Crónicas del subsuelo: Chile

Crónicas del subsuelo: Chile

Por:Marcelo Padilla

El agua que cae es de un mar incontinente, virtual, parece que cae, es el cielo de piso y las paredes, eso, paredes. El agua entonces no cae, viene, baja, precipita, domesticando ahí "lo que puede ser" una posibilidad aleatoria de un desvío producido por una contingencia articulatoria. Van los cuerpos de las cuerpas flotando por un Mapocho enrojecido, aparecidos en la des identidad propia de domicilios errantes. Avistaje. Allí van las mujeres violadas. Chile ya es un mar y el Pacífico una vulnerable cordillera agazapada de pánico contra el Este. 

El Pacífico se acurruca, Chile es un mar embravecido, un tsunami que arrastra cuerpos de mujeres violadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Sobre el pelo de la población chicotean latigazos, hacía falta lo que cada tanto siempre, poner las muertes a disposición en el banquete general, en el plató mediático para el reverberar de la tundra.

Chile no miente, el agua que cae es de un mar incontinente. Los trapitos al sol humedecidos son banderas en los barrios despoblados, dentro de las casas el agua cae, el cielo de piso y las paredes... eso, las paredes. Finitas, de lata, de madera. Valpo de lata sostenido por miles de cables, tiritando por las torturas. El agua cae a chispazos en el desvío. En los cerros... mar, y en el Pacífico solo la palabra que lo designa. Sobreviven a los carros y a los palos, sangran, ya casi casi que no duele. Unos trepados a otros, las mujeres violadas poniendo sus cuerpas, desnudadas por carabineros que, cada tanto, toman merca de la bolsa de valores. Se convidan y golpean al dolor. No han muerto los que salen en los diarios, del millón en las calles de Santiago, en la Avenida Ancha.

La Orquesta del barco anclado en el Desierto de Atacama vuelve a sonar con Prisioneros en "el baile de los que sobran", resulta que los que sobran son millones en las calles de la lonja. El agua, repito, créanme, cae. Aún no llega a su destino indescifrable, en las esquinas de seis ángulos el agua le teme -esta vez- a su propio carácter indomable, por más que disfrute colándose por las alcantarillas, el agua esta vez le teme a su bravura. Pero cae, baja, se deslía por las casas, vomita su indolencia por las ventanas. Tiembla y no asusta, y en los países vecinos ex pectan por las réplicas. Así le dicen en las estaciones sismológicas, "réplicas", que no es lo mismo a "iguales", aunque el movimiento anteceda la desesperación del minuto que se gasta en el infarto. La plebe a lo plebe, indiada, bochinchera empoderada compitiendo con el mar. Por eso Chile es Mar y el Pacífico una cordillera agazapada sobre el Este.