Gesell, "la playa del terror": el espeluznante relato de un guardavidas

Asegura que pasó de atender picados por aguavivas y ahogados a ser enfermero de chicos "alcoholizados y drogados". Los adultos no se quedan atrás en violencia. Habla de "manadas" de jóvenes agresivos.

Gesell, "la playa del terror": el espeluznante relato de un guardavidas

Por: Mendoza Post

"Esta es mi 5ta temporada trabajando de guardavidas en la playa que llaman "la del horror" y me gustaría contarles desde mi corta experiencia las cosas que vivimos a diario acá", comienza la carta de Teb, un joven de Buenos Aires que trabaja en Villa Gesell y asegura que todo es un descontrol.

Él, como el resto de sus compañeros, llega a la playa a las 8 de la mañana. Antes, a esa hora no había nadie y podían acomodarse y planificar el día.

Ahora llegan a levantar chicos agresivos, alcoholizados, drogados, algunos casi sin signos vitales o "con signos vitales indescifrables".

"Hemos tenido que meternos al agua sin todavía poder acomodarnos en nuestros puestos, vestidos y sin elementos de seguridad", se queja.

Su lugar de trabajo, invadido. "Es llegar a la casilla y ver gente arriba, tomando, rompiendo e invadiendo nuestro lugar de trabajo y tener que buscar la forma de pedirles que se bajen de buena manera para que no se pongan violentos con nosotros".

Así, de madrugada, a la hora en la que cualquier ser humano de vacaciones duerme o desayuna, acá empieza o sigue la ingesta de alcohol, de cocaína y de pastillas.

"El día "comienza" y aparecen las manadas de jóvenes con conservadoras cargadas de alcohol. Se escuchan los primeros mega parlantes sonar a todo volumen, se huelen los primeros porros", cuenta.

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"Se ven los primeros "duros" y claro, los que siguen desde temprano "de rola" con la pasti que nunca termina están como un robotito repitiendo un paso que ni ellos ya controlan", cuenta, es decir, los adolescentes, algunos, ya tienen cocaína y pastillas en sangre.

Su trabajo ha pasado de ser guardavidas a enfermeros. "Debemos atender comas alcohólicos, entablillar y trasladar en ambulancia a pibes con signos vitales indescifrables".

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"En lo que va de la temporada, en mi sector ya se pidieron más de 5 ambulancias para trasladar gente convulsionando".

Los adultos, peores que sus nenes

Más tarde llegan los "adultos" y la cosa no mejora para nada.

"Miles de nenes perdidos, gente invadiendo nuestro espacio de trabajo (delimitado), grupitos de pibes pateando pelotazos en lugares mínimos, botellas que vuelan".

Los nenes perdidos son moneda corriente, y las respuestas de los padres de terror. "30 minutos buscándote Mateo (5 años), donde te metiste tarado?". Todo esto a los gritos.

Los adultos invaden también el espacio de los guardavidas. "Tratamos de explicar amablemente cuando le llamamos la atención a alguien y las respuestas son cada vez más violentas, agresivas e insólitas". Les gritan "putos", "ortivas" o "vos sos el responsable de que mi hijo no se ahogue".

"Y si, así trabajamos, a veces a las piñas con turistas sobrepasados de excesos, cortando clavos y rogando que nadie convulsione en el mar y se fondee. Esperando que llegue la hora de irme".

"A veces vuelvo agradeciendo que ni a mí ni ninguno de mis compañeros nos pasó nada, a veces vuelvo y no sé qué contarle a mi familia para que no se preocupe", finaliza la carta.

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