¿La desigualdad social es un problema económico o moral?

Una respuesta a "la historia de Virreinato", una columna de Carlos Ponce

¿La desigualdad social es un problema económico o moral?

Por:Ana Montes de Oca
Periodista

El economista Carlos Ponce explicó ayer el problema de la desigualdad que tiene a Chile sumido en un caos de manifestaciones cada vez más virulentas, a través de la historia de "Virreinato", un país en el cual viven dos personas, una rica y una pobre: mientras el rico gana mucho, el pobre gana muy poco.

Sin embargo, a la nota le faltaría un dato imprescindible para analizar la situación planteada: ¿quién produce la riqueza de Virreinato?

"Supongamos para simplificar que en Virreinato se producen todos los años un millón de dólares virreinales ( 1.000.000) que se distribuyen 900 mil para el habitante rico y 100 mil para su conciudadano pobre.", escribió Ponce.

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Pero ni en Virreinato ni en ningún país del planeta "se produce" la riqueza sino que la producen los que invierten y trabajan en algún producto o servicio que se pueda vender por, en este caso, dólares virreinales.

Por eso, el dato de quién produce la riqueza cambia todo el foco e incluso pone en cuestionamiento los términos de "desigualdad" y de "justicia social".

Si es el virreinense rico el que produce la mayor parte de la riqueza, o si el virreinense pobre ni siquiera trabaja, ¿estaría bien decir que hay desigualdad porque uno gana más y el otro no?

"Para resolver el tema, los gobernantes de Virreinato apostaron a organizar una economía capitalista altamente competitiva, con moneda estable, sin inflación, exportaciones a todo el mundo y crecimiento económico. Y tuvieron éxito. En pocos años duplicaron la riqueza que pasó de un millón a dos millones de dólares virreinales.", continúa la nota de Carlos Ponce.

Pero la desigualdad no sólo no bajó sino que aumentó porque, aunque ambos duplicaron sus ganancias, el problema es que el rico gana ahora muchísimo más que el pobre.

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No olvidemos que en Virreinato no hay inflación, con lo cual al duplicarse los ingresos, el pobre pudo acceder a servicios y comodidades que antes no podía tener.

Por otro lado, el rico, al tener más gasto con los hijos, pone plata en el sistema educativo y en las clínicas privadas, creando fuentes de trabajo. Esos empleos pueden ser realizados por la familia del pobre que también multiplicará sus ingresos pudiendo acceder a más y mejores servicios.

Ponce describe la situación: "pasa que los hijos del pobre han empezado a sentirse incómodos con el milagro virreinal (...) Mientras caminan y cuentan las monedas para el Metro, ven pasar a los hijos del rico en un auto de alta gama que ellos jamás podrán comprar". Es decir que el problema ya no es la pobreza propia sino la riqueza del otro.

El pobre ya no es pobre, pero no es rico y ni siquiera es clase media porque el rico gana demasiado más que él. Así, la desigualdad social ya no es un tema económico sino moral.

En un escenario en el cual el que produce la mayor parte de la riqueza es el rico, que al pobre que espera el Metro le caiga mal que el rico tenga un auto de alta gama se llama envidia, no injusticia.

Por eso es imprescindible preguntar quién es el que produce antes de definir quién tiene derecho a ganar más.

Y acá es donde aparece otro personaje en Virreinato: el señor Estado.

Pero ese es tema para otra nota.