La ciencia del estornudo: así expandimos las infecciones

Aunque sea, el pliegue del codo.

La ciencia del estornudo: así expandimos las infecciones

Por: Mendoza Post

 Pocas cosas hay más molestas que un estornudo. Dicen los médicos que es la forma que tiene el ser humano de proteger sus vías respiratorias, pero no estaría de más pensar que es una estrategia de virus y bacterias para buscar nuevos huéspedes.

Con la pandemia del coronavirus  las autoridades insisten en enseñarnos la forma correcta de estornudar: en el pliegue del codo. Y no está de más seguir sus consejos, porque los estornudos son una peligrosa arma de destrucción masiva.

Cuenta Muy Interesante que el aire expulsado en un estornudo sale de la nariz a una velocidad de 65 km/h, lo que equivale a una fuerza del viento de 8 en la escala de Beaufort. 

Según los libros de navegación, equivale a "temporal" y es capaz de quebrar las copas de los árboles. Sólo por comparar, al respirar  exhalamos el aire a unos modestos 8 km/h.

Si no somos lo suficientemente rápidos, usaremos la mano en lugar de un pañuelo. Algo que no sirve de mucho. Los pañuelos de papel, en realidad, tienen más agujeros que la tela porque de este modo los fabricantes consiguen ese tacto suave y agradable, pero más poroso a la hora de contagiar. 

Una vez que las gotitas de nuestro estornudo empiezan a moverse al aire libre sufren una curiosa mutación. El roce con el aire a 65 km/h las va secando y lo único que queda es una amalgama de residuos mucosos que transporta la temible carga infecciosa.