Gracias doctores, enfermeros y personal de la Osep, por cuidar a la Lauri

La despedida a una mujer que fue docente, directora de una escuela urbano marginal, y además, hermana y un poco "madre" del autor.

Gracias doctores, enfermeros y personal de la Osep, por cuidar a la Lauri

Por:Carlos Ponce
Economista

Ayer se murió mi hermana. Laura Elvia Ponce. La Lauri, para su afectos. En realidad fue más que mi hermana. Me crio desde que nos quedamos huérfanos cuando yo era un adolescente rebelde y aturdido y ella apenas una mujer muy  joven. Era íntegra y buena. Muy buena.

Hizo su carrera como una digna empleada pública. Docente primero y Directora de una escuela al final. De un establecimiento urbano marginal según les dicen. Una compañera de habitación, que había sido profesora de la misma escuela, me dijo: "era brava la Laura, pero era la única manera de manejar una escuela de esas".

Estoy seguro que le dio a la sociedad mucho más de lo que el Estado le pagó en dinero. Pero estaba conforme aunque, hay que decirlo, un poco harta al final, quizá por los padres y chicos cada vez más violentos y los dealers intocables en las esquinas. Con su jubilación pudo llevar una vida digna, sin lujos ni privaciones.

Hace una semana la tuvimos que internar en mal estado de salud en el Hospital El Carmen. Y tristemente, no se pudo recuperar. Pero la atención que recibimos de todos los trabajadores en El Carmen fue excelente. Emocionante.

Laura Ponce, "La Lauri".

Presumo que tendrán muchas falencias y carencias de presupuesto y equipamiento, pero frente a nosotros, que los miramos asustados e inermes frente al temor de la muerte, ellos lo suplen todo con un tremendo profesionalismo. El pabellón de la cama 31 donde estuvo "La Lauri" estaba impecable y toda la gente que trabaja allí, incluidos las médicas de la guardia, los residentes, las enfermeras y el personal de apoyo, hicieron todo lo posible y bastante más. Son profesionales correctos, dignos y esforzados. Ni aun en los peores momentos de los temores por el ingreso de pacientes con presunto contagio de coronavirus, que hubo varios, perdieron el profesionalismo y la compostura.

No puedo evitar, en estos momentos de tristeza, comparar a mi hermana, la directora brava de una escuela pesada del conurbano mendocino con estos bravos empleados de la Osep, que están en la línea de fuego en tiempos de pandemia mundial, con más coraje y profesionalismo que miedo a los contagios.

Vaya mi agradecimiento y homenaje a ellos, a todos los que atendieron a "La Lauri" en la cama 31 (*) y un recuerdo personal a mi hermana, a quien tanto quise y tanto le debo.

Nota del autor: (*) Le quiero pedir disculpas a una doctora residente que tuvo la mala suerte de querer hablar conmigo, justo cuando me anoticiaba que lo de mi hermana era irreversible; y se tuvo que ligar los malos tratos del que suscribe. No sé su nombre pero le pido perdón de corazón. No se lo merecía. 

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