Hoy en Memo: Por qué se odia a los empresarios, ¿se odia a los empresarios?

Un debate que surge a raíz de discursos que parecen menosprecian la iniciativa privada, generalizando los casos notorios de "empresarios ricos con empresas y empleados pobres", y que ignoran la monumental red de empresas que sostienen la generación de empleo genuino y riqueza para que el resto de las cosas, inclusive el Estado, puedan funcionar. Una lista de opiniones que van al hueso.

Hoy en Memo: Por qué se odia a los empresarios, ¿se odia a los empresarios?

Por: Equipo Memo

 Está latente una situación que resulta difícil de abordar crudamente y es la opción entre un país estatal y uno con actividad privada. Lo curioso, es que el planteo se da entre quienes no podrían existir si el sistema vigente no fuera el capitalista: políticos diversos y empresarios privados.

Lo planteamos así porque, en definitiva, esa es la opción de fondo -aunque parezca algo retrógrado- que trasunta los discursos de sectores en pugna y que representa bastante más que lo que tan sueltos de cuerpos en Argentina archivamos bajo la etiqueta de "la grieta". Si somos un país que adhiere al sistema capitalista o no es una discusión fundacional del régimen en el que queremos vivir. Si, después de lo que sucedió (y pasa aún) en las naciones anticapitalistas todavía se está discutiendo esto, es más grave que un cuestionamiento a un comportamiento de sectores del empresariado o de partidos políticos que acceden a un poder que todavía permite la alternancia.

De allí es que salimos a preguntar por qué se odia a los empresarios, basados en que en cada discurso que va surgiendo desde el Gobierno se les achaca errores, se indica que deben ser de algún modo "domados" si no cooptados, y hasta se plantea que el Estado sería mejor conductor de empresas fundidas por sus dueños. Es un baile con el que se nos convida, como sociedad, todos los días. Pero que al parecer, pocos saben bailar porque, de inmediato, surge la siguiente pregunta: "¿Realmente se odia a los empresarios?".

Surgen numerosas ramas de la discusión en la medida en que se dialoga con actores reales de la vida cotidiana. ¿De dónde sale la plata con la que se mueve el Estado? ¿De las imprentas o de la actividad económica? Y, en todo caso, ¿de dónde debería salir?

El economista (y provocador) Gustavo Lázzari en diversos diálogos ha remarcado que el Estado es incapaz de manejar eficazmente siquiera un minimarket. Pero no habla de la incapacidad estatal intrínseca, sino de sus protagonistas, los políticos: "No se aguantarían afrontar el pago de la primera quincena en una empresa porque no están acostumbrados a trabajar. A fin de mes les depositan y tienen solucionada la vida", dijo.

Al rascar un poco entre empresarios y políticos, estos se cruzan a la hora de la argumentación, generando un terreno firme para un debate que podría superar la peor de las opciones: concluir en que es inviable generar una actividad comercial privada y entregarnos todos a que el Estado nos apapache, al gusto de quien lo gobierne, claro.

Y es que a la hora de responder a las consultas hubo empresarios que pusieron la llaga sobre su propio sector, reconociendo inequidades y también abusos. Y hubo políticos que señalaron la fundamental existencia de una red de generación privada de empleo y divisas.

Como un posible camino hacia una "conclusión", si es que cabe, entonces, podría señalarse que hay espacio para discutir libremente una actividad privada sana y libre, en un Estado mejor administrado y menos intrusivo. Y es lo que hay que hacer, en todo caso: discutirlo y observar con atención los atajos o desviaciones que se producen en el mundo y que terminan afectando la calidad de vida de las sociedades que habitan en esos países. Al fin de cuentas, lo que se pretende es libertad, bienestar y oportunidades.

Memo salió a consultar. Y las respuestas son más que interesantes, por lo que vale la pena repasarlas a todas:

Carolina Montivero (secretaria administrativa de UTHGRA, gremio gastronómico y hotelero).

La historia es la de siempre, hoy más marcada por la crisis de la pandemia. Tenés empresarios buenos, que tienen a los trabajadores dignificados con sueldos de escala y pagan sus contribuciones y aportes como corresponde. Y tenes empresarios que registran a los trabajadores en media jornada mentirosa y hoy esos compañeros cobran la mitad del ATP que les corresponde por la negligencia de esos empresarios Además, hay gente que dice ser empresarios y nunca registraron a sus trabajadores, que abren varios negocios, causando competencia desleal en el sector. Nosotros desde el sindicato siempre hemos trabajado y seguiremos haciéndolo con todos los empresarios que hagan bien las cosas, desde planes de pago de sus deudas hasta capacitaciones gratuitas para los trabajadores.

Gustavo Kasanowicz (abogado especializado en empresas).

Los "empresarios" a veces definidos como "la clase empresaria" han sido desde siempre blanco de críticas de los sectores políticos mayoritarios. Basta recordar al Presidente Alfonsín denostar a los que el llamaba "empresarios prebendarios", refiriéndose en especial a aquellos contratistas del Estado que siempre corrían con el caballo del comisario, obteniendo ventajas inusitadas y fuera de las condiciones de mercado. Por un lado.

Por el otro, el peronismo cree en el intervencionismo, en el estatismo, por lo que la libertad de mercado y sus reglas no son ideas con las que se lleve muy bien. Los gobernantes siempre han cargado la responsabilidad de sus fracasos sobre "los empresarios", siempre culpables de desestabilizar los mercados y provocar las mayores calamidades económicas con efectos sobre la gente.

No fracasan los gobiernos por su ineptitud. Fracasan por culpa de "los empresarios" que son una especie de poderoso monstruo corporativo que tiene a su alcance facultades casi ilimitadas, entre ellas "subir el dólar" provocando con ello pobreza. No es que el peso valga cada vez menos, es que los empresarios hicieron subir el dólar. No hay signo político que no descargue sus culpas en "los empresarios". Recordemos al ministro Juan Carlos Pugliese, al final del gobierno de Alfonsín diciéndole a "los empresarios": "Les hablé con el corazón, me respondieron con el bolsillo". Otra vez la culpa del fracaso fue de los empresarios.

El actual presidente Alberto Fernández no se cansa decir que hay que terminar con la "meritocracia". Ni hablar del mensaje en idéntico sentido del papa Francisco. Y los empresarios? Nuevamente los villanos. No es difícil concluir que si el mensaje que transmiten los gobiernos, y hasta el Papa, es que la culpa de todos los males la tiene el empresario privado, finalmente mucha gente terminará por creerlo. Y odiarlo porque es el que le genera todos sus males.

El populismo es el mayor generador de "odio" de clase. Si alguien acumula riqueza, hay que sacarle y darle a otro. Los empleados del estado hoy, en pandemia, cobran el 100% de sus salarios en muchos caso desde sus casa. Los privados en iguales condiciones, con quitas de hasta el 40%. ¿A quién "odian" los empleados del sector privado que cobran menos? Sí, adivinó, al empresario. Hay que quitarle una parte y dársela a otro. No importa que no facture, que tenga cerrado su emprendimiento o que su negocio haya caído estrepitosamente. Que la traiga de afuera y que pague. Ya lleva muchos años ganando millones. ¿Es ironía? Sí, pero no. La descalificación del empresario, en nuestro país, lleva demasiado tiempo. Se lo presenta como un vampiro que vive de chupar la sangre de los demás, cuando es exactamente al revés. Son clichés, pero han hecho y seguirán haciendo daño, frenando el progreso y sumando frustraciones.

El empresario privado es el motor de la economía. Mientras esto no se entienda, el futuro no será mejor que el presente.

Lucas Ilardo (presidente del bloque del Frente de Todos en el Senado de Mendoza).

Nosotros estamos convencidos de que a la inmensa mayoría de los empresarios en nuestro país, salvo que hayan estado en el negocio financiero improductivo, les ha ido mejor durante las gestiones peronistas que en la gestión de Cambiemos. Esto es así porque, aún con nuestros defectos, creemos que es necesario fortalecer el mercado interno; desde nuestra visión la gente tiene que tener dinero en el bolsillo, tiene que tener capacidad de compra y poder de consumo, ese a nuestro entender es el único camino que garantiza que la economía crezca sobre bases sólidas. El otro modelo, el que vivimos los últimos cuatro años y por suerte finalizó en diciembre de 2019, fue nefasto.

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No estamos enojados con los empresarios de ninguna manera, los enojos no son caminos conducentes para solucionar problemas. Sí es cierto que tenemos visiones distintas con algunos sectores empresarios concentrados, que se han internacionalizado con ayuda de los argentinos a través de subsidios, créditos blandos etc., y que hoy siguen presionando para obtener beneficios porque creen que está bien maximizar utilidades en el país, presionando para bajar sueldos y por ende el costo laboral y luego atesorar en el exterior; esos empresarios hacen bien en enojarse con nosotros, y está bien que quieran que gobierne el modelo económico que ofrece el macrismo/ radicalismo, porque con nosotros no cuentan.

En el caso de Mendoza concretamente, el camino es el trabajo coordinado, el acuerdo programático, la mirada al futuro para alcanzar las transformaciones necesarias. Eso se logra a través de la política, con un rol activo del Estado, y no con una mirada prejuiciosa y satanizante de los mismos. Sí, creo que es una buena oportunidad para pedir, sobre todo a quienes tienen roles gremiales empresarios, que no caigan en la tentación de calzarse camisetas partidarias o atarse al discurso de los grupos empresarios concentrados internacionalizados que no expresan, salvo algunas excepciones puntuales seguramente, a la realidad de los empresarios locales y mucho menos a las necesidades de empleo e ingresos de los mendocinos.

Andrés Vavrik (presidente de la Cámara de Comercio de General Alvear).

Yo sí pienso que en este país se odia a los empresarios. Este odio forma parte de la debacle educativa y cultural que la Argentina sufre hace varias décadas. Ser empresario es tener la capacidad de hacer que las cosas pasen, se requiere visión, innovación y perseverancia para desarrollar y sostener una empresa, siempre en el ámbito de mayor libertad económica posible. Los populismos repulsan profundamente los valores que mueven al emprendedor, que destacan al empresario y por este motivo se han dedicado a denostar su imagen, a demonizar el mercado y a adoctrinar sobre que siempre lo público es sagrado. El poder desmedido de los sindicatos y el clientelismo político han sido los vectores de este creciente odio. Hoy en la Argentina solo uno de cada diez niños sueña con tener su propia empresa, esto nos describe nuestro presente, y enciende las alarmas del oscuro futuro que nos espera sin un brusco golpe de timón.

Marisa Uceda (diputado nacional por el Frente de Todos).

El peronismo no odia, y de ninguna manera odia a los empresarios. Nosotros estamos convencidos que la producción nacional es el camino para el crecimiento, en el país se consume el 75% de lo que se produce aquí, nosotros queremos que a los empresarios les vaya bien porque así se genera empleo, y lo que necesitamos es empleo genuino y de calidad para nuestro pueblo.

Adolfo de la Reta (empresario, director general de revista Punto a Punto).

Cualquier persona con resentimientos va a odiar, desvalorizar o despreciar a personas que ejercen una determinada actividad con la que no simpatizan. Es una actitud de generalizar, sin diferenciar buenos y malos, sólo guiado por su prejuicio, alguna experiencia personal negativa, la adhesión a una corriente de pensamiento distinta o cualquier motivo que justifique esa idea. 

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