Hoy en Memo: ¿Queremos que llegue "normalidad" a la república de Mendoza?

Una vuelta por el separatismo imposible y los planes de reactivación que se van a quedar cortos cuando el covid-19 afloje y nos de un respiro (o aparezca la vacuna salvadora) para volver a la normalidad. ¿De verdad queremos la normalidad que se nos viene?

Hoy en Memo: ¿Queremos que llegue "normalidad" a la república de Mendoza?

Por:Edu Gajardo
Periodista de diario Memo

 La cuarentena suma y sigue en la Argentina. En Mendoza lejos de seguir flexibilizando, los números indicarían que si no nos cuidamos con las condiciones actuales tendremos que seguir restringiendo las actividades y la circulación. En ese contexto la grieta volvió en gloria y majestad con el "banderazo" como muestra, pero le sumamos un condimento menduco. Le agregamos el separatismo, algo que no puede ir más allá del mundo imaginario y paralelo de las redes sociales, donde con un tuit arreglamos el mundo.

Claro que genera bronca lo que hace la Nación y el manejo discrecional de los recursos, porque nadie puede negar que nos están haciendo sentir lo que votamos. Pero en medio de desviar el foco de lo que está pasando con esos discursos, nos muestra lo lejos que estamos de entender el real lugar en el que estamos en medio de esta crisis.

Mendoza no puede ser un país de ninguna manera. Eso porque simplemente no es capaz de solucionar sus problemas básicos y no ha tenido la capacidad en décadas de generar políticas de Estado que permitan fijar un horizonte en materia productiva y social. A pesar de tener una matriz productiva agotada, tal como lo comprobamos ahora, no fue capaz de discutir su ampliación y en el primer intento por agregar una actividad "el pueblo" salió a las calles y se frenó todo.

En vez de hacer campañas por las redes para separarnos, lo que hay que hacer es apoyar a las autoridades cuando tienen una visión de Estado y no quedarse mirando desde la tribuna cuando las campañas del miedo y los discursos populistas cierran caminos de desarrollo que muy pronto, cuando se venga lo peor, vamos a extrañar.

Ahora, con la soga al cuello, decimos que Mendoza tiene todo para ser autosuficiente, pero eso no pasa de ser un discurso. Todo lo que supuestamente tiene la provincia es potencial, pero si ese potencial no lo explotamos nos quedamos en las ganas. No somos una provincia rica, sólo tenemos el potencial, pero no generamos ni producimos lo suficiente para mantener a los dos millones de personas que viven en el territorio. Con todo lo que hacemos no alcanza y en la pospandemia el problema va a ser más duro y la plata va a escasear.

Hoy, con suerte, nos alcanza para pagar los sueldos del Estado y hacer una que otra cosita por ahí. La realidad es que ante una eventualidad -en este caso una emergencia sanitaria- nos quedamos sin recursos y la Nación nos está recordando a golpes que solos no podemos llegar a ninguna parte.

Tan superficial es el separatismo que pretendemos que no nos damos cuenta -por ejemplo- que muchas industrias mendocinas, ante la baja actividad local, dedican gran parte de su trabajo y producción a clientes de otras provincias. Tanto así, que hoy muchas empresas están en condiciones de producir, pero no tienen demanda por el freno que significa la pandemia en otras regiones del país. Vamos, separémonos y sigamos matando a las empresas locales que ante la falta de actividad productiva -desde antes de la pandemia- se las tienen que rebuscar tocando puertas en todo el país.

Los planes pospandemia

En medio de todo eso y con la grieta más abierta que nunca, en el Ejecutivo provincial intentan hacer algo mientras la Nación nos castiga cada vez que se le presenta la oportunidad. La buena onda de Alberto y Rody ya pasó, por lo menos desde allá para acá, y ahora nos dan diez azotes por cada millón que sale desde el Tesoro con destino a Casa de Gobierno.

Se presentaron tres leyes para intentar la reactivación, pero la realidad es que con el nivel de caída que tendrá la economía los recursos que se están inyectando claramente van a ser insuficientes. Uno de los puntos principales anunciados es la ayuda para que 10.000 mendocinos consigan trabajos en los que recibirán hasta $7.000. La idea es facilitar el acceso a un trabajo y la formación del personal para que pueda desempeñar alguna función en una empresa.

A priori, parece más un esfuerzo por evitar que se disparen las cifras de desempleo en base a los criterios del Indec que tienen que ver con una cantidad de horas de trabajo determinadas para entrar en esa calificación. Está lejos de ser un plan de generación de empleo genuino, una tarea pendiente durante décadas en Mendoza, y que será difícil de lograr en el contexto que se viene.

Pero tampoco podemos caerle con todo al Gobierno -o por lo menos no a la cabeza del Ejecutivo- porque el problema de Mendoza no se generó en los últimos meses, es crónico, y ahora se están viendo las consecuencias de años de dejar pasar el tiempo y de tomar malas decisiones. Igualmente, es necesario que todo el plan no se resuma a las tres leyes presentadas y ahí sí se le debe exigir a los equipos económicos una mayor proactividad.

Tomando todo eso en cuenta, el verdadero plan tendría que llegar desde la Nación con recursos que -por ahora- nadie sabe de dónde van a salir, porque la emisión no puede ser una alternativa que se extienda en el tiempo.

Lo más probable, es que una vez que se reestructure la deuda (y espero que sea así), el mismo FMI vuelva a ser el que nos ponga plata fresca para poder comenzar un proceso de reactivación que -de acuerdo a los pronósticos- va a demorar más que en el resto de los países de la región y el mundo.

Es que aunque las filminas de Alberto digan que caemos al mismo nivel que Alemania y otras economías importantes, la diferencia está en que ellos si tienen nafta para poner a andar el motor, pero nosotros estamos con faltante.

Sin ir más lejos, los vecinos que están más afectados con la pandemia, Chile y Perú, ya aseguraron líneas de crédito sin condicionamientos con el FMI y, además, emitieron bonos con muy buenas tasas del 2,45% y 3,55%, respectivamente. O sea, ya tienen los recursos para sus planes pospandemia.

La nueva normalidad va a llegar tarde o temprano, el tema es saber si queremos que llegue o si estamos preparados para algo muy distinto y más complejo que lo que teníamos antes del 20 de marzo.


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