vivir? La diferencia es que en la actualidad la pregunta sufre algunos cambios, porque con una pobreza por encima del 41% tenemos que pensar cómo vamos a "sobrevivir". Tenemos que definir ya mismo cómo vamos a llegar a casi la mitad de la población (por lo menos del Gran Mendoza) que vive con lo justo o que no llega a conseguir lo suficiente para comer.

Lo peor de todo es que ya no hay margen de tiempos, las soluciones se necesitan ahora y tienen que ser satisfactorias y eficientes, capaces de hacer que el Estado recupere un nivel de recaudación que le permita mantener sus gastos actuales y, a la vez, generar recursos para ir en ayuda de los desempleados, los pobres y los indigentes.

Como ya me cansé de repetir, nos ocupamos de poner palos en la rueda a las propuestas reales de generación de recursos y empleo como la minería con argumentos basados en el miedo. Nos dedicamos a rechazar, pero nos olvidamos de poner sobre la mesa otras alternativas. Nos dedicamos a decir que no a todo y respondíamos "ya veremos" cuando se nos consultaba de qué va a vivir Mendoza en el futuro. El tema es que ahora un virus nos trajo el futuro de golpe.

Cuando en una provincia necesitada, como ya era Mendoza (y ahora lo es aún más), cuando le cerramos la puerta a una alternativa, tenemos que pensar necesariamente a otra que sea igual o mejor a la que descartamos. Por más que pensemos que no es así, el futuro necesariamente llega algún día. Sin embargo, en la soberbia humana -especialmente de muchos actores sociales y políticos mendocinos- pensamos que eso no sucedería.

Un informe del CEM nos abre los ojos respecto a las exportaciones, por ejemplo, mostrando que no son un motos para la economía local. La participación mendocina en las exportaciones del país están por debajo del impacto del PBG en el PBI, lo que nos trae de golpe a poner los pies en la tierra. Las exportaciones son suficientes, aunque ya lo sabíamos, pero siempre intentamos dibujar una realidad diferente que se acaba cuando la pobreza y el desempleo te golpean la puerta.

Otro número que nos abre los ojos es el presupuesto 2021, el cual considera recursos por $206 mil millones y de los cuales $105 mil millones son para cubrir la planta de personal. Si queremos hacer una obra, lo que genera empleo, tenemos que endeudarnos. La realidad es que el Estado recauda para no fundirse, para seguir andando, pero no para progresar.

Ahora sería un buen momento para que todos los genios que pasaron la Legislatura durante el tratamiento de la Ley 9209, repitan la una danza de números con la que pretendían justificar que no necesitamos minería. En pocos minutos lograban que la plata de Mendoza alcanzara para todo y que incluso nos sobrara. Sin embargo, la realidad es otra.

Con el Estado atado de manos todo pasa para los privados. De ahí debería salir el empleo y las inversiones que permitan bajar la tasa de desocupados con la creación de trabajo genuino y recursos frescos para la economía a través de los impuestos o regalías. No pensemos en empresarios locales, porque no tienen un mango para poner sobre la mesa y les falta para poder mantener a flote lo que aún queda en pie. Entonces, queda que venga alguien de afuera a poner plata. Entonces, queda que venga alguien de afuera a poner plata. ¿Pero qué inversor quiere venir hoy a Mendoza o al país en las condiciones en las que estamos?

Tan difícil es encontrar un inversor que quiera poner dinero en la Argentina o en Mendoza, que el Gobierno considera -siendo conservadores- un plazo de seis años para encontrar un inversor que ponga US$200 millones para un proyecto 20 veces más pequeño que el tenía considerado Vale para Potasio Río Colorado.

Los pobres o los desempleados pueden esperar ese tiempo, o la mitad, o un tercio de ese tiempo. Claramente la respuesta es no, las necesidades son actuales y pueden ser aún más críticas a medida que se siga extendiendo la emergencia sanitaria que puede llevar los índices a niveles que nos generan terror.

Yo no tengo alternativas, porque lo que siempre vi en el horizonte era la minería. Pero no es importante lo que yo tenga en el horizonte, sino lo que tiene el Estado y los actores políticos. Los que se oponen a todo hoy deben ser los primeros en la lista para ofrecer soluciones, para poner alternativas a todo lo que ya rechazaron. Sin problemas para cobrar sus sueldos, por ejemplo, los legisladores deberían estar a tiempo completo en el desarrollo de proyectos y alternativas reales que permitan fomentar la inversión y políticas de asistencia.

Pero si a mi me preguntan, que no lo van a hacer, pero lo pongo en esta columna, si no tienen una idea para generar más recursos, desde la Casa de las Leyes debería salir un proyecto integral para modernizar el Estado. Tener un Estado más moderno y eficiente permite optimizar recursos y así destinarlos a las cuestiones realmente importantes, como la generación de herramientas que le den alternativas reales a los pobres, porque claramente la asistencia por si sola no es eficiente para sacar a la gente de la indigencia, porque el tiempo pasa y seguimos sumando pobres.

No hay margen, no hay tiempo, o arrancamos a vamos a dedicarnos a sumar pobres hasta que un día todos llegaremos a ser parte del grupo de la pobreza.

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