El cura acusado de violación en Palmira dijo que lo "tentó el demonio"

Daniel Alberto Sardá aseguró a la madre de la adolescente abusada que había sido tentado por el demonio y pidió perdón. Años después, lo denuncian por acosar a su víctima cerca de su trabajo.

El cura acusado de violación en Palmira dijo que lo "tentó el demonio"

Por:Ana Paula Negri
Periodista

El sacerdote Daniel Alberto Sardá fue denunciado por daños y perjuicios por abuso sexual con acceso carnal agravado y hostigamiento en el marco de la ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.

Tal como describió el Post, la demanda civil hacia el abusador de San Martín pide que el sacerdote evite acercarse a los lugares que la presunta víctima frecuenta y un resarcimiento económico por "los daños psicológicos y morales derivados de los abusos".

En la demanda, además, la defensa solicita que el demandado cumpla con una capacitación conforme lo dispone la Ley Micaela (norma que establece la capacitación en perspectiva de género a todos los poderes del Estado) y también se le ordene al Arzobispado de Mendoza a agregar a la currícula del Seminario la capacitación en "Perspectiva y Violencia de Género" conforme Ley Micaela la que deberá realizarse a su cargo y con alguno de los cursos o modalidades autorizadas por la Dirección de Género y Diversidad de la Provincia de Mendoza.

Daniel Alberto Sardá

La mujer afirma en su denuncia que no puede mantener relaciones emocionales estables partir del abuso que sufrió por parte del sacerdote. Que no se siente cómoda ante situaciones como consultas médicas o exámenes académicos.

En el escrito presentado por los abogados Carlos Lombardi y Carolina Jacky se detallan las estrategias de manipulación para que Sardá lograse abusar-de acuerdo a la denuncia- de la adolescente e impedir que lo denuncie. A pesar de esto, la joven logró decírselo a su madre quien habría negado la situación y le pidió que no diga palabra.

Si bien su madre, que la propia denunciante describe como una persona sin educación formal, casi analfabeta, tuvo la oportunidad de hablar con el sacerdote, este mismo le advirtió que "había sido tentado por un demonio" y que por eso cometió el abuso pero "pidió perdón" y se "sintió arrepentido". Los dogmas de la fe cristiana permite estas "licencias", decir que "el diablo lo tentó" le quitaría la propia voluntad sobre el crimen del que lo acusan.

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Cuando la denunciante tenía 16 años, comenzó a asistir a la Iglesia Inmaculada Concepción de Palmira para el curso del sacramento de Confirmación y en uno de ellos sufrió una descompensación. Fue allí que los catequistas le sugirieron que hablara con el sacerdote y él le dijo que volviera al otro día para darle la "unción de los enfermos".

La joven obedeció y volvió sola al otro día luego de que su madre y su hermana expresaran que no querían acompañarla. Al llegar a la Iglesia, Sardá le pidió que esperara a que terminara la misa y la gente se fuera para atenderla porque estaba solo.

El cura la llevó a un aula de la Iglesia y le preguntó sobre su descompensación. Sardá le pidió que lo acompañe a su departamento para buscar el libro para darle el sacramento, fue allí donde se consumó finalmente el hecho, de acuerdo al relato de la víctima.

El intento de manipulación de la joven fue constante. Ella relató que él le dijo "que él era mi amigo que necesitaba estar al lado mío, que yo necesitaba amor y que él me lo podía dar", "me dijo que si quería me podía llevar a mi casa" pero ella insistió en irse sola.

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Luego de un forcejeo y cierta resistencia, finalmente ella relata que Sardá "me dijo que me vaya, que ya se aburrió de mí, que yo me hacía rogar y que no le cuente a nadie porque nadie me iba a creer y que yo quedaría mal porque subí a su departamento".

El relato continúa: "Yo con lágrimas en los ojos me acerco a la puerta mareada y el corre y me abre la puerta y cuando salgo me dice 'soy tu amigo, te di amor, nadie te va a creer y me sonrió y me cerró la puerta en la cara'".

Cargando con las consecuencias físicas del abuso y una angustia inmensa, al llegar a casa, la joven le relata lo sucedido a su madre quien le advierte que no diga nada porque no le iban a creer, que él es un cura y es imposible que toque a una mujer. Su madre, una mujer que apenas terminó tercer grado y era muy católica, la envió nuevamente a las clases de confirmación el siguiente sábado.

Arzobispado de Mendoza

En ese encuentro, el cura le advirtió: "no le cuentes a nadie lo que pasó entre nosotros el domingo pasado, yo soy un amigo, yo solo te di amor y no te voy a hacer daño ¿A quién le contaste?", ella confesó habérselo dicho a su madre y él dijo: "ya voy hablar con ella, pero no le cuentes más a nadie, a ningún amigo y aunque cuentes no te van a creer".

El acoso en la Iglesia era permanente: "aparecía con cualquier excusa a la clase y me miraba, se reía, o pasaba por al lado mío y me tocaba la espalda o cuando estábamos en grupo con mis compañeros, se acercaba y saludaba uno por uno para que yo también lo saludara ya que cuando me lo encontraba, porque se me aparecía de repente yo me le escapaba, pero era inútil porque adonde fuera en la iglesia este hombre aparecía".

Un día la madre de la joven se acercó a la Iglesia a hablar con él y fue cuando el sacerdote le dijo que un demonio lo había tentado para que consumara el hecho. Luego de esa charla, la madre de la joven la obligó a terminar la confirmación, a perdonarlo y saludarlo, porque él se había equivocado y fue un demonio quien lo convenció de abusar de ella.

"Un día me dijo que debía ir hablar con él en el confesionario y tuve que ir porque si no lo hacía le contaría a mi mamá lo de mi desobediencia y me convenció hasta llorando que se había equivocado que estaba arrepentido y yo le creí o le quise creer pero sabía por la forma en la que me miraba que no era así", relató.

La denuncia de la mujer fue motivada 22 años después del abuso cometido por este hombre porque comenzó a acercarse a ella nuevamente. Se presentaba en la vía pública cerca de su trabajo y en cafés que ella frecuentaba. Incluso en una oportunidad se acercó tanto que pudo tocar su mano con la excusa de intentar agarrar el diario en un servicompras de la zona.

Cansada de los acosos, un día en la calle le gritó: "violador" y después de ese día no ha vuelto a aparecer cerca de ella. "Hago esta denuncia porque este hombre no solo abuso de mí física y emocionalmente, sino que aprovechándose que soy una mujer sola me acosa y me persigue, sabe el daño que me ha hecho y se cree inmune porque nadie me defendió cuando él abuso de mí a finales del año 1997".

Por su parte, el Arzobispado de Mendoza emitió un comunicado referido a la causa:

El 26 de mayo pasado, se nos ha notificado una medida judicial del Tribunal de Gestión asociado Nro. 3, que prohíbe el eventual traslado de un sacerdote por una causa por violencia de género iniciada contra él y este arzobispado y cuyos términos nos resultan desconocidos porque nunca fuimos notificados de demanda alguna.

Sorprende la liviandad ética y jurídica con la que los abogados patrocinantes de la causa hacen apariciones mediáticas, avaladas por la notoria y desprolija actividad del tribunal en cuestión, con severas y graves fallas de constitucionalidad en su obrar, toda vez que hay una causa judicial cuyos demandados no conocen en absoluto los términos de lo reclamado.

Confiamos en que la Justicia dé los pasos necesarios para reparar la gravedad de lo actuado hasta ahora y salvaguarde los derechos de todas las personas e instituciones afectadas. Que actúe conforme a derecho, según la naturaleza reglada de su actividad. En el camino de la verdad de los hechos, la autoridad judicial no puede obrar con arbitrariedad, prescindiendo de las elementales garantías constitucionales.

Apelamos a la responsabilidad de los Medios de Comunicación para no difundir información sin el respaldo de la verdad de los hechos, dando por verificados procesos judiciales aún no notificados a los eventuales reclamados.


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