La carta viral de un abuelo que pide perdón por encerrar a su nieto

El hombre alerta sobre el encierro por el aislamiento obligatorio que están padeciendo los niños para cuidar de los abuelos.

La carta viral de un abuelo que pide perdón por encerrar a su nieto

Por: Mendoza Post

La carta, o confesión, o pedido de disculpas, la firma Carlos González y se presenta como abuelo en primer lugar, y luego agrega que es pediatra y escritor. 

El "abuelo Carlos" escribe del dolor que le da el encierro, pero no el suyo, sino el de los niños, el de su nieto, que nada han hecho y, sin que nadie les consulte, tampoco nada pueden hacer. 

La carta se viraliza como e coronavirus: cada uno que la lee, se siente identificado en esas palabras de tristeza y dolor de un abuelo compungido. 

En un momento en que los derechos de los niños son los más vulnerados (apenas alcanzan los esfuerzos gubernamentales para que accedan al derecho a la educación), adonde, en muchísimos casos, se los priva de ver a uno de sus padres y, sobre todo, a la libertad de movimiento, que es lo que más feliz hace a cualquier niño, Carlos nos lleva a pensar en si realmente, no tendremos que pedirles perdón a nuestros niños. 

La carta del abuelo: 

Yo no pedí que encerraran a mi nieto. Si me lo hubieran propuesto, como una especie de pacto con el diablo; "Si encierras a tu nieto durante mes y medio, alargaré tu vida en unos años", yo jamás lo habría aceptado.

Pero alguien lo hizo sin preguntarme, y yo no protesté, no me di cuenta siquiera de que aquello era profundamente injusto. Mi nieto, y otros como él, que no corren ningún riesgo con el virus, están encerrados sin juicio, y no pueden salir ni un minuto. Yo, y otros como yo, que sí que corremos un riesgo, podemos salir varias veces al día, al súper, al pan, a la farmacia, a pasear al perro, a tirar la basura, algunos a trabajar. He aceptado la infamia, he tardado más de un mes en darme cuenta de que esto era inmoral. Nos dijeron "todos hemos de estar confinados, por el bien de todos", pero sólo los niños han estado realmente confinados, y no por su bien, sino por el nuestro. Nos dijeron "sois todos unos héroes", pero yo he sido un bellaco.

Y ahora, hijo mío, te pido perdón. Era yo quien tenía que haber afrontado cualquier peligro para salvarte, y lo hemos hecho al revés. Sin pensar, acepté renunciar a la libertad a cambio de la seguridad; sólo que la seguridad era la mía, pero la libertad era la tuya. Y ahora los años que me queden por vivir habré de pasarlos con esta vergüenza: acepté encerrar a mi nieto para salvarme.

Y, encima, ni siquiera era cierto. El encierro de los nietos no era ni necesario ni suficiente. Mientras aquí tenemos las residencias devastadas y los niños encerrados, en otros países los niños han podido salir a la calle y la pandemia se ha cobrado menos víctimas. Hemos usado el autoritarismo para esconder la ineficacia.

Carlos González
Abuelo, pediatra y escritor

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